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Teología

martes, 29 de marzo de 2016

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 25

SABIOS Y FILÓSOFOS

En los últimos años del siglo VI surgieron pensadores notables en los puntos más distantes del mundo civilizado. Desde los principios del siglo, en la India habían surgido corrientes divergentes respecto de la religión brahmánica oficial. Éstas se interesaron por los aspectos más filosóficos del brahmanismo: la relación entre el cuerpo y el alma, la reencarnación, etc., relegando a segundo plano los rituales, a los que a menudo dieron una interpretación alegórica. Una de estas corrientes fue desarrollada por un grupo de místicos que se retiraron a los bosques y compilaron una serie de abstrusos tratados conocidos como los Upanisads (que significa algo así como "sentarse junto al maestro"). La filosofía de los Upanisads es monista, en el sentido de que considera a la materia una ilusión y concibe el Universo como una unidad espiritual, en contraste con la filosofía dualista conocida como Samkhya, atribuida a Kapila (que tal vez vivió en el siglo precedente), según la cual existen dos realidades eternas: una es la materia, o mundo de las apariencias, y la otra la componen un número infinito de almas individuales. Cada alma es prisionera de su cuerpo, al que se cree ligada, y sólo consigue la salvación cuando comprende su naturaleza distinta, y asimila que es sólo un espectador, no un actor, en el mundo, y se libera de los deseos, procedentes del cuerpo.
Esta corriente Samkhya fue el punto de partida de lo que ya no puede clasificarse como corriente, sino más bien como herejía respecto al brahmanismo. Su creador fue Vardhamana, hijo del jefe de un clan, nacido cerca de Vaisali. Consideró que la única forma en que el alma podía llegar a comprender su naturaleza independiente del cuerpo, dotada de sabiduría, poder y bondad ilimitados, y lograr así su liberación, era mediante una vida rigurosamente ascética. Así lo aplicó a su propia persona y, tras doce años de severa ascesis, a la edad de cuarenta y dos años, alcanzó el conocimiento espiritual pleno y se convirtió en Mahavira (el venerable). Durante los treinta años siguientes recorrió la región enseñando su sistema, que recibió el nombre de jainismo (dominio de las pasiones). Sus seguidores se organizaban en comunidades sin un reglamento concreto, que más tarde se dividieron en dos facciones rivales: los vestidos de blanco y los vestidos de aire, llamados así porque los primeros iban vestidos y los segundos desnudos. Les estaba prohibido quitar la vida a todo ser animado, así como la mentira, el hurto, la sensualidad y todo tipo de atadura terrena. También había laicos que, sin abandonar el mundo, hacían los mismos votos, pero sustituyendo el celibato por una vida casta, y la renuncia absoluta por la reducción de sus pertenencias al mínimo imprescindible. El jainismo no reconoce ningún dios, sino que la fe se interpreta como el recto conocimiento de la relación entre materia y pensamiento. Los jainistas no pudieron dedicarse a ninguna actividad como la agricultura, la pesca, etc., que conlleva la muerte de seres vivos (las plantas también cuentan) así que se dedicaron a actividades comerciales, y hoy en día forman una minoría próspera, integrada por banqueros, abogados y terratenientes.
En 530 empezó a enseñar en China Kongfuzi (el maestro Kong), al que conocemos como Confucio. Sus enseñanzas versaban sobre todo sobre ética social. Instruyó a un grupo de discípulos que terminaron ocupando posiciones destacadas en el gobierno, lo que les dio la oportunidad de poner en práctica las ideas de su maestro. Para Confucio y sus discípulos, el sabio difunde un orden que se va extendiendo del individuo al universo entero. El hombre debe respetar este principio de orden tomando ejemplo de los sabios y los grandes hombres del pasado. Las virtudes confucianas son el ren, compasión o simpatía que induce a socorrer a los semejantes, y el yi, la equidad que lleva al respeto de los bienes ajenos y de la posición social. La sabiduría se consigue con el estudio, la reflexión y el esfuerzo, y su meta es llegar al ideal de hombre superior, sereno, virtuoso, sabio y recto, que ha asimilado el principio del orden universal y puede hacer lo que le place sin transgredirlo.
Confucio atribuye una naturaleza divina al principio de orden universal, pero por lo demás adopta una postura agnóstica, y no acepta los mitos y rituales religiosos. En contra de lo que podría pensarse, este agnosticismo racionalista fue bien recibido por el pueblo. Mientras los judíos podían atribuir sus vicisitudes a un castigo divino por sus pecados, los chinos cumplían escrupulosamente con los ritos religiosos, y ello no impedía que de tanto en tanto se produjeran inundaciones o periodos de sequía, sin que los dioses parecieran responder a los debidos sacrificios. Así se empezó a dudar de que realmente los dioses se ocuparan del mundo y que tuviera algún sentido tratar de relacionarse con ellos. A esto hay que añadir que la religión oficial estaba en manos de los hechiceros Wu, al servicio del Rey, y por aquel entonces estaban muy desprestigiados. Se contaban historias de un rey que ordenó a un Wu que disparara flechas contra muñecos representando a los nobles que no acudían cuando eran convocados a palacio, o de otro que se sirvió de un Wu para encontrar posibles conspiradores, con lo que la población estaba tan atemorizada que apenas se comunicaban por señas. Evidentemente esto son exageraciones, pero muestran que la religión Wu incomodaba al pueblo.
En realidad el confucianismo fue sólo una de las muchas líneas de pensamiento que surgieron en China como reacción contra la religión tradicional. Otra no menos importante fue la iniciada por Lao-Tse, del que se tiene poca información, pero parece ser que fue historiador y astrólogo en la corte real. Escribió un libro llamado Tao-Te-King, en el que sentó las bases del Taoísmo, una religión mística que puede practicarse en solitario. El taoísmo predica la meditación, la quietud y la inactividad. Su filosofía es "no hacer nada para alcanzarlo todo", hay que dejar que la naturaleza siga su curso. El Cielo y la Tierra permanecen porque son la materialización de una realidad inmutable que crea sin esfuerzo ni objeto. La mayor virtud del sabio es la contemplación, impregnarse del Tao hasta el punto de identificarse con él como realidad última impersonal y amoldar la propia existencia a su acción incesante y silenciosa. Se dice que Confucio había rechazado a Lao-Tse calificándolo de soñador incomprensible.
Por esta época un jonio llamado Jenófanes dejó su ciudad natal, Colofón, y decidió emigrar a Sicilia, lejos de los persas. Más tarde pasó a Elea, donde fundó una escuela de pensamiento conocida como la Escuela Eleática, cuyas figuras más importantes surgirían en el siglo siguiente. A Jenófanes se le recuerda principalmente por su idea de que la existencia de conchas marinas en regiones montañosas es un indicio de que en otros tiempos ciertas regiones estuvieron sumergidas bajo el mar.
Otro jonio ilustre fue Pitágoras de Samos, que, al igual que otros griegos, aprovechó la unidad del gran Imperio Persa para viajar por sus confines. Pitágoras estudió en Babilonia, e incluso llegó a visitar la India. Cuando volvió a su patria, Samos, la encontró gobernada por el tirano Polícrates, mientras que él formaba parte de la aristocracia a la que éste había derrocado. Consideró que la vida en Samos se le hacía insoportable y en 529 se fue a Crotona, la colonia del sur de Italia, donde había oído que florecía la cultura.
Allí fundó una institución muy peculiar. Podían ingresar tanto hombres como mujeres, pero tenían que hacer voto de castidad y comprometerse a no tomar nunca vino, huevos ni habas (nunca se sabrá por qué). Debían vestir sencilla y decentemente, la risa estaba prohibida, y al final de cada curso los alumnos debían hacer una autocrítica en público, confesando toda infracción de las reglas que hubieran cometido. Los alumnos se dividían en externos e internos. Los últimos eran los que vivían en la propia institución. Sólo éstos podían ver al maestro, y ello tras cuatro años de iniciación. Hasta entonces les mandaba las lecciones por escrito, firmadas conauthos epha (lo ha dicho él), indicando que no había lugar a discusión.
Si Tales fue el primer científico, podríamos decir que Pitágoras fue el primer universitario. Timón de Atenas, que le admiraba intelectualmente, decía que era solemne hasta la pedantería, que había conseguido importancia a copia de dársela él mismo. Se llamaba a sí mismo filósofo (amigo del saber), término que con el tiempo se aplicaría a todos los pensadores griegos. En sus descubrimientos había poco de original. La mayor parte de ellos eran cosas que había aprendido en Egipto y Babilonia. Sus enseñanzas versaban sobre los números, la geometría, la música y la astronomía, siempre desprovistas de cualquier posible (a la vez que despreciable) aplicación práctica. Parece ser que Pitágoras fue el primero que afirmó que la Tierra es una esfera que gira sobre sí misma. A estos hechos realmente prometedores, unía supersticiones tontas (tal vez tomadas del hinduismo), como que, tras la muerte, el alma abandona el cuerpo y, tras una estancia en el Hades (el infierno griego), vuelve a encarnarse en un recién nacido. Él mismo recordaba haber sido en otra vida una famosa cortesana, y luego un destacado héroe de la guerra de Troya.
Otra figura destacada en la época fue Heráclito. Había nacido en Éfeso, una de las ciudades griegas de Asia Menor. Fue más soberbio que Pitágoras y, en añadidura, un misántropo. Despreciaba prácticamente todo lo que le rodeaba, incluso llegó a escribir:
La gran cultura sirve de poco. Si bastase para formar genios, lo serían hasta Hesíodo y Pitágoras. La sabiduría no consiste en aprender muchas cosas, sino en descubrir aquella sola que las regula todas en todas las ocasiones.
