Curriculums

Teología

miércoles, 28 de septiembre de 2016

MÚSICA INFRECUENTE... 37

De Waine a Wissmer

De Waine, "Trío en sol menor".
De Walther, "Conciertos para órgano".
De Walton, "Siesta" y "Port Smonth Point".
De Werner, "Pastorale en Re mayor".
De Westhoff, "Sonata en La mayor".
De Williams, "El rancho abandonado". Y...
De Wissmer, "Concierto para oboe y orquesta".

Alfonso Gil 
Walther
Walton
Williams


 

PERSONAJES DE LA BIBLIA... 43

Benjamín

(Hebreo binjamin, "hijo de la mano derecha").
(1) Hijo menor de Jacob y Raquel. Su nombre original fue Ben Oní (Hebreo "hijo de mi dolor"), el cual le dio su madre justo antes de morir de parto, pero Jacob se lo cambió a Benjamín (Gen. 35,18). La interpretación samaritana Benjamin, es decir, "hijo de días", se podría referir a la avanzada edad de Jacob cuando nació Benjamín. Al perder a José, su hermano carnal, los afectos de Jacob se volcaron hacia Benjamín, y fue con gran pesar que permitió a su amado hijo acompañar a sus hermanos a Egipto para comprar granos. (Gén. 42,15.36) También José mostraba una marcada preferencia hacia Benjamín a sus otros hermanos y expuso las mentes de sus hermanos a un examen muy severo respecto a él. (Gén. 44 - 46).
(2) El hijo de Bihán, y bisnieto de Benjamín, el hijo de Jacob (1 Crón. 7,10).
(3) Uno de los hijos de Jarim que se había casado con una mujer extranjera en los días de Esdras. (Esd. 10,31).
(4) Uno de los que tomaron parte en la reconstrucción de las murallas de Jerusalén en tiempos de Nehemías. (Neh. 3,23; cf. 12,33).
(5) El nombre de una de las puertas en la pared norte de Jerusalén (Jer. 37,13; Zac. 14,10). Nehemías no la menciona en su enumeración de los portones de Jerusalén (Neh. 3).
(6) El nombre del portón al norte del Templo, donde Jeremías fue encarcelado (Jer. 20,2; 38,7.14), probablemente la misma que el “portón-atalaya” (Neh. 12,38) y como el mencionado en Jeremías (8,3.5.16; 9,2).
(7) Nombre de la puerta oriental de la Jerusalén ideal según descrita por Ezequiel (Eze. 48,32).
(8) Nombre de una de las doce tribus de Israel que durante la estancia en Egipto contaba con 35,400 guerreros, y según el segundo censo, 45,600 (Núm. 1,36; 26,41). En Josué 18,11ss. se define el territorio que se le asignó. Medía alrededor de veinticinco millas de largo por doce de ancho, y colindaba por el norte con Efraín, por el este con el Jordán, por el sur con Judá y por el oeste con Dan. La naturaleza del territorio era apta para criar una raza de audaces guerreros como los benjaminitas, que son descritos por Jacob como “un lobo rapaz, de mañana devora su presa” (Gn. 49,27). Durante el período de los Jueces la tribu fue casi exterminada por completo debido a un crimen cometido dentro de su territorio (Jc. 19 – 21). Saúl, primer rey de la monarquía, fue escogido de esta tribu. (1 Sam. 9,1.2.19; 10,1.20ss). Luego de la muerte de Samuel la tribu de Benjamín permaneció fiel a su hijo, Isbaal (2 Sam. 2,9ss), hasta que David se convirtió en rey de Israel (2 Sam. 5,1-5). En tiempos de la revuelta de Jeroboam las tribus de Benjamín, Judá y Simeón permanecieron fieles y formaron el Reino de Judá (1Rey. 12,21), la cual también constituyó el núcleo de la restaurada nación. San Pablo se gloría de pertenecer a la tribu de Benjamín (Fil. 3,5).
Fuente: Albert, Francis X.E. "Benjamin." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02480b.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina. 
Revisión textual y foto escogida: Alfonso Gil