Con esta forma de pensar, Heráclito decidió abandonarlo todo e irse a vivir a una montaña. Pasó toda su vida meditando. Reunió sus conclusiones en un libro llamado Sobre la Naturaleza, poco menos que incomprensible, pues al parecer no quería que los hombres mediocres le entendieran, y con ello se ganó el apelativo de Heráclito el oscuro. La base de su filosofía consistía en que la realidad es un continuo cambio: todo fluye, nada permanece. Toda la realidad es el cambio incesante de un único principio: el fuego. De él surgen los gases, que luego se condensan en líquidos y de sus residuos al evaporarse surgen los sólidos. El universo es fuego en distintos estados. No hay dioses. ¿Cómo iba a existir un dios eterno e inmutable, si ya ha quedado claro que todo es cambiante? A lo único a lo que en cierto sentido podríamos llamar "dios" es al fuego, pero teniendo bien claro que el fuego no es bueno ni malo, ni distingue entre el bien y el mal.  Llamamos "bien" a lo que nos conviene llamar "bien", pero nuestro juicio no está avalado por el de ningún dios antropomorfo. La existencia de algo conlleva necesariamente la posibilidad de cambiar a su contrario. No puede haber día sin noche, riqueza sin pobreza, vida sin muerte. El cambio de algo en su contrario es una necesidad inevitable. El sabio debe comprender la necesidad de que existan los opuestos, y resignarse ante el dolor, la pobreza o la enfermedad como complementos necesarios del placer, la riqueza o la salud.
Por esta época había ganado fama Epidauro, una ciudad de la Argólida a la que acudían todos los enfermos de Grecia. Allí estaba el templo de Asclepios, dios especializado en curaciones milagrosas. Se han encontrado muchas lápidas con inscripciones como ésta:
Oh Asclepios, oh deseado, oh invocado dios, ¿cómo podría conducirme dentro de tu templo si tú mismo no me conduces a él, oh invocado dios que sobrepasas en esplendor el esplendor de la Tierra y de la primavera? Y ésta es la plegaria de Diofanto: Sálvame, oh dios socorredor, sálvame de esta gota, que sólo tú lo puedes, oh dios misericordioso, sólo tú en la tierra y en el cielo. Oh dios piadoso, oh dios de todos los milagros, gracias a ti he sanado, oh dios santo, oh bendito dios, gracias a ti, gracias a ti Diofanto no caminará más como un cangrejo, sino que tendrá buenos pies, como tú has querido.
El templo estaba rodeado por unos pórticos de setenta y cuatro metros de longitud, donde acudían los peregrinos y, tras darse un baño obligatorio, podían entrar en el templo. No sabemos qué clase de curas se dispensaban allí. Probablemente los sacerdotes de Asclepios eran unos embaucadores, pero también es posible que conocieran unos rudimentos de medicina basados en hierbas y aguas termales. De todos modos el ingrediente principal de las curaciones era sin duda la sugestión de las ceremonias espectaculares.
En 527 murió el tirano ateniense Pisístrato. En un par de ocasiones había sido obligado a abandonar el poder (y la ciudad), pero logró recuperarlo poco después. Finalmente se ganó el respeto de sus conciudadanos, pues en ningún momento tomó represalias o trató de instaurar un régimen policial. Al contrario, organizó elecciones libres para los arcontes, se sometió al control del Senado y la Asamblea, e incluso cuando alguien le acusó de asesinato, su respuesta fue una querella ante un tribunal. Ganó la causa porque el acusador no se presentó. Su autoridad se basaba en una personalidad arrolladora. Se hacía lo que él quería, pero sólo después de haber convencido a los demás de que era también lo que ellos deseaban hacer. Entre sus reformas más destacadas estaba una reforma agraria por la que destruyó los latifundios en favor de los pequeños propietarios. Había establecido que a su muerte sería sustituido por sus dos hijos, Hipías e Hiparco, y así fue. Éstos continuaron la política de su padre y Atenas continuó progresando económica y culturalmente.
En 525 murió el faraón Ahmés II y fue sucedido por su hijo Psamético III, quien ese mismo año tuvo que enfrentarse al desastre para el que su padre había ido preparando a Egipto: El rey persa Cambises II había terminado de ordenar la parte oriental de su imperio y ahora se dirigía hacia Egipto. Hubo un encuentro en Pelusio, al este del delta, pero las tropas persas arrollaron a las egipcias sin dificultad. Seguidamente Cambises II tomó Menfis, aceptó la rendición sin resistencia de los libios, marchó hacia el sur, saqueó Tebas y penetró en Nubia, puso bajo su control la parte norte del país y retornó a Menfis para aprovisionarse.
Los egipcios describieron a Cambises II en su historia como un gobernador cruel, pero, como en otras ocasiones, "cruel" puede significar simplemente "extranjero". Contaban que Cambises II fue derrotado en Nubia (lo cual no es probable), y que al volver a Menfis se encontró a los egipcios en una celebración. Se imaginó que estaban celebrando su derrota y montó en cólera. Los egipcios le explicaron que la fiesta se debía a que habían encontrado un toro que satisfacía unos exigentes requisitos que demostraban que era el dios Apis, lo cual prometía buenas cosechas. Cambises II, aún enfadado, desenvainó su espada e hirió al toro, lo que para los egipcios era un abominable sacrilegio.
En 524 la ciudad griega de Cumas, en Italia, derrotó a una coalición etrusco-itálica. Las tropas griegas estaban capitaneadas por Aristodemo, que poco después se convertiría en tirano de Cumas. Esta derrota no pareció afectar sensiblemente al poder etrusco en Italia, ni siquiera en la Campania, la región de Cumas, pero lo cierto es que esta fecha puede considerarse como el inicio de la decadencia etrusca, que se iría acentuando en las décadas siguientes.
En 523 empezó a predicar en la India Siddhartha Gautama, conocido como Buda (el iluminado). Había nacido en el bosque de Lumbini, en las laderas del Himalaya. Su padre era el jefe de una aldea y su madre había muerto a los pocos días de su nacimiento. Por aquel entonces en la India había sociedades muy diversas. Algunas se encontraban todavía en el neolítico, otras estaban bajo la dominación Aria, y entre ellas algunas estaban empezando a desarrollarse económica y culturalmente. Gautama tuvo una infancia fácil y protegida, se casó y tuvo un hijo, pero a la edad de 29 años se sintió conmovido por todo el sufrimiento que veía a su alrededor, con lo que decidió abandonar a su familia  y entregarse al ascetismo. Finalmente, meditando al pie de un árbol, obtuvo la iluminación y se convirtió en Buda, momento en que empezó a difundir sus enseñanzas. Contaba con la amistad y la protección del rey Bimbisara de Magadha.
Buda aceptó algunas ideas del hinduismo, como la reencarnación de las almas, si bien la concebía en un sentido más débil: el alma es un agregado de cinco elementos:
1. El cuerpo y los sentidos,
2. los sentimientos y sensaciones,
3. la percepción sensorial,
4. las voliciones y facultades mentales,
5. la razón o conciencia.
Estos elementos están en continuo cambio y su unión se disuelve con la muerte. Lo que se transmite en las reencarnaciones no es el alma, sino el karma que ésta ha acumulado, un flujo de energía que se reviste de un cuerpo tras otro hasta que alcanza el fin último, llamado nirvana. Como el jainismo, el budismo es una religión sin dios. Según Buda hay cuatro verdades excelentes:
1. La existencia humana es sufrimiento,
2. El sufrimiento está causado por el deseo,
3. El sufrimiento puede ser superado por la victoria sobre el deseo,
4. Esta victoria puede lograrse siguiendo el camino de las ocho etapas: visión justa; resolución justa; palabra justa, verdadera y buena; comportamiento correcto; trabajo correcto; esfuerzo correcto; memoria o atención correcta y contemplación. A su vez, la contemplación requiere cuatro etapas: aislamiento, que se convierte en alegría, meditación, que proporciona la paz interior, concentración, que provoca el bienestar del cuerpo, y contemplación, que es recompensada con la indiferencia ante la felicidad o la desgracia.
El budismo era concebido como un "camino intermedio" para lograr la liberación del alma, intermedio entre las dos vías (fáciles y superficiales) que reconocía el brahmanismo y el ascetismo riguroso de los jainistas. Aceptó los votos jainistas modificados para ser compatibles con una vida normal. Así, la muerte de seres vivos era permitida con fines alimenticios, la castidad fue sustituida por la fidelidad en el matrimonio, etc., pero las bebidas embriagadoras, el juego, el trato con personas indeseables, etc. estaba rigurosamente prohibido.
En 522 murió Polícrates, el tirano de Samos. Parece ser que fue sorprendido en una emboscada por un enemigo y fue cruelmente asesinado. Ese mismo año, un sacerdote medo llamado Gaumata afirmó ser Smerdis, hermano del rey persa Cambises II, y fue proclamado rey por algunos nobles medos mientras Cambises II estaba en Egipto. Sin embargo, el sacerdote no podía ser quien dijo ser, pues el propio Cambises II había mandado asesinar a su hermano antes de su partida, en previsión de una posible traición como la que, aun así, tuvo lugar. Cambises II se enteró de lo sucedido mientras volvía de Egipto. Hizo saber que el verdadero Smerdis estaba muerto, pero no pudo hacer más, porque pronto fue asesinado. Junto a él estaba un pariente lejano, también, pues, de la familia aqueménida, quien inmediatamente se puso al frente de las fuerzas leales a Cambises II, marchó sobre Media, mató al falso Smerdis, se hizo proclamar rey y, tras unos meses de incertidumbre, en 521, logró el control absoluto del imperio. Su nombre era Darío I.
Es muy probable que bajo estos hechos haya motivaciones nacionalistas e incluso religiosas. Por ejemplo, Ciro y Cambises II aceptaron la religión babilónica, mientras que el falso Smerdis y Darío I eran mazdeístas. Tal vez Cambises II descubrió o sospechó que un grupo de nobles medos descontentos con el dominio persa estaban urdiendo una rebelión, y que su hermano podría estar pensando en aprovechar las circunstancias para proclamarse rey. Tal vez Darío I aprovechó las circunstancias para proclamarse rey matando a Cambises II. Tal vez era mazdeísta o tal vez juzgó que los mazdeístas eran entonces la facción más poderosa, con lo que la mejor forma de verse respaldado era aparecer como mazdeísta pro medo a la vez que como aqueménida con derecho al trono. Sea como fuere, Darío I acabó contando con el apoyo de Media y con los recelos de Babilonia, justo al revés de lo que le había ocurrido a Cambises II.
En 520 Cleómenes I ocupó uno de los dos tronos de Esparta. Poco después marchó sobre la Argólida e infligió a Argos una decisiva derrota, tras la cual Esparta dominó definitivamente todo el Peloponeso. Estrictamente poseía un tercio del territorio, otro tercio era Arcadia, que desde hacía tiempo era su aliada incondicional, y el otro tercio era la Argólida, que ya nunca más se atrevió a cuestionar la autoridad espartana. En el Peloponeso no se movía un soldado sin permiso de Esparta, y la ciudad fue considerada como el líder del mundo griego, pese a que culturalmente era con diferencia la ciudad más pobre.
www.uv.es/ivorra/Historia/Indice.htm
Corrección textual y selección fotográfica: Alfonso Gil

HISTORIA DE LA IGLESIA... 15

FE Y RAZÓN EN LA EDAD MEDIA

La vida monástica era uno de los principales núcleos de la Iglesia medieval. De hecho, constituía uno de los tres órdenes en los que se dividía la sociedad: los que rezan, los que combaten y los que trabajan.
El monacato pasaba por tres fases bien diferenciadas: la evangelización de los pueblos bárbaros, la ilustración o culturización de la sociedad y la plenitud de su esplendor con las reformas de Cluny y del Císter.
Además del monacato tradicional, aparecieron otras órdenes religiosas, entre las que destacaban los cartujos y los frailes mendicantes; entre estos, los dominicos y los franciscanos.
La religiosidad del pueblo era muy compleja. Vive envuelto en una atmósfera religiosa en la que se mezclan elementos cristianos con tradiciones y costumbres paganas. Pero algunos de los rasgos más significativos de la religiosidad popular fueron:
· La búsqueda de realidades materiales y sensibles que fueran mediaciones seguras del misterio de Dios. Tales como: romerías, peregrinaciones, reliquias, etc…
· La arraigada costumbre de rendir culto a los muertos, en especial a los canonizados por la Iglesia. Se instituye, en el siglo IX, la festividad de Todos los Santos.
· El deseo de imitar la vida monástica, considerada como el verdadero ideal de vida cristiana. Ejemplo de ello, el libro de la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis.
En los siglos XI y XII, aparecen escritores cristianos importantes, como san Anselmo, que intenta buscar un fundamento racional a los dogmas de fe; Pedro el Venerable, san Bernardo y Joaquín de Fiore. Pero será en el siglo XIII cuando se llegue a construir una “síntesis entre fe y razón”, y a eso se le llamó Escolástica.
El principal precursor de la “Escolástica” fue Pedro Abelardo, que entendía la Teología como la relación entre la fe y la razón. Pero el principal representante de la Escolástica fue santo Tomás de Aquino, con su “Summa Theologica” en la que expone de forma sistemática las cuestiones teológicas que enseñaba en la Universidad. En concreto, cree en la necesidad de exponer las verdades de fe en armonía con las exigencias de la razón. Para ello, utiliza las categorías o conceptos filosóficos para expresar el mensaje revelado, y ve la necesidad de encontrar la coherencia interna de éste para dar a la Teología la categoría de ciencia.