martes, 27 de septiembre de 2016

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 136

La Balada

La forma musical de la “balada” deriva esencialmente de la poética, aunque, primitivamente, equivalía a aire de danza. Una vez evolucionada, toma un sentido de narrativo popular, que puede ser lírico, épico o al estilo romántico, un tanto trágico, conservando siempre una retórica sonoro-musical. A modo de relato de una balada poética. He aquí las cuatro Baladas op. 10  de BRAHMS, escritas por el año 1854, en la interpretación del pianista inglés que obtuvo en 1977 el premio especial de interpretación del Concurso Reina Sofía. Lo hace primorosamente. Peter Reatle.
“Suerte es la expresión de una fe”, así afirmó el director Ansermet sobre la música del suizo FRANK MARTIN, y así se afirma en la perfección de la Balada para flauta y piano, en versión de Josefina Sanmartín y Angel Soler.
Peter Frank interpreta, ahora, la Balada para piano de CLAUDE DEBUSSY, que es considerada como una síntesis de poética musical.
La Balada en Sol menor, op.23 de CHOPIN se ajusta al modelo de balada clásica. Su discurso fluctúa entre lo poético-lírico y lo épico. A tal pieza, tal señor. La interpreta Arturo Benedetti Michelangeli. 


Un dúo de violín y piano es una buena combinación, como lo demuestra el músico checoeslovaco Joseph Suk (1874-1935). Fue alumno de Dvorak, violinista consumado y director del Conservatorio de Praga. Christa Rúper y Ana María Gorostiaga nos ofrecen su Balada para violín y piano.