Alfonso Gil González

PERSONAJES DE LA BIBLIA... 8

Abraham

 La forma original del nombre, Abram , es aparentemente el término asirio Abu-ramu. Es dudoso si el significado usualmente atribuido a esa palabra, "padre excelso", es correcto. El significado que se da al nombre Abraham en Génesis 17,5 es un juego popular de palabras, y se desconoce su significado real. El asiriólogo Hommel sugiere que en el dialecto minoico, se escribe la letra hebrea Hê ("h") para alargar la letra a. Quizás aquí podemos tener la derivación real de la palabra, y Abraham puede ser solamente una forma dialéctica de Abram. 
 La historia de Abraham aparece en el Libro del Génesis, 11,26 a 25,18. Primero daremos un breve resumen de la vida del patriarca, como se relata en esa parte del Génesis, luego discutiremos en secuencia el tema de Abraham desde los puntos de vista del Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, historia profana y leyenda.
Contenido
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· 1 Breve resumen de la vida de Abraham
· 2 Punto de vista del Antiguo Testamento
· 3 Punto de vista del Nuevo Testamento
· 4 A la luz de la Historia Profana
· 5 Punto de vista de la Leyenda
Breve resumen de la vida de Abraham
 Téraj tuvo tres hijos: Abram, Najor y Harán. Abram se casó con Saray. Téraj tomó a Abram y su esposa Saray, y a Lot, el hijo de Harán, quien había muerto, y dejando Ur de los caldeos, vino a Jarán y vivió allí hasta su muerte. Entonces, respondiendo al llamado de Dios, Abram, con su esposa Saray, y Lot, y el resto de sus posesiones, fueron a la tierra de Canaán, entre otros lugares a Siquem y Betel, donde construyó altares al Señor.
 Una hambruna estalló en Canaán y Abram viajó hacia el sur a Egipto, y cuando había entrado al país, temiendo ser asesinado a causa de su esposa, le rogó a ésta que dijera que era su hermana. La noticia de la belleza de Saray llegó hasta el Faraón, y él la condujo a su harén, y honró a Abram en consideración a ella. Después, sin embargo, encontrando que ella era la esposa de Abram, la despachó ilesa, y reprendiendo a Abram por lo que había hecho, lo expulsó de Egipto. 
 De Egipto, Abram vino con Lot hacia Betel, y allí, encontrando que sus rebaños y ganados habían crecido mucho, propuso que se separaran y fueran por sus propios caminos. Así, Lot escogió el país alrededor del Jordán, mientras que Abram vivió en Canaán, y vino y habitó en el valle de Mambré en Hebrón. Ahora, a causa de una sublevación de los reyes de Sodoma y Gomorra y otros reyes contra Kedorlaomer, rey de Elam, después de haberle servido durante doce años, éste en el año décimo cuarto hizo una guerra contra ellos con sus aliados, Tidal, rey de naciones, Amrafel, rey de Senaar, y a Aryok, rey de Ponto. 
 El rey de Elam salió victorioso, y había ya llegado a Dan con Lot como prisionero, y cargado con el botín, cuando fue alcanzado por Abram. Con 318 hombres, el patriarca lo sorprende, lo ataca y lo derrota, rescata a Lot y el botín y regresa triunfante. En su camino a casa, se encuentra con Melquisedec, rey de Salem quien presenta pan y vino, y lo bendice, y Abram le da el diezmo de todo lo que tiene; pero no reserva nada para sí mismo. Dios promete a Abram que su descendencia será como las estrellas del cielo y que él poseerá la tierra de Canaán. Pero Abram no ve cómo será eso, porque ya se ha vuelto viejo. Entonces la promesa es garantizada por un sacrificio entre Dios y Abram, y por una visión y una intervención sobrenatural durante la noche. 
 Saray, quien había envejecido y había abandonado la idea de tener hijos, persuadió a Abram a tomar a su sierva Agar. El así lo hace, y Agar, estando encinta, desprecia a la estéril Saray. Saray la maltrata por esto, así que ella huye al desierto, pero es persuadida a regresar por un ángel que la conforta con promesas de grandeza del hijo que va a dar a luz. Ella regresa y da a luz a Ismael. Trece años más tarde, Dios se aparece a Abram y le promete un hijo de Saray, y que su posteridad será una gran nación. Como signo, le cambia el nombre de Abram por Abraham, el de Saray por Sara, y ordena el rito de circuncisión. 
 Un día después, estando sentado Abraham en su tienda, en el valle de Mambré, Yahveh se le aparece con dos ángeles en forma humana. Él les muestra su hospitalidad. Entonces se le renueva a Abraham la promesa de un hijo llamado Isaac. La anciana Sara escucha con incredulidad y se ríe. Entonces se le informa a Abraham sobre la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra debido a sus pecados, pero obtiene de Yahveh la promesa de que no las destruirá si encuentra diez justos allí. Luego sigue una descripción de la destrucción de las dos ciudades y el escape de Lot. 
 A la mañana siguiente, Abraham, mirando desde su tienda hacia Sodoma, ve subiendo al cielo el humo de la destrucción. Después de esto, Abraham se desplaza hacia el sur a Guerar, y temiendo nuevamente por su vida dice de su esposa, "ella es mi hermana". El rey de Guerar, Abimelec, envía por ella y la toma, pero conociendo en un sueño que ella es la esposa de Abraham, la regresa sin tocarla, y lo reprende y le da regalos. En su ancianidad Sara da a Abraham un hijo, Isaac, y es circuncidado en el octavo día. Mientras él es todavía joven, Sara está celosa, viendo a Ismael jugando con el pequeño Isaac, así que procura que Agar y su hijo sean arrojados fuera. Entonces, Agar habría dejado a Ismael perecer en el desierto, si un ángel no la hubiese animado hablándole del futuro de su hijo. Abraham está próximo a sostener una disputa con Abimelec acerca de un pozo en Berseba, la cual termina en un convenio entre ellos.
Fue después de esto que tiene lugar la gran prueba de fe de Abraham. Dios le manda sacrificar a su único hijo Isaac. Cuando Abraham tiene su brazo levantado y está en el acto de golpear, un ángel del cielo detiene su mano y le hace la más maravillosa promesa de la grandeza de su posteridad como consecuencia de su completa fe en Dios. Sara muere a la edad de 127 años, y Abraham, habiendo comprado a Efrón el hitita la cueva en Macpelá cerca de Mambré, la sepulta allí. Su propia carrera no está aún enteramente terminada, pues primero que todo toma una esposa para su hijo Isaac, Rebeca, de la ciudad de Najor en Mesopotamia. Luego él se casa con Queturá, vieja como él, y de ella tiene seis hijos. Finalmente, dejando todas sus posesiones a Isaac, muere a la edad de 170 años, y es sepultado por Isaac e Ismael en la cueva de Macpelá.
Punto de vista del Antiguo Testamento
Abraham puede ser considerado el punto de arranque o fuente de la religión del Antiguo Testamento. De modo que desde los días de Abraham, los hombres se acostumbraron a hablar de Dios como el Dios de Abraham, mientras que no encontramos a Abraham refiriéndose en la misma forma a cualquiera anterior a él. Así tenemos al criado de Abraham hablando de "el Dios de mi padre Abraham" (Génesis 24,12). Yahveh, en una aparición a Isaac, habla de sí mismo como el Dios de Abraham (Gen. 26,24), y para Jacob El es "el Dios de mi padre Abraham" (Gen. 31,42). Así, también, mostrando que la religión de Israel no comienza con Moisés, Dios dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham" etc. (Ex. 3,6). La misma expresión se usa en los Salmos [47(46),10] y es común en el Antiguo Testamento. Abraham es así escogido como el comienzo o fuente de la religión de los hijos de Israel y el origen de su cercana relación con Yahveh, a causa de su fe, confianza y obediencia a y en Yahveh, y por las promesas de Yahveh a él y a su descendencia. Así, en Génesis, 15,6, se dice: "Abram creyó en Dios, el cual se lo reputó por justicia". Esta fe en Dios fue demostrada por él cuando dejó Jarán y viajó con su familia al país desconocido de Canaán. Fue probada fundamentalmente cuando estuvo dispuesto a sacrificara su único hijo Isaac, en obediencia a un mandato de Dios. Fue en esa ocasión cuando Dios dijo: "Porque tú no has perdonado a tú único hijo engendrado por amor a mí, Yo te bendeciré" etc. (Gen. 22,16-17). Es a ésta y otras promesas hechas tan a menudo por Dios a Israel, que los escritores del Antiguo Testamento se refieren una y otra vez en confirmación de sus privilegios como el pueblo escogido. Estas promesas, que se registra haber sido hechas no menos de ocho veces, son que Dios dará la tierra de Canaán a Abraham y su descendencia (Gen., 12,7); que su descendencia crecerá y se multiplicará como las estrellas del cielo; que él mismo será bendito y que en él "serán benditas todas las naciones de la tierra" (12,3). En consecuencia, la opinión tradicional de la vida de Abraham, como se registra en el Génesis, es que es historia en el estricto sentido de la palabra. Así el Padre von Hummelauer, S.J., en su comentario sobre el Génesis en el "Cursus Scripturae Sacrae" (30), en respuesta a la pregunta sobre de qué autor procedió primero la sección sobre Abraham, replica, de Abraham como la primera fuente. En efecto, él igualmente dice que está todo en un mismo estilo, como una prueba de su origen, y que el pasaje, 25,5-11, concerniente a los bienes, muerte, y sepultura de Abraham viene de Isaac. Debe, sin embargo, añadirse que es dudoso si el Padre Hummelauer se adhiere todavía a estas opiniones, escritas antes de 1895, puesto que él ha modificado mucho su posición en el volumen sobre el Deuteronomio.
Una opinión bastante diferente sobre la sección del Génesis que trata de Abraham, y en efecto de todo el Génesis, es asumida por eruditos críticos modernos. Ellos, casi unánimemente, sostienen que la narración de la vida del patriarca está compuesta prácticamente en su totalidad de tres escrituras o escritores llamados el yahvista, el eloísta, y el escritor sacerdotal, y denotados por las letras J, E y P. J y E consistían de colecciones de historias relativas al patriarca, algunas de origen más antiguo, otras más recientes. Quizá las historias de J muestran una mayor antigüedad que las de E. No obstante, los dos autores son muy semejantes y no siempre es fácil distinguir uno del otro en el relato combinado de J y E. A partir de lo que podemos observar, ni el yahvista ni el eloísta fue un autor personal. Ambos son más bien escuelas, y representan las colecciones de muchos años. Ambas colecciones fueron cerradas antes del tiempo de los profetas; J en algún momento en el siglo IX a.C., y E en los comienzos del siglo VIII, el primero probablemente en el Reino del Sur, el último en el Norte. Luego, hacia el final del reino, tal vez debido a la inconveniencia de tener dos relatos rivales de las historias de los patriarcas, etc., un redactor R.JE (?) combinó las dos colecciones en una, conservando en lo posible las palabras de sus fuentes, haciendo tan pocos cambios como fuese posible para ajustarlas una a la otra, y tal vez siguiendo principalmente a J en el relato de Abraham. Entonces, en el siglo V, un escritor que evidentemente pertenecía a la casta sacerdotal, puso por escrito nuevamente un relato de la historia primitiva y patriarcal, desde el punto de vista sacerdotal. Le asignó gran importancia a la claridad y la exactitud; sus relatos de cosas son a menudo moldeados en la forma de fórmulas (cf. Gén. 1); es muy peculiar acerca de las genealogías, como también de las notas cronológicas. La vivacidad y el color de las narraciones patriarcales más antiguas, J y E, son deficientes en la última, que en su mayor parte es tan formal como un documento legal, aunque a veces no carece de dignidad y aún de majestad como es el caso del primer capítulo del Génesis. En fin, la moral que puede sacarse de los diferentes eventos narrados, es más claramente expresada en este tercer escrito y, según los críticos, el punto de vista moral es aquel del siglo V a.C. Finalmente, después del tiempo de Esdras, esta última historia, P, fue unificada con la ya combinada narración J.E. por un segundo redactor R.JEP, siendo el resultado la actual historia de Abraham, y en realidad el libro actual del Génesis; aunque con toda probabilidad se hicieron inserciones en una fecha aún posterior.
Punto de vista del Nuevo Testamento
San Mateo remonta la genealogía de Jesucristo hasta Abraham, y aunque en la Genealogía de Cristo, según San Lucas, se señala que desciende según la carne no sólo de Abraham sino también de Adán, no obstante, San Lucas muestra su apreciación de los frutos del linaje de Abraham, atribuyéndole todas las bendiciones de Dios sobre [[israelitas| Israel a las promesas hechas a Abraham. Esto hace en el Magnificat, 1,55, y en el Benedictus, 1,73. Más aún, en la medida que el Nuevo Testamento sigue la huella de Jesucristo desde Abraham, así lo hace de todos los judíos; no obstante, cuando hace esto, lo acompaña de una nota de advertencia, no sea que los judíos se imaginen que tienen derecho a poner su confianza en el hecho de su descendencia carnal de Abraham, sin nada más. Así (Lucas, 3,8), San Juan el Bautista dice: "No comencéis a decir: Tenemos a Abraham por nuestro padre, porque yo os digo que de estas piedras puede Dios hacer nacer hijos a Abraham". En Lucas, 19,9 el Salvador llama al pecador Zaqueo un hijo de Abraham, así como de igual forma llama hija de Abraham a una mujer a quien Él había sanado (Lucas, 13,16); pero en éste y muchos casos similares, ¿no es simplemente otra manera de llamarlos judíos e israelitas, exactamente como a veces se refiere a los Salmos bajo el nombre general de David, sin implicar que David escribió todos los Salmos, y como llama al Pentateuco los Libros de Moisés, sin pretender zanjar la cuestión de la autoría de esa obra?
No es a la descendencia carnal de Abraham a lo que se le atribuye importancia; más bien, es a la práctica de las virtudes atribuidas a Abraham en el Génesis. Así en Juan 8 los judíos, a quienes Nuestro Señor estaba hablando, alardean (33): "Nosotros somos hijos de Abraham", y Jesús les replica (39): "Si sois hijos de Abraham, obrad como Abraham". San Pablo también muestra que él es hijo de Abraham y se gloría en ese hecho como en 2 Cor. 11,22, cuando exclama: "Ellos son los hijos de Abraham, también yo lo soy". Y de nuevo (Rom. 11,1): "Yo también soy un israelita, del linaje de Abraham", y se dirige a los judíos de Antioquía en Pisidia (Hch. 13,26) como "hijos de la raza de de Abraham". Pero, siguiendo la enseñanza de Jesucristo, San Pablo no atribuye demasiada importancia a la descendencia carnal de Abraham; pues él dice (Gal. 3,29): "Si sois de Cristo, entonces sois herederos de Abraham", y de nuevo (Rom. 9,6): "No todos los descendientes de Israel son israelitas; ni todos los que son descendientes de Abraham, sus hijos".
Así también podemos observar en todo el Nuevo Testamento la importancia atribuida a las promesas hechas a Abraham. En los Hechos de los Apóstoles, 3,25, San Pedro recuerda a los judíos la promesa, "en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra". Lo mismo hace San Esteban en su discurso ante el concilio (Hch. 7), y San Pablo en la Epístola a los Hebreos, 6,13. No fue la fe del anciano patriarca inferior a la elevada idea de ella expresada por los escritores del Nuevo Testamento. El pasaje del Génesis que estaba más prominentemente ante ellos era 15,6: "Abraham creyó en Dios, el cual se lo reputó por justicia". En Romanos 4 San Pablo arguye vigorosamente por la supremacía de la fe, de la cual dice que justificó a Abraham, "si Abraham obtuvo la justicia por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no delante de Dios". La misma idea es inculcada en la Epístola a los Gálatas (cap. 3) donde se discute la cuestión: "Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por la fe en la predicación?" San Pablo decide que es por la fe y dice: "Luego los que tienen fe serán justificados con el fiel Abraham". Es claro que este lenguaje, tomado tal cual, y separadamente de la absoluta necesidad de buenas obras sostenida por San Pablo, es propenso a descarriar y efectivamente ha descarriado a muchos en la [[historia eclesiástica. Por consiguiente, a fin de apreciar por completo la doctrina católica de la fe, debemos suplementar a San Pablo con Santiago. En 2,17-22, de la epístola católica leemos: "Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Pero alguien dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras, muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré mi fe por las obras. Tú crees que hay un solo Dios. Haces bien; también lo creen los demonios y tiemblan. Pero quieres saber, ¡oh hombre vano!, que la fe sin obras está muerta? ¿No fue nuestro padre Abraham justificado por sus obras, y por las obras su fe se hizo perfecta?"
En la Epístola a los Hebreos (cap. 7), San Pablo entra en una larga discusión concerniente al sacerdocio eterno de Jesucristo. El recuerda las palabras del Salmo 110(109) más de una vez, en el cual se dice: "Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec". Recuerda el hecho de que Melquisedec es etimológicamente el rey de justicia y también rey de paz; y más aún, que no solamente es rey, sino también sacerdote del Altísimo Dios. Entonces, teniendo en cuenta que no se tiene conocimiento de su padre, madre o genealogía, ni registro alguno de sus herederos, se asemeja a Cristo rey y sacerdote; no levita ni de acuerdo al orden de Aarón, sino un sacerdote eterno de acuerdo al orden de Melquisedec.
A la luz de la Historia Profana
Uno se inclina a preguntar, cuando considera la luz que la historia profana puede arrojar sobre la vida de Abraham: ¿No es increíble la vida del patriarca? La pregunta puede ser, y es contestada en diferentes formas, de acuerdo al punto de vista del interrogador. Tal vez no carezca de interés citar la respuesta del Profesor Driver, un hábil y representativo exponente de las opiniones críticas moderadas:
“¿Contienen las narraciones patriarcales improbabilidades históricas intrínsecas? O, en otras palabras, ¿hay algo intrínsecamente improbable en las vidas de los distintos patriarcas, y las vicisitudes por las cuales respectivamente pasaron? Al considerar esta interrogante, debe hacerse una distinción entre las diferentes fuentes de las cuales están compuestas estas narraciones. Aun cuando detalles particulares en ellas pueden ser improbables, y aunque la representación puede, en algunas partes, estar coloreada por lo religioso y otras asociaciones de la edad en la que fueron escritas, no puede decirse que las biografías de los tres primeros patriarcas, como se exponen en J y E, sean, generalmente hablando, históricamente improbables; si se toman en conjunto, los movimientos y vidas generales de Abraham, Isaac y Jacob son creíbles”. (Génesis, p. 46).
Tal es la opinión moderada; la postura avanzada es algo diferente. "La opinión asumida por el paciente criticismo reconstructivo de nuestros días es que, no sólo religiosamente, sino aún en un sentido cualitativo, históricamente también, las narraciones de Abraham merecen nuestra atención" (Cheyne, Encyc. Bib., 26). Volviendo ahora a mirar la luz arrojada por la historia profana sobre los relatos de la vida de Abraham como se dan en el Génesis, tenemos primero que todo, las narraciones de historiadores antiguos, como Nicolás de Damasco, Beroso, Hecateo y similares. Nicolás de Damasco dice cómo Abraham, cuando salió de Caldea vivió por varios años en Damasco. En efecto, en Josefo se dice que él fue el cuarto rey de esa ciudad. Pero entonces no hay duda práctica de que este relato se basa en las palabras del Génesis, 14,15, en el cual se menciona el pueblo de Damasco. En cuanto al gran hombre al cual se refiere Josefo como mencionado por Beroso, no hay nada para mostrar que ese gran hombre fue Abraham. En la "Praeparatio Evang." de Eusebio hay extractos de numerosos escritores antiguos, pero no se les puede atribuir ningún valor histórico. En efecto, en lo que concierne a los historiadores antiguos, podemos decir que todo lo que conocemos de Abraham está contenido en el libro del Génesis.
Un asunto mucho más importante e interesante es el valor atribuible a los recientes descubrimientos arqueológicos de exploradores bíblicos y otros en el Oriente. Arqueólogos como Hommel, y más especialmente Sayce, están dispuestos a asignarles una gran importancia. Ellos dicen, en efecto, que estos descubrimientos arrojan un serio elemento de duda sobre muchas de las conclusiones de los críticos más prominentes. De otra parte, críticos avanzados como Cheyne al igual que moderados como Driver, no tienen en muy alta estima las deducciones hechas por estos arqueólogos a partir de la evidencia de los monumentos, sino que las consideran como exageraciones. Para dejar el asunto más claro, citamos lo siguiente del Profesor Sayce, para capacitar al lector a ver por sí mismo, lo que él piensa (Early Hist. Of the Hebrews, 8): "Se han encontrado tablillas cuneiformes relativas a Kedorlaomer y los otros reyes de Oriente mencionados en el capítulo 14 del Génesis, mientras que en las Tablas de Tell el-Amarna]], el rey de Jerusalén declara que él había sido elevado al trono por el 'brazo' de su Dios, y fue por consiguiente, un sacerdote-rey como Melquisedec. Pero Kedorlaomer y Melquisedec hacía mucho tiempo habían sido proscritos al campo mítico y el criticismo no admitiría que un descubrimiento arqueológico los hubiese restituido a la historia real. Por consiguiente, escritores en satisfecha ignorancia de los textos cuneiformes, dijeron a los asiriólogos que sus traducciones e interpretaciones eran igualmente erróneas". Ese pasaje dejará en claro el gran desacuerdo en que están los críticos y los arqueólogos.
Pero nadie puede negar que la asiriología ha arrojado alguna luz sobre las historias de Abraham y los otros patriarcas. Así el nombre de Abraham era conocido en aquellos tiempos remotos; pues entre otros nombres cananeos y amorreos encontrados en escrituras de venta de ese período están los de Abi-ramu, o Abram, Jacob-el (Ya'qub-il), y Josef-el (Yasub-il). Así, también, respecto al capítulo catorce del Génesis, que relata la guerra de Kedorlaomer y sus aliados en Palestina, no hace tanto tiempo que la crítica lo relegó a la región de la fábula, bajo la convicción de que babilonios y elamitas en Palestina y la tierra circundante era un burdo anacronismo en esa fecha remota. Pero ahora el Profesor Pinches ha descifrado ciertas inscripciones relativas a Babilonia en las que los cuatro reyes, Amrafel rey de Senaar, Aryok rey de Ponto, Kedorlaomer rey de los elamitas, y Tidal rey de naciones, son identificados con el rey Hammurabi de Babilonia, Eri-aku, Kudur-laghghamar, y Tuduchula, hijo de Gaza, y que habla de una campaña de estos monarcas en Palestina. Así que nadie puede seguir asegurando que la guerra de la que se habla en el Génesis 14 puede ser solamente una reflexión tardía de las guerras de Senaquerib y otros en los tiempos de los reyes. De las tablas de Tell el-Amarna sabemos que la influencia babilónica era predominante por aquellos días en Palestina. Más aún, tenemos luz, arrojada por las inscripciones cuneiformes, sobre el incidente de Melquisedec. En Génesis 14,18 dice: "Melquisedec, rey de Salem, presentando pan y vino, porque era el sacerdote del Dios Altísimo, lo bendijo". Entre las cartas de Tell el-Amarna hay una de Ebed-Tob, rey de Jerusalén (la ciudad es Ursalim, es decir, ciudad de Salim, y se habla de ella como Salem). El es sacerdote designado por Salem, el dios de Paz, y es por tanto rey y sacerdote. De la misma manera, Melquisedec es sacerdote y rey, y naturalmente viene a saludar a Abraham que regresa en paz; y por tanto, también Abraham le ofrece a él como sacerdote un diezmo del botín de guerra. De otra parte, debe decirse que el Profesor Driver no admitirá las deducciones de Sayce a partir de las inscripciones en cuanto a Ebed-Tod, y no reconocerá ninguna analogía entre Salem y el Altísimo Dios.
Tomando la arqueología en conjunto, es indudable que no se han logrado resultados definitivos en cuanto a Abraham. Lo que ha salido a la luz es susceptible de diferentes interpretaciones. Pero no hay duda de que la arqueología está poniendo fin a la idea de que las leyendas patriarcales son un simple mito. Se muestra que ellas son algo más que eso. Se está descubriendo un estado de cosas en los tiempos patriarcales muy consistente con mucho de lo que se relata en el Génesis, y a veces, hasta confirmando aparentemente los hechos de la Biblia.
Punto de vista de la Leyenda
Llegamos ahora a la cuestión: hasta dónde la leyenda juega una parte en la vida de Abraham como se registra en el Génesis. Es una pregunta práctica e importante, porque es muy discutida por críticos modernos y todos creen en ella. Al establecer la opinión crítica sobre el asunto, no se me debe interpretar como que estoy dando mis propias opiniones también.
Hermann Gunkel, en la Introducción a su Comentario sobre el Génesis (3) escribe: "Es innegable que hay leyendas en el Antiguo Testamento, considérese por ejemplo las historias de Sansón y Jonás. En consecuencia no es asunto de creencia o escepticismo, sino meramente un asunto de obtener mejor conocimiento, para examinar si las narraciones del Génesis son historia o leyenda." Y de nuevo: "En un pueblo con una facultad poética tan altamente desarrollada como Israel tendría que existir también un lugar para la leyenda. La confusión absurda de 'leyenda' con 'mentira' ha inducido a gente buena a vacilar en admitir que hay leyendas en el Antiguo Testamento. Pero leyendas no son mentiras; por el contrario, son una forma particular de poesía." Estos pasajes dan una muy buena idea de la posición actual del Alto Criticismo relativo a las leyendas del Génesis, y de Abraham en particular.
El primer principio enunciado por los críticos es que los relatos de las épocas primitivas y de los tiempos patriarcales se originaron entre gente que no practicaba el arte de la escritura. Entre todos los pueblos, dicen ellos, la poesía y la leyenda fueron el primer comienzo de la historia; así fue en Grecia y Roma, así fue en Israel. Estas leyendas fueron puestas en circulación y transmitidas por tradición oral, y sin duda, contenían un núcleo de verdad. Muy a menudo, donde se usan nombres individuales, estos nombres no se refieren en realidad a individuos, sino a tribus, como en Génesis 10, y los nombres de los doce patriarcas, cuyas migraciones son las de las tribus que ellos representan. Por supuesto, no se debe suponer que estas leyendas no son más antiguas que las colecciones J, E y P en las cuales ellas ocurren. Ellas estuvieron en circulación siglos antes y por largos períodos de tiempo, siendo más cortas aquellas de origen más antiguo, más largas aquellas de origen posterior, a menudo más bien cuentos que leyendas, como aquella de José. No todas ellas eran de origen israelita; algunas eran babilónicas, algunas egipcias. En cuanto a cómo surgieron las leyendas, esto sucedió, dicen ellos, en muchas formas. A veces la causa fue etimológica, para explicar el significado de un nombre, como cuando se dice que Isaac recibió su nombre porque su madre reía (cahaq); algunas veces fueron etnológicas, para explicar la posición geográfica, el infortunio o prosperidad de una cierta tribu; algunas veces histórica, algunas veces ceremonial, como el relato que explica la alianza de la circuncisión; algunas veces geológica, como la explicación de la apariencia del Mar Muerto y sus alrededores. Leyendas etiológicas de este género forman una clase de aquellas que se encuentran en las vidas de los patriarcas y otras partes en el Génesis. Pero hay otras, además, que no nos interesan aquí.
Cuando tratamos de descubrir la época de la formación de las leyendas patriarcales, nos confrontamos con un asunto de gran complejidad. Porque no es solamente el asunto de la formación de las simples leyendas separadamente, sino también de la combinación de estas en leyendas más complejas. El criticismo nos enseña que ese período habría terminado alrededor del año 1200 A.C. Luego habría seguido el período de reconstrucción de las leyendas, así que hacia 900 A.C., habrían asumido sustancialmente la forma que ahora tienen. Después de esa fecha, mientras las leyendas conservaron en esencia la forma que habían recibido, fueron modificadas de muchas maneras para colocarlas en conformidad con el patrón moral del día, empero, no tan completamente que las ideas más antiguas y menos convencionales de una época más primitiva no se asomaran de vez en cuando a través de ellas. Al presente, también, muchas colecciones de las leyendas antiguas parecen haber sido hechas casi en la misma forma que, según nos lo dice San Lucas al comienzo de su Evangelio, muchos habían escrito relatos sobre la vida de Nuestro Salvador basados en su propia autoridad.
Entre otras colecciones, estaban aquellas de J en el Sur y E en el Norte. Mientras que otras perecieron, éstas dos sobrevivieron, y fueron suplementadas hacia el final del cautiverio por la colección de P, que se originó en medio de ambientes sacerdotales y fue escrita desde el punto de vista ceremonial. Aquellos que sostienen estas opiniones afirman que es la fusión de estas tres colecciones de leyendas, lo que ha conducido a confusión en algunos acontecimientos de la vida de Abraham como por ejemplo el caso de Saray en Egipto, donde su edad parece inconsistente con su aventura con el Faraón. Hermann Gunkel escribe (148): "No es extraño que la cronología de P despliegue por todas partes las más absurdas rarezas cuando se introduce en las leyendas antiguas; como un resultado, Sara es todavía a los sesenta años, una hermosa mujer a quien los egipcios buscan capturar, e Ismael es cargado en hombros por su madre después de que es un joven de diez y seis años."
La colección de P estaba destinada a tomar el lugar de la antigua colección combinada de J y E. Pero la vieja narración tenía un firme arraigo en la imaginación y el corazón del pueblo. Y así, la colección más reciente fue combinada con las otras dos, utilizándose como fundamento de todo, especialmente en la cronología. Es esa narración combinada la que ahora poseemos.