Alfonso Gil
 Brahms
Frank Martin
Chopin
Suk

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 58


EL FIN DE LA REPÚBLICA

En 35 a. C., a sus veintiocho años, Octavio era el hombre más influyente de Roma. Si bien no podía compararse con César (ni con ningún otro) como general, pronto demostró que le superaba como político. Se había ganado el apoyo del pueblo, en parte por su nombre (recordemos que, desde que fue adoptado por César, su nombre pasó a ser Cayo Julio César Octaviano)  y en parte por su buena gestión: redujo el bandidaje en Italia, construyó grandes edificios en Roma y, en general, supo tomar decisiones juiciosas en cada momento. Además cuidó mucho su imagen pública: era un hombre casado, fiel esposo, trabajador, esforzado. Todo lo contrario que Marco Antonio, que también estaba casado, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en Egipto, con Cleopatra. Llegaron informes de oriente según los cuales Marco Antonio usaba vestimentas griegas y sólo se preocupaba por complacer a la reina. Marco Antonio devolvió a Egipto Cirene y Chipre (cosa que no tenía derecho a hacer), y Octavio afirmó que terminaría cediendo todas las posesiones romanas. Presentó cartas de Antonio a Cleopatra, e incluso se hizo con su testamento (o tal vez con una falsificación), todo lo cual apoyaba los augurios de Octavio.
En 33 murió el emperador chino Yuandi. Al igual que él, su sucesor no tuvo gran peso en la política china, sino que el poder real estaba en manos de los cortesanos.
El rey parto Fraates IV temía que alguno de sus familiares pudiera asesinarlo como él había hecho con su padre, así que organizó una matanza en la casa real. En general, tuvo fama de cruel entre los partos, lo cual ya era decir, pues los partos estaban acostumbrados a monarcas duros. En 32 estalló una revolución por la que Fraates IV fue arrojado del trono y reemplazado por un miembro de la casa real que había logrado sobrevivir. Era Tirídates II. No obstante, Fraates IV sobrevivió y luchó por recuperar su trono.
Marco Antonio comunicó por escrito a Octavia que se divorciaba de ella, lo que apuntaba a que pronto se casaría con Cleopatra. Esto fue la gota que colmó el vaso y permitió que Octavio convenciera al Senado para que le declarara la guerra a Egipto. Así empezó la Cuarta Guerra Civil. (Oficialmente no era tal, porque la guerra era contra Egipto, no contra Marco Antonio, pero era la Cuarta Guerra Civil.)
Marco Antonio comprendió que la guerra era contra él, así que reunió barcos y se instaló en Grecia, desde donde se dispuso a invadir  Épiro con la intención de invadir luego Italia. Pero pronto apareció la flota de Octavio, conducida por Agripa. Los barcos de Antonio doblaban en número a los de Octavio y eran más grandes. Después de meses de maniobras se produjo un enfrentamiento el 2 de septiembre de 31, frente a la costa de Épiro. Agripa maniobró de tal forma que obligó a Marco Antonio a extender su línea. Entonces aprovechó para que algunos de sus barcos se infiltraran hasta la retaguardia, donde estaba la flota de setenta barcos de Cleopatra. La reina se asustó y ordenó a sus barcos que huyeran rumbo a Egipto. Entonces Marco Antonio cometió el mayor de sus muchos errores: subió a un barco pequeño y abandonó a sus hombres siguiendo a Cleopatra. La huida de su general desalentó a sus hombres, y antes del anochecer Agripa obtuvo una victoria completa. Cerca del lugar de la batalla, Octavio fundó la ciudad de Nicópolis (ciudad de la victoria), que más adelante se convertiría en la capital de Épiro.
Octavio volvió a Roma a celebrar un triunfo, mientras Marco Antonio y Cleopatra se quedaron inermes en Alejandría, esperando que Augusto apareciera en cualquier momento. Antes de ello, Octavio se aseguró de que todas las provincias orientales tenían claro que Roma era él y no Marco Antonio. El rey Herodes de Judea había apoyado a Marco Antonio, pero cambió de bando con tanta rapidez y habilidad que se ganó el favor de Octavio. Así salvó a su reino de una cruenta represalia. Desde Judea, Octavio marchó finalmente sobre Egipto. En julio de 30 trabó combate con Marco Antonio en Pelusio. La resistencia fue inútil. El 1 de agosto Octavio entraba en Alejandría y Marco Antonio se suicidaba.
Cleopatra tenía entonces treinta y nueve años, pero todavía se sentía capaz de atraer a Octavio hacia sus intereses como había hecho con César y con Marco Antonio. Octavio la trató con dulzura, pero dejó bien claro que era inmune a sus "argumentos". Estaba claro que su propósito era buscar la ocasión propicia (cualquier prueba, cualquier intento de traición) para apresarla y exhibirla en Roma. Octavio, previendo la única salida que le quedaba a Cleopatra mandó quitar de sus aposentos todo instrumento punzante o cortante, pero un día fue hallada muerta. No se sabe cómo se suicidó, pero la tradición afirma que murió envenenada por un áspid que le llevaron en una cesta de higos. Egipto fue convertido en una provincia romana.
Octavio hizo asesinar a los hijos de Cleopatra: Cesarión y Alejandro Helios, pues era obvio que eran peligros potenciales. En cambio, no consideró necesario hacer lo mismo con Cleopatra Selene, que entonces tenía 10 años, y se la llevó a Roma.
El 11 de enero de 29 a. C. las puertas del templo de Jano se cerraron por primera vez en doscientos años, como signo de que Roma no mantenía ninguna guerra en esos momentos.
Por esta época Virgilio inició su obra más ambiciosa: la Eneida, la epopeya nacional romana que narraba el viaje de Eneas, superviviente de la guerra de Troya que, tras numerosas aventuras, entre ellas un romance con la reina Dido, la fundadora de Cartago, a la que dejó lastimosamente abandonada, llegó a Italia, donde fundó la ciudad de Alba, donde más tarde nacería la madre de Rómulo y Remo. Además Eneas tenía un hijo llamado Julo, del cual descendía, por supuesto, la gens Iulia, en particular Julio César y, por parte de madre, Octavio. Se dice que fue el propio Octavio el que encargó la obra, dentro de su programa de fomentar los antiguos valores romanos.