Fuente: Howlett, James. "Abraham." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01051a.htm>.
Traducido por Daniel Reyes V. JMGK
Corrección textual y elección fotográfica: Alfonso Gil

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 87


Ideales estéticos


Pierre Monteux fue fundador de la Orquesta Sinfónica de París, al frente de la cual realizó una labor extraordinaria. Al frente de la Sinfónica de San Francisco (USA), de la que fue titular varios años, interpreta la Sinfonía en Si bemol mayor de CHAUSSON, modelo del posromanticismo.
Jean SIBELIUS, el gran compositor finlandés, nació en 1865 y murió en 1957. Tan dilatada vida fue consagrada por el artista al mantenimiento y difusión de sus ideales estéticos. Sin estar enmarcado en los moldes de las clásicas escuelas nacionalistas, persigue esa misma trayectoria en cuanto a la consecución de unas características de índole racial. El Concierto en Re menor, op. 47, para violín y orquesta, está aquí versionado por la Sinfónica de Chicago dirigida por Walter Hendrich.
SCARLATTI: Sonatas para clave. Intérprete, Fernando Valenti. Sin comentarios.

Alfonso Gil González

Chausson

Sibelius

Scarlatti


lunes, 28 de marzo de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XIX)


La España bélica (III)

1938-1939

Empezaba 1938 con un Teruel en manos republicanas, que pronto pasaría a las nacionales. En Burgos se constituía un Gobierno con departamentos ministeriales en sustitución de la Junta Técnica. La Presidencia la ostentaría el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos nacionales (El Norte de Castilla, 1 de febrero). Mientras, la coexistencia en Barcelona de dos Gobiernos, el republicano y el catalán, crearía problemas. Luis Companys hablaba en el Parlamento catalán de esas relaciones. Entretanto, la marina republicana torpedeaba al crucero “Baleares”, hundiéndolo (Claridad, 7 de marzo).
Al día siguiente, en el Boletín Oficial del Estado Nacional, salía la ordenanza de una educación para la infancia que obedecería a normas patrióticas y religiosas. Y, el 10 de marzo, en el mismo Boletín, se publicaba el Fuero del Trabajo, y las tropas nacionales iniciaban su ofensiva para llegar al Mediterráneo y cortar en dos la zona republicana. El periódico El Socialista daba parte de ello diciendo que el ejército de Franco atacaba en tres direcciones con gran poder artillero y de aviación. El 12 de marzo, Franco declaraba nulo el matrimonio civil.
Como se corriera el rumor de una paz negociada, los sacial-comunistas organizaron una manifestación en contra en Barcelona, con presencia de organizaciones, pancartas y banderas, según Frente Rojo del 17 de marzo. Por otra parte, la CNT y la UGT decidieron un pacto de acción común y apelaron a los obreros españoles para respaldarlo. Mientras José Díaz, secretario general del Partido Comunista, enviaba una carta a Mundo Obrero en la que decía que su organización luchaba por la República Democrática.
Pero las tropas nacionales tomaban Lérida y, desde Burgos, se declaraba abolido el Estatuto catalán. Era el 5 de abril. Ese día el periódico La Vanguardia decía que el Gobierno de Negrín se había reorganizado, excluyendo a Indalecio Prieto y dando entrada a la CNT. Mas las fuerzas del general Franco habían llegado ya al Mediterráneo por Vinaroz y Benicarló, y la España republicana quedaba dividida. No obstante, Italia afirmaba su deseo de retirar sus tropas y negaba la intención de conquistas territoriales en suelo español. Al tiempo, el Gobierno de Barcelona daba al general Miaja el mando absoluto sobre las tropas republicanas que se encontraban fuera de Cataluña (El Socialista, 17 de abril).
Mientras Negrín publicaba los trece puntos de los fines políticos y militares de su Gobierno, se restablece en la zona nacional la Compañía de Jesús “disuelta por las fuerzas secretas de la Revolución”(B.O. 7 de mayo), y Álvarez del Vayo solicitaba que la Sociedad de Naciones terminara con la política de No Intervención. Lo que fue rechazado por 2 votos a favor, 4 en contra y 9 abstenciones (13 de mayo). Nota curiosa del 21 de mayo, en el B.O., es la prohibición en la España Nacional del uso de nombres propios como “Emancipación”, “Armonía” y “Azar”, por no figurar en el santoral católico, y aquellos otros que significaran separatismo, como “Iñaki” y “Kepa”.
Las potencias aliadas de Franco discrepaban sobre cómo podría ser la paz: Alemania optaba por una paz de compromiso, pero Italia decía que en las guerras civiles no existe esa posibilidad. El generalísimo Franco desmentía la cifra de voluntarios dada por Álvarez del Vayo, y pronunciaba un discurso con motivo del segundo aniversario del Alzamiento Nacional en que presentaba a José Antonio como precursor de la Cruzada. Reconocía en el discurso que la contienda rebasa los límites de lo nacional, haciendo un elogio del Ejército de tierra, mar y aire, al tiempo que denunciaba los horrendos crímenes de la España roja con más de 70.000 asesinatos en Madrid, 20.000 en Valencia y 54.000 en Barcelona, por lo que su Régimen no sería un capricho, sino una Cruzada militar y monástica (ABC del 19 de julio). Y era El Socialista, de igual fecha, quien publicaba el discurso pronunciado por el Presidente de la España republicana. Al tiempo, ambas zonas de la guerra contaban la Batalla del Ebro, desconfiando Mussolini de la total victoria de Franco, preocupado por perder sus 4.000 millones de crédito al bando nacional. Y Juan Comorera, del PSUC, pedía una economía centralizada y disciplinada al servicio de la guerra. Pero esto ya era octubre de 1938.
Como en la Sociedad de Naciones se discutía sobre la repatriación de los voluntarios extranjeros en la guerra de España, desde Cádiz se despedía a los italianos que habían luchado con Franco, enviando éste sendos telegramas de agradecimiento al rey de Italia y al Duce (ABC, 16 de octubre), y desde Barcelona se despedía a los componentes de las Brigadas Internacionales, al tiempo que las tropas republicanas se retiraban al otro lado del Ebro (El Socialista, 17 de noviembre). Y 1938 acabaría con dos noticias curiosas y dramáticas: El Gobierno de Barcelona crearía el Comisariado General de Cultos para asegurar la libertad religiosa y se imponían penas de muerte para los doscientos que habían pillado en una red de espionaje a favor del Gobierno de Burgos (El Socialista, 16 de diciembre).
Es en enero de 1939 cuando cae Cataluña en manos de Franco, y de poco sirve que el Gobierno de Negrín intente proseguir la lucha desde Madrid, cuando ya el coronel Casado había intentado el poder con su Junta de Defensa, y republicanos y anarquistas se llevaban a matar contra los socialcomunistas (La Vanguardia Española  del 28 de enero). El Congreso republicano se reunía por última vez en Figueras. Eran sólo 62 diputados (Diario de Sesiones del 1 de febrero del 39).
En el ínterin, se dictaba en Burgos la Ley de Responsabilidad Política contra quienes habían apoyado al Frente Popular, exceptuados los menores de 14 años y los que hubieren prestado servicios al Movimiento Nacional (Heraldo de Aragón del 28 de febrero). Los Gobiernos francés y británico reconocerían al del general Franco como legítimo, al tiempo que la Comisión Permanente de las Cortes, reunida en París, aceptaba la renuncia de Manuel Azaña a la presidencia de la República (Diario de Sesiones del 3 de marzo).
En Madrid, el caos republicano era total, y Julián Besteiro dirigía una propuesta de paz al Gobierno de Burgos, cuyas negociaciones para la rendición son cortadas por la orden de avance del Ejército nacional (El Socialista del 28 de marzo). Con la sublevación de Cartagena a favor de Franco, el desastre republicano se precipita y entran las tropas nacionales en Madrid. Y Franco, el 1 de abril, firma el siguiente parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Alfonso Gil González

sábado, 26 de marzo de 2016

AMADEUS - 58

La bella durmiente

Diciembre de 1997
Kraus inauguraba su Auditorio de Gran Canaria.
En el Palau valenciano, un auténtico lujo: Rostropovich interpretaba a Bach y Saint Saëns.
El CD del mes registraba los ballets de Tachaikovsky: El lago de los cisnes, La bella durmiente y Cascanueces.
Carrillo de Albornoz escribía, precisamente, sobre "la bella durmiente" en la versión de The Royal Ballet, una espectacular producción de la compañía inglesa que visitaba España.
Mariu Mariam lo hacía sobre el Teatro Nacional de Munich, hogar de tres leyendas: la Orquesta, el Ballet y la Ópera del Estado de Baviera.
Jacobo de Regoyos entrevistaba a Angela Gheorghiu y Roberto Alagna, siempre sorpresivos, cuyos conflictos conyugales los pusieron en boca de todos. Roberto se preguntaba: ¿Puede creer alguien que Pavarotti, después de 30 años, no sepa leer música? 
También entrevistaba a Steven Lubin, fortepianista y filósofo, a quien le gustaría interpretar a Bach, pero su no completa formación se lo impedía.
A 60 años de su muerte, la figura de Ravel era estudiada por Juan Carlos Moreno, de quien decía que era un compositor relativamente mal conocido, de carácter complejo y contradictorio.
Silvia Pérez escribía sobre el teatro de marionetas y su relación con la música, tan antiguo como la humanidad y tan eterno como una sonrisa. que forma parte de la cultura popular de cada país y está presente en el origen mismo del teatro.
Carlos Delgado exponía su trabajo sobre Sviatoslav Richter, el piano encarnado, el mensaje de un artista comprometido profundamente con la música. Había desaparecido un gigante de la interpretación pianística, cerrando uno de los capítulos más insólitos y preciosos de la música del siglo XX.
Josep Pascual nos hablaba de Joaquín Rodrigo como la coherencia de una obra, más allá del Concierto de Aranjuez. Y Albert Viladert nos presentaba a José Cura como el tenor para el siglo XXI.  

Alfonso Gil González
El lago de los cisnes

La bella durmiente

Cascanueces

lunes, 21 de marzo de 2016

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 24

 EL IMPERIO PERSA  

En 548 murió Tales de Mileto. Se había ganado el calificativo de "sabio". Cuando le preguntaron cuál era la empresa más difícil para un hombre dijo "conocerse a sí mismo". A la pregunta de qué es la justicia respondió que "es no hacer a los demás lo que no queremos que sea hecho con nosotros". Dejó un discípulo, Anaximandro, que fue el primero en trazar un mapa del mundo conocido, y también realizó descubrimientos notables en matemáticas y astronomía, el cual tuvo como discípulo a Anaxímenes. Fueron los principales representantes de la escuela de Mileto.
Entre tanto, el rápido ascenso del rey persa Ciro II no pareció preocupar mucho a sus vecinos. El rey lidio Creso pensó que tantas agitaciones en el este podían marcar un momento propicio para extender sus dominios, así que decidió rebasar con un ejército el río Halis, que desde hacía tiempo constituía la frontera natural entre Lidia y el Imperio Medo. Se dice que antes de acometer tal empresa consultó al oráculo de Delfos sobre su conveniencia, y la respuesta fue: "Si Creso cruza el Halis, destruirá un gran imperio". Creso no preguntó qué imperio sería destruido, sino que inició el ataque en 547 y no tardó en lograr la completa destrucción de su propio imperio. En efecto, las tropas de Ciro II rechazaron fácilmente a los invasores. Cuentan que los caballos lidios se sintieron desconcertados por el olor de los camellos persas, lo que produjo una confusión en la batalla que Ciro II supo aprovechar muy bien. Los lidios fueron perseguidos más allá del Halis, y en 546 Ciro II se había adueñado de Sardes, la capital lidia.
Mientras sucedía todo esto, el rey caldeo Nabónido permanecía ocupado en una expedición arqueológica en las regiones desérticas del sudoeste. Cuando resultó evidente que el siguiente paso de Ciro II sería anexionarse el Imperio Caldeo, Nabónido entabló una alianza con Egipto, que no le reportó ningún beneficio real y, al contrario, le sirvió de excusa al rey persa para atacar a Caldea.
Las ciudades griegas de la costa de Asia Menor, esto es, las ciudades jónicas que hasta entonces habían estado bajo el dominio lidio, temieron que, en cuanto Ciro II terminara con los caldeos, terminaría de consolidar su victoria sobre Creso y las anexionaría a su imperio. Bías de Priene sugirió que todos los griegos de la zona embarcaran hacia el oeste, pero nadie le hizo caso. Por aquella época el poder griego en el Mediterráneo occidental iba en aumento. Acababan de establecer colonias en Córcega y Cerdeña, además de las que ya tenían en Sicilia. Esto preocupó tanto a los etruscos como a los cartagineses, que temían que los griegos pudieran llegar a monopolizar el comercio marítimo en la zona. No tardó en declararse la guerra. En 540 la flota etrusco-cartaginesa derrotó a la griega frente a la colonia griega de Alalia, en Córcega, que (según los vencedores) se había convertido en una base de piratas. El resultado fue que los etruscos se quedaron con toda Córcega, mientras que los cartagineses tomaron Cerdeña. Los griegos mantuvieron a duras penas algunas colonias en Sicilia, en constante conflicto con las colonias cartaginesas de la isla. Con la batalla de Alalia terminó prácticamente el periodo de colonización griega.
Mientras tanto el rey Bimbisara ocupó el trono de Magadha, que bajo su reinado se convirtió en el imperio más importante de la India. Se anexionó el reino de Anga, en el este, cuya capital, Campa, tenía un puerto en el que se reunían los barcos que navegaban por el Ganges y los que recorrían el sur de la India. El nuevo rey se esforzó por reorganizar el país. Despidió a los funcionarios incapaces, realizó viajes de inspección, controló la construcción de carreteras y otras obras públicas. Construyó la ciudad de Rajagrha y la convirtió en la nueva capital del reino.
En 539 Ciro II llegó a las puertas de Babilonia. Nabónido confió la defensa de la ciudad a su hijo Baltasar, pero no hubo ninguna defensa. Nuevamente, Ciro II usó más de la diplomacia que de la fuerza. Consciente del descontento que el rey caldeo se había ganado entre la nobleza y el clero, consiguió fácilmente una rebelión interna y la rendición de la ciudad.
Entre los partidarios más incondicionales que Ciro II se encontró en Babilonia estaban los judíos exiliados. En los últimos años había surgido entre ellos un nuevo ideólogo. Su nombre nos es desconocido, pues sus escritos fueron posteriormente atribuidos al profeta Isaías, que había vivido dos siglos antes (sin duda para darles mayor autoridad). En efecto, los primeros capítulos del libro bíblico de Isaías se refieren a la época de Senaquerib, mientras que a partir del capítulo XL mencionan a Ciro. Por ello este autor anónimo es conocido como "el segundo Isaías". Desde el punto de vista religioso, el pensamiento del segundo Isaías supuso una revolución sin más precedente en la historia que el del faraón Akenatón. Hasta entonces, Yahveh era el único Dios al que podían adorar los judíos, pues Yahveh se enojaba si adoraban a otros dioses. El segundo Isaías afirmó que Yahveh no era sólo el dios de los judíos, sino que era el único dios verdadero. Todo lo demás eran ídolos, trozos de piedra, de metal o de madera sin ningún poder a los que resultaba estúpido adorar (además de herético, naturalmente). Sin duda, esta postura surgió como una defensa frente a la gran influencia que debía de ejercer sobre los judíos la religión babilónica: la mejor manera de rebatir la evidencia de que Marduk era mucho más poderoso que Yahveh era negar la existencia de Marduk. Si el Templo había sido destruido y los judíos habían sido sometidos a los caldeos, ello no se debía a que Marduk ayudaba más eficientemente a los caldeos que Yahveh a los judíos, sino únicamente a que Yahveh había usado a los caldeos como instrumento para castigar los pecados de los judíos, pero ahora que se habían arrepentido Yahveh les devolvería su reino a través del mesías. Para el segundo Isaías, este ungido o mesías no era sino Ciro II. El que el propio Ciro no estuviera al corriente de este hecho carecía de importancia:
Esto dice el Señor a mi ungido Ciro, a quien he tomado de la mano para sujetar a su persona las naciones y hacer volver las espadas a los reyes, y para abrir delante de él las puertas, sin que ninguna pueda resistirle. Yo iré delante de ti, y humillaré a los grandes de la Tierra, despedazaré las puertas de bronce y romperé las barras de hierro. Yo te daré a ti los tesoros escondidos, y las riquezas recónditas, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre, te puse el sobrenombre de Mesías, y tú no me conociste. Yo el Señor, y no hay otro más que yo, no hay dios fuera de mí, yo te ceñí la espada, y tú no me has conocido, a fin de que sepan de oriente a poniente que no hay más dios que yo: Yo el Señor, y no hay otro. (Is. XLV, 1-6)
En 538 el Imperio Caldeo era ya una parte del Imperio Persa. Ciro debió de sorprenderse mucho de la devoción que le profesaron los judíos, pero debió de disimular y aprovecharla, pues al contrario que los asirios, el rey persa adoptó desde el primer momento la política de tratar bien a los pueblos que conquistaba, con tacto y diplomacia, tratando de que se sintieran cómodos dentro de lo posible. Así, Ciro autorizó el regreso de los judíos a su tierra (aunque no se habló nunca de fundar un reino independiente, por descontado). Si para los judíos pasó como enviado de Yahveh, en Babilonia asumió las funciones sacerdotales propias de un rey caldeo, y se presentó como un humilde servidor de Marduk. Así se ganó el respeto de los sacerdotes, que mantuvieron a Babilonia leal al Imperio Persa.
Sin embargo, fuera de Caldea estaba ganando terreno la doctrina mazdeísta fundada por Zaratustra a principios de siglo. Sus discípulos la desarrollaron notablemente, de modo que es difícil determinar qué parte de ella proviene del propio Zaratustra. El atractivo principal del mazdeísmo consistía en que explicaba la presencia del mal en el mundo y prometía una recompensa final para los hombres de bien. En efecto, la historia del mundo se dividía en cuatro periodos de tres mil años. El primero correspondía a la creación de los dos espíritus principales: Ahura-Mazda y Ahrimán, y al conflicto entre ambos. El segundo correspondía a la creación del mundo material, y concluía con la aparición del primer hombre, Gayomart. Durante el tercer periodo dioses y hombres luchan unos a favor del bien y otros del mal. Ahura-Mazda tiene bajo su mando a seis divinidades, losAmesha Spentas, que a su vez dirigían a otras muchas (antiguas divinidades indoiranias que se reincorporaron al mazdeísmo, tras un primer intento de erradicarlas). Similarmente, Ahrimán dirigía a un ejército de brujas y demonios. Tras la muerte, las almas de los hombres que han luchado por el bien van al "mejor de los mundos", mientras que los malos acaban en "la morada del dolor". Aquellos cuyas buenas y malas acciones se equilibran van a un lugar llamado Hamesta-Kan. Todos ellos esperan el cuarto periodo, cuando Ahura-Mazda destruirá a Ahrimán, los muertos resucitarán, llegará el Salvador, Sawsyant, que los juzgará y destruirá el infierno y a todos los condenados. El mundo será purificado y los justos vivirán en un Universo donde sólo existirá el Bien.
En cuanto a la lengua, los persas eran un pueblo indoeuropeo, por lo que el acadio les resultaba una lengua extraña y difícil. Ciro II mostró en todo momento una gran admiración (tal vez real) por la cultura caldea, pero fomentó el uso del arameo frente al acadio, pues si bien ambas lenguas eran semíticas, al menos el arameo tenía una base alfabética y resultaba más sencillo. Bajo la dominación persa el uso del acadio se redujo exclusivamente al ámbito religioso.
Si bien Ciro había autorizado a los judíos a volver del exilio, lo cierto es que sólo una minoría estuvo dispuesta a hacerlo. La mayor parte de la población judía estaba bien instalada en Babilonia y su vida era próspera. No obstante, hubo varios grupos de judíos que decidieron partir. El primero fue dirigido por Sebasar, al que cierta tradición consideró hijo del derrocado rey Joaquín, si bien esto no es sostenible. Ciro II había autorizado también la reconstrucción del Templo, y al parecer Sebasar presidió el inicio de las obras. No obstante pronto desaparece de la historia (probablemente murió). Fue sucedido por Zorobabel, al parecer sobrino de Sebasar y presuntamente nieto de Joaquín. Junto a él estaba Josué, hijo del sumo sacerdote que oficiaba en Jerusalén cuando el Templo fue destruido. Así, los judíos se formaron la imagen más ficticia que real de que se había restituido el status anterior al exilio: Zorobabel representaba a la casa de David (aunque sin ningún poder efectivo) y Josué a la familia sacerdotal que se remontaba hasta Sadoc, el sacerdote del rey Salomón.
En realidad, el retorno del exilio no fue tan idílico como los judíos habían supuesto. En la antigua Judá habían quedado muchos hombres humildes que seguían practicando la religión judía en su forma primitiva, completamente ajena a los muchos cambios que ésta había sufrido en Babilonia. Los recién llegados no reconocieron como judíos a los nativos y los llamaron samaritanos, identificándolos con los nuevos pobladores que trajo en su día Sargón II a Israel cuando deportó a los israelitas. Los samaritanos ofrecieron su ayuda para reconstruir el Templo, pero no fue aceptada, con lo que se generaron tensiones y recelos. Terminaron concluyendo que los judíos habían corrompido la religión incorporando elementos caldeos (lo cual era cierto), así que judíos y samaritanos se tacharon mutuamente de herejes. Tal vez sea éste un buen momento para abandonar el nombre de Judá y referirnos a la región en su nueva situación política como Judea, que es el nombre que algo después le darían los griegos y más tarde los romanos.
Además estaban Amón, Moab, los antiguos edomitas, ahora idumeos, y los filisteos, que en la reconstrucción del Templo vieron un resurgir del imperialismo judío. Naturalmente, toda la región estaba bajo el dominio persa, por lo que no podían hacer uso de la fuerza, pero sí empezaron a urdirse intrigas para indisponer a los judíos frente a la autoridad persa. No fue difícil conseguirlo. Por aquel entonces los judíos tenían dos profetas destacados: Ageo y Zacarías. Ambos consideraban a Zorobabel como el Mesías (al parecer, Ciro II no dio la talla, después de todo), así que no debió de ser difícil convencer a los persas de que los judíos pretendían convertir en rey a Zorobabel. No conocemos los detalles, pero lo cierto es que Zorobabel desaparece de la historia y la autorización para construir el Templo fue revocada (tal vez no por el propio Ciro II, sino por alguno de sus funcionarios locales). Probablemente Zorobabel fue ejecutado como rebelde, pero los autores bíblicos no consideraron oportuno mencionarlo.
En 535 la oligarquía dominante en la isla de Samos fue depuesta por un tirano llamado Polícrates. Hizo construir un centenar de barcos piratas con los que se adueñó del Egeo. Por otra parte, como era habitual entre los tiranos, fomentó la cultura y las obras públicas. En especial mandó construir un gran acueducto. Entabló una alianza con el faraón Ahmés II, una de las muchas que éste estableció con diversas ciudades griegas para fomentar el comercio y la defensa de Egipto. Mientras tanto, griegos focenses fundan una nueva colonia en la costa suroeste de Italia: Elea.
En 534 fue asesinado Servio Tulio, el sexto rey de Roma. Al parecer, la conjuración fue organizada por Lucio Tarquino, hijo del antiguo rey Tarquinio Prisco, y esposo de una hija de Servio Tulio. El conspirador se proclamó rey inmediatamente, y pronto fue conocido como Tarquino el Soberbio. Los romanos contaban que el séptimo rey gobernó con un despotismo y una crueldad desconocidos hasta entonces.  Decían que nombró una guardia personal que le garantizó la impunidad necesaria para gobernar sin más ley que su voluntad.
El trasfondo de estas historias es sin duda que el reinado de Tarquino el Soberbio fue un periodo en que Roma quedó bajo la dominación etrusca, cosa que los historiadores romanos nunca hubieran estado dispuestos a admitir abiertamente. En efecto, aunque parece ser que Servio Tulio era de origen etrusco, lo cierto es que su política no favoreció en nada los intereses etruscos. Al contrario, había organizado la Liga Latina, con la que el Lacio estaba en condiciones de mantener su independencia frente a los etruscos. Sin embargo, tras la batalla de Alalia, Etruria se había convertido en la mayor potencia de la zona, y debía de estar en condiciones de influir en Roma y lograr que el poder acabara en manos de un rey leal a sus intereses. Éste fue Tarquino el Soberbio. Por ejemplo, los historiadores relataban que el nuevo rey hizo ejecutar a varios senadores, en lo cual podemos ver una "depuración" del Senado, por la que se deshizo de los principales oponentes a la dominación etrusca.
Mientras tanto Ciro II continuaba expandiendo su Imperio. Sus generales tomaron una a una las colonias griegas de Asia Menor que habían estado anteriormente bajo el dominio lidio. Nuevamente Mileto logró conservar su independencia, al menos formalmente, como ya había hecho antes con Lidia.  En las crónicas del Imperio Persa aparecen por vez primera pueblos "nuevos" como los armenios o los partos. Eran pueblos indoeuropeos que llegaron tras los medos y fueron ocupando distintos territorios. Los partos, por ejemplo, eran un pueblo ario cuyo nombre es de hecho una variante de "persa". Otro grupo de arios conservaron su nombre primitivo y la región que ocuparon recibió el nombre de Aria, que se conserva aún en el actual "Irán".  El propio Ciro II dirigió varias campañas hacia el este, anexionándose Margiana, Bactriana y la lejana Sogdiana. Así el Imperio Persa alcanzó una extensión mayor que la que había tenido el Imperio Asirio. Ciro II murió en una de sus campañas, en 530. Su fama de gobernante justo e ilustrado le valió el sobrenombre de Ciro el Grande.