Ahora Octavio tenía las manos libres para hacer lo que César no pudo. No cometió el error de tratar de proclamarse rey. Al contrario, afirmó en todo momento que su propósito era "restaurar la República", y paulatinamente fue adaptando las viejas instituciones republicanas para ponerlas a su servicio. Entre sus primeras medidas estuvo la destitución de los senadores provincianos nombrados por Julio César, dejando sólo los de ascendencia italiana. A partir de aquí, Octavio trató al Senado con grandes muestras de respeto y guardó todos los protocolos tradicionales. En la práctica ya no tenía ningún poder decisorio, pero podía aconsejar a Octavio, y se llegó a un equilibrio en virtud del cual los senadores procuraban no contrariar a Octavio y Octavio seguía las recomendaciones de los senadores.
Recelando una traición, Herodes de Judea hizo ejecutar a su esposa Miriam.
En 27 Octavio declaró ante el Senado que los peligros habían pasado, que la paz estaba garantizada y que, por lo tanto, renunciaba a toda su autoridad. No habría dado tal paso si no hubiera estado seguro de que los senadores no tenían otra alternativa sino rogarle que continuara al frente de Roma. Se ratificó su rango de Imperator. Hasta entonces había sido un nombre genérico que hacía referencia al oficial que gobernaba un ejército, cualquiera que fuera su rango, aunque también se usaba como título honorífico con el que los soldados aclamaban a sus generales tras una gran victoria. Ahora indicaba que la autoridad de Octavio estaba por encima de la de cualquier otro general, y pronto pasó a tener el sentido moderno de emperador, esto es, el hombre que gobernaba el Imperio Romano. La antigua república había muerto, si bien esto nunca se planteó en estos términos y la mayoría de los romanos no vio sino una continuidad del sistema político anterior.
El Senado hizo más aún. Le otorgó a Octavio el apelativo de Augusto, que deriva del verbo augere (crecer, desarrollarse) y hasta entonces sólo se había aplicado a algunos dioses, dioses de los que se esperaba que trajeran prosperidad y crecimiento, por lo que "Augusto" puede traducirse como  "de buen augurio". Así, la figura del emperador empezó a tener un carácter divino que se reforzaría con el tiempo. Octavio decidió recuperar su nombre familiar original y pasó a ser conocido como Cayo Octavio César Augusto. El nombre de César pasó a ser sinónimo de "emperador". Octavio se había presentado como "el nuevo César", y sus sucesores fueron llamados igualmente César. Esta palabra ha pervivido a lo largo de milenios como el título de los gobernadores más poderosos: Kaiser, Zar, Sha, y algunos más. Curiosamente, su origen es incierto. Julio César afirmaba que un antepasado suyo había ganado dicho sobrenombre en una de las guerras púnicas al matar un elefante enemigo, pues, al parecer, César (o algo similar) significaba "elefante" en la lengua de los cartagineses.
Para que el Senado tuviera realmente algo que hacer, Augusto dividió las provincias en dos clases: senatoriales e imperiales. Las primeras eran administradas por el Senado, mientras que las imperiales estaban bajo el dominio directo del emperador. La distribución no fue al azar: las provincias senatoriales eran las que no tenían fronteras con el exterior y que, por consiguiente, no necesitaban tener asignados muchos soldados. De entre las provincias imperiales Egipto fue un caso aparte, donde los senadores tenían prohibido viajar sin un permiso específico. Al parecer esto se debía en parte a que, para los egipcios, Augusto pasó a ser su nuevo rey, y le rendían el culto divino que desde siempre habían recibido los reyes de Egipto. Esto habría escandalizado a muchos romanos, sobre todo cuando Octavio siempre se había mostrado contrario a las costumbres orientales en favor de la tradición romana (pero hubiera sido una locura tratar de alterar las costumbres egipcias). Ahora, por primera vez, Grecia fue constituida en provincia. Roma había dispuesto de ella a su antojo en los últimos años, pero formalmente había conservado su independencia. Fue llamada la provincia de Acaya.
Por lo demás, Augusto mantuvo su programa de erradicar las influencias orientales en Italia. Trató de erradicar el culto a Cibeles, o a Isis, y otros similares. Entre los difusores de las religiones y costumbres orientales estaban los esclavos traídos a Italia desde el exterior y que terminaban obteniendo la libertad, por lo que Augusto impulsó leyes que dificultaban la manumisión de esclavos.
Augusto también se ganó el favor de los equites. A algunos los hizo senadores, pero a la mayoría los destinó a la administración pública. Se convirtieron en "funcionarios" bien pagados que respondían directamente ante el emperador y que poco a poco fueron asumiendo las competencias de los magistrados. En particular Augusto pudo regularizar la recaudación de impuestos. Hasta entonces, las irregularidades por las que los recaudadores y los gobernadores se embolsaban buena parte de ellos se resolvían con sobornos, pero ahora no tenía ningún sentido tratar de sobornar al emperador, el hombre más rico del planeta y, además, cualquier intento de apropiarse de fondos públicos era considerado como un robo al propio emperador, muy mal asunto. Esto supuso un alivio para las provincias, que también acogieron bien, por lo general, el gobierno de Augusto.
El hecho de que los impuestos de las provincias más ricas, como Egipto, se consideraran ingresos personales de Augusto no era lo que en principio podría parecer. Augusto usaba este dinero para pagar a los funcionarios y, sobre todo, al ejército, lo que además le daba libertad de aumentar o disminuir los salarios según el rendimiento de cada cual.