Durante la ausencia de Ciro II, su hijo mayor estaba en Babilonia como regente. Al conocerse la muerte de su padre le sucedió en el trono sin ningún incidente, con el nombre de Cambises II. Pronto se dirigió al este a completar los proyectos que su padre había dejado inacabados.
www.uv.es/ivorra/Historia/Indice.htm

HISTORIA DE LA IGLESIA... 14

LA CRISTIANDAD MEDIEVAL


Llamamos “Cristiandad” al modo específico de relación entre la Iglesia y la Sociedad, que se establece en Europa a lo largo de la Edad Media. Esta vinculación entre lo “sagrado” y lo “profano” se sustenta sobre dos pilares fundamentales:
· La identificación entre Iglesia y Sociedad y, por tanto, entre ciudadano y cristiano. Esta identificación da lugar a una sociedad confesionalmente cristiana.
· La unión entre el trono y el altar, es decir, entre la autoridad civil y la religiosa. Lo que da lugar a un tipo de régimen llamado “teocracia”.
Esta Europa cristiana medieval, a la que, a veces, vuelven los ojos algunos católicos nostálgicos, está envuelta en luces y sombras. Junto a grandes creyentes y bellas manifestaciones artísticas, aparecen también oscuras corrupciones y actitudes que se alejan bastante del Evangelio.
En esta teocracia medieval, la religión impregna de tal forma toda la organización social, que la vida cotidiana del pueblo gira en torno a los tiempos y lugares sagrados:
· Las iglesias y catedrales son los principales lugares públicos.
· La organización del calendario de fiestas populares va unido a las celebraciones cristianas.
El otro cauce a través del cual la Iglesia se hace presente en la vida social es la legislación. En el siglo XII, el monje Graciano hace una recopilación de las leyes eclesiásticas. Después, se le añadieron otros cánones y sentencias de concilios y papas, para formar así el libro oficial del derecho de la Iglesia o “Derecho Canónico”.
Los centros en los que se fragua lo más fecundo de la cultura medieval son los monasterios. En ellos:
· Se conservan, transcriben y traducen los principales textos de la cultura antigua.
· Surgen algunas escuelas para la instrucción del pueblo.
· Se originan y extienden los grandes movimientos arquitectónicos medievales, el románico y el gótico.
· Se estimulan los estudios jurídicos y la elaboración del Derecho Canónico.
· Sus profesores y alumnos hacen surgir las primeras universidades con el amparo episcopal: París, Bolonia, Palencia, Coimbra y Salamanca.

Alfonso Gil González

viernes, 18 de marzo de 2016

PERSONAJES DE LA BIBLIA... 7

Abner

Un hijo de Ner, primo de Saúl, y comandante en jefe del ejército de Saúl (1 Sam. 14,50; 17,55; 26,5.7.14). Después que Saúl y tres de sus hijos habían caído en el Monte Gelboe, Abner nombró a Isboseth, cuarto hijo de Saúl, rey sobre toda la tierra de Israel excepto Judea, que se adhirió a David. Por siete y medio años Abner peleó por el trono de Isboseth. Después de su derrota cerca de Gabaón, fue ardorosamente perseguido por Asael, hermano de Joab, quien era comandante en jefe de David, y reticentemente mató en defensa propia a su enemigo (2 Sam. 2,12 ss.). Esto empeoró la hostilidad entre las dos facciones, ya que Joab se consideró a sí mismo el vengador de su hermano Asael. Entonces Abner se casó con Respha, una concubina de Saúl y por tanto incurrió en la sospecha de aspirar al trono. Isboseth discutió con el guerrero, y este último se enojó tanto que hizo avances a David. David demandó que Abner debía primero devolverle a él su esposa Mikal, hija de Saúl que le había sido dada a Phaltiel. Abner accedió a esta condición y llegó a un entendimiento completo con David. Después de su partida. Joab, comandante en jefe de David, envío por él, y lo asesinó en las puertas de la ciudad. David lloró a Abner, hizo a Joab caminar con ropa de luto ante el féretro de Abner, y en su lecho de muerte le encargó a Salomón vengar el asesinato de Abner.

Bibliografía: Palis in Vig., Dict. de la Bible, s.v.
Fuente: Maas, Anthony. "Abner." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01045a.htm>.
Traducido por Luis Alberto Alvarez Bianchi. L H M.
Revisión textual y foto seleccionada: Alfonso Gil