El ejército ya se había declarado mayoritariamente leal a Augusto desde hacía años, pero ahora éste era además el que pagaba los salarios, luego el vínculo fue mayor aún. El Senado, por el contrario, no tenía ningún poder sobre el ejército. Augusto esparció unos diez mil soldados a lo largo de Italia, la llamada guardia pretoriana. Este nombre se aplicaba anteriormente a la escolta personal de cada general, y al conservar este nombre la imagen que se daba era que este ejército se encargaba de proteger los intereses del emperador en Italia. Oponerse a él era oponerse a Augusto en persona. Pero la parte principal del ejército no permaneció en Italia, donde podía acabar de un modo u otro al servicio del Senado. Las veintiocho legiones disponibles (de 6.000 hombres cada una más tropas auxiliares) se repartieron por las fronteras, justamente en los lugares donde podría haber problemas con los bárbaros. Así estuvieron siempre ocupadas.
Con Augusto se inició un largo periodo de paz, conocido como la Pax Romana. Se trataba, ciertamente, de una paz mantenida sobre la base de unos 400.000 soldados. Pronto surgieron enfrentamientos en las fronteras, pero éstos no afectaron al núcleo del Imperio Romano, que se vio finalmente libre de las matanzas y guerras civiles que habían caracterizado al siglo que estaba acabando.
Augusto era elegido cónsul año tras año (con un compañero títere), pero al cabo de unos años decidió renunciar al consulado y usarlo como un cargo honorífico con el que premiar anualmente a los senadores más meritorios.
El mismo año que Octavio se convirtió en Augusto moría Varrón a sus ochenta y nueve años. Tras la muerte de César, Marco Antonio ordenó que sus bienes fueran confiscados, al tiempo que perdía su cargo de director de la biblioteca pública de Roma, pero después Octavio lo indemnizó y lo restituyó en su cargo. Fue un escritor prolífico. Llegó a escribir setenta y cuatro obras en verso y en prosa, la mayoría de las cuales se han perdido. Si la Edad de Oro de la literatura latina fue la de Cicerón y César, ahora estaba pasando por su Edad de Plata, no menos gloriosa, con figuras como Horacio, Virgilio y muchas otras, como Tito Livio, que empezó a redactar una historia de Roma titulada Ab Vrbe Condita (desde la fundación de la ciudad). Livio demostró toda su vida simpatías republicanas, pero Augusto las toleró con buen humor, porque el historiador estaba totalmente entregado a su trabajo y no se metía en política. En Mantua, un joven de dieciséis años llamado Publio Ovidio Nasón estaba haciendo lo que podía para evitar que su padre le obligara a estudiar abogacía, cuando su vocación era ser poeta. La poesía latina, al igual que la griega, no se basaba en la rima, que prácticamente era desconocida, sino en el ritmo, en la distribución de acentos y vocales largas y breves en cada verso. Por ello, componer un sólo verso aceptable tenía su dificultad. Cuentan que, ante una amenaza de su padre conminándole a olvidar la poesía, Ovidio respondió: Nunc tibi promitto nunquam componere uersus (Ahora te prometo que nunca compondré versos), con lo que acababa de improvisar un perfecto hexámetro.
En política exterior, Augusto fue contrario a continuar la expansión que Roma había experimentado en el último siglo. Los territorios colindantes con el Imperio no eran especialmente ricos, y el esfuerzo de conquistarlos no habría sido compensado. Tan sólo trató de ganar terreno en algunas zonas con el único fin de alcanzar unas fronteras naturales fácilmente defendibles y que pudieran tener carácter estable en el futuro. Así, por ejemplo, el norte de España estaba poblado por los cántabros y los astures, que no habían aceptado la soberanía romana y eran foco de continuos disturbios. Augusto inició una larga campaña encaminada a completar la conquista y romanización de la Península Ibérica.
La política más agresiva de Augusto fue la que llevó contra los germanos. Julio César había logrado convertir al Rin en la frontera entre la Galia y el territorio germano. Sin embargo, al este la frontera se desdibujaba. Algo más al norte de los territorios controlados por Roma estaba el Danubio, que constituiría una frontera idónea con los germanos en el este, como el Rin lo era en el oeste. A partir de Iliria, las legiones ocuparon rápidamente Mesia, una franja de tierra entre la desembocadura del Danubio y Tracia. En 26 iniciaron el avance por los Alpes.
En general, Augusto consideró satisfactorias las fronteras restantes. Así, cuando en 25 el gobernador de Egipto, Cayo Petronio, ocupó parte del territorio nubio como respuesta a una invasión, Augusto le ordenó retroceder, y desde entonces la frontera entre Egipto y Nubia permaneció en calma. Augusto también hizo abortar un intento de invadir el próspero sur de Arabia a través del mar Rojo. No obstante, en Asia Menor, Galacia fue definitivamente anexionada al Imperio.
Cuando el rey de Numidia Juba I se suicidó, Julio César se llevó a su hijo a Roma, donde recibió una esmerada educación. Ahora Augusto decidió utilizarlo para atar un cabo suelto: Lo casó con Cleopatra Selene, la hija de Cleopatra y Marco Antonio, y lo instaló como rey de Mauritania (el rey Bocco II había muerto ocho años antes). Pasó a ser Juba II. Fue un gobernante ilustrado. Poseía una nutrida biblioteca y escribió varios diálogos en griego. Decidió que la capital de Mauritania pasara a llamarse Cesarea, y la embelleció con muchos monumentos.
Tras haber asumido vitaliciamente los cargos esenciales del gobierno romano, lo único que le faltaba a Augusto para ser en la práctica un rey era poder establecer su sucesión. Como no tenía hijos propios (excepto su hija Julia, fruto de su matrimonio con Escribonia), eligió como sucesor a su sobrino Marcelo, lo casó con Julia y expresó su voluntad al Senado, que, naturalmente, la ratificó.

www.uv.es/ivorra/Historia/Indice/htm
Revisión y foto escogida: Alfonso Gil

GUÍAS DE AUDICIÓN... 43


JOHANN SEBASTIAN BACH
Suite n. 2, en Si menor, BWV 1067
Suite n. 3, en Re mayor, BWV 1068


La “suite” es una obra instrumental integrada por una serie de danzas escritas en la misma tonalidad. Fue muy utilizada en los siglos XVI, XVII y XVIII, aunque en cada país le llamaran de manera distinta. La suite  vino a Alemania a través de Francia, pero Bach consiguió que alcanzara su apogeo. 
Bach escribió cuatro suites de las que se desconoce la fecha de composición. Lo más probable es que fueran escritas alrededor de 1835. Los instrumentos dialogan en un contrapunto típico de Bach, animado por las intervenciones de los restantes instrumentos “no solistas”.
*
Alfonso Gil


ESPIRITUALIDAD... 20

El proceso de curación (2)

- La manera de reconocer a nuestros hermanos es reconociendo al Espíritu Santo en ellos. Miremos al hermano a través del Espíritu Santo que hay en él, y lo veremos en nosotros. Lo que reconocemos en el hermano lo reconocemos en nosotros, y lo que compartimos lo reforzamos. La voz del Espíritu Santo en nosotros es tenue. Por eso debemos compartirla. Tiene que hacerse más fuerte antes de ser oída. Y no es que sea débil en sí, sino que está limitada por nuestra negativa.
- El Espíritu Santo es la respuesta de Dios al ego. Todo lo que el Espíritu Santo nos recuerda está en directa oposición a los proyectos del ego. Es decir, la tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho. 
- La eternidad es una idea de Dios. El tiempo es una creación del ego. El único aspecto del tiempo que es eterno es el AHORA. La tarea del Espíritu Santo es reinterpretarnos en nombre de Dios.
- La paz es el mayor enemigo del ego porque, con su interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. Si la paz es eterna, sólo podemos sentirnos a gusto en la eternidad.
- Formamos parte de Dios, porque Él nos creó. El ego no puede prevalecer contra el reino de Dios porque la Filiación está unida. Si formamos parte de Dios y la Filiación es una, no podemos estar limitados al ser que el ego quiera.
- Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de toda ella. Se puede compartir porque es AMOROSO. Dios crea compartiendo, y nosotros. La plenitud de Dios es la plenitud de su Hijo. Nada puede hacernos daño. Si guardáramos rencor al hermano, sería un rencor contra nosotros mismos. Ese es el significado de "ofrécele la otra mejilla".

Resumió Alfonso Gil.

MÚSICA INFRECUENTE... 36

De Vázquez a Vogel


De Vázquez, "Agenda defunctorum"
De Vejvanovsky, "Sonata a 7 en Do mayor" y "Sonata Natalis"
De Vivaldi, "Trio en Do para violín y laúd"
De Vogel, "Grafic"

Alfonso Gil
Agenda defunctorum
Sonata a 7
Sonata natalis
Trio en Do
Grafic

domingo, 25 de septiembre de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XLI)


LA GRAN BORRACHERA

 IGNACIO MARTÍNEZ EIROA Teniente General del Aire. 
Tal vez sería más exacto escribir “embriaguez” pues a ésta la define el DRAE como “enajenamiento del ánimo” y así nos encontramos todos los españoles –salvo muy contadas y honrosas excepciones – desde la fecha en que el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos D. Francisco Franco Bahamonde entregó su alma al Señor. Si, como algunos pensaban, el finado era el causante de todos nuestros males, todo serían bienes a partir de entonces. Los españoles no sólo seríamos “justos y benéficos”, como proclama la Constitución de 1812, sino que seríamos también prósperos, sanos, ricos y felices. Y, todo ello ¡gratis! Ahora al bajar la marea, llega la resaca, y nos cuesta comprender que no hay nada gratis. Cuando alguien disfruta de un bien es porque otro lo ha pagado. Y el que no lo paga no lo valora, lo malbarata, lo derrocha. La España que teníamos en 1975 la habían pagado nuestros padres y nuestros abuelos. Y muy cara por cierto, y ellos la apreciaban en lo que valía, con sus defectos y sus virtudes, que también las tenía. Pensar que un solo hombre puede modelar una nación es una quimera. La España que bajó el telón en 1975 la habían hecho entre todos los españoles, a tuertas y a derechas. Como hicieron la de 1936, y la de 1931, y la del 2 de mayo de 1808, y la del 12 de octubre de 1492, todas y cada una de las Españas que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos. Las hicieron nuestros antepasados, los españoles de la grandeza y de la miseria, el heroísmo y la cobardía, la lealtad y la traición, héroes y villanos. Como todos los pueblos pero yendo siempre un poco más allá, hacia lo alto y hacia lo hondo, hacia la grandeza y hacia la miseria. Entre todos hicieron este pueblo en el que es más peligroso ser Presidente del Gobierno que matador de toros. Hicieron España entregando su vida, Prim, Cánovas, Canalejas, Dato, Carrero Blanco, (cinco Presidentes de Gobierno)… y, con ellos, tantos españoles heroicos, cuyos nombrees no pasaron a la historia; y la hicieron también sus asesinos, unos para el bien y otros para el mal, el anverso y el reverso de esta moneada que se llama hombre. E igualmente la hicieron aquellas personas de corazón limpio que celebraban los triunfos y lloraban las tragedias, mientras realizaban su tarea diaria, anónima y callada. La fiel infantería. Ahora nos toca a nosotros, a los españoles que a partir de 1975 nos emborrachamos de libertad mal entendida y, en nuestra torpe embriaguez, hicimos una tómbola, y sorteamos pedazos de España. A todos les tocó una autonomía, hasta aquellos que no habían comprado billete (en mi tierra Galicia, sólo votó el 19 % del censo, el 11 % SÍ y el 9 % NO) “Café para todos”, - se dijo entonces – cuando lo que convenía era servir tila, sosegar a los impacientes, calmar a los ambiciosos, y convocar oposiciones para asegurarnos de que ningún cargo público estaría ocupado por un analfabeto funcional. Se propagó la especie de que todos servíamos para todo y así podía ser Ministro del Gobierno de España un personaje que no había cursado la Segunda Enseñanza y alcalde su pueblo el repartidor de butano –con todos mis respetos para tan digno menester, el de repartidor. Y surgieron de la nada diecisiete reinos de taifas con sus respectivas cortes, el correspondiente boato, sus representaciones en el extranjero, y el maná en forma de asesorías, observatorios, subvenciones y privilegios. Como botón de muestra nos fijaremos en la noble institución del aforamiento, arcaica pero justificada en contados casos. Las personas aforadas gozan de un privilegio, en virtud del cual no están incluidas en el Art. 14 de la Constitución y, en consecuencia, no son iguales que el resto de los españoles ante la Ley. Miremos hacia afuera. En Francia están aforados el Presidente de la República y los miembros del Gobierno; en Italia el Presidente de la República; en Portugal el Presidente de la República; en Alemania nadie; en el Reino Unido nadie; en EEUU nadie; en nuestro Estado de las Autonomías están aforadas, ¡más de diez mil personas! (Según los catedráticos Sres Esparza y Gómez Colomer) ¿Y, cuántos embajadores con sus correspondientes séquitos han dispersado por el mundo nuestros entes autonómicos? “Que en la diestra y la siniestras tienes tú un par de agujeros por donde se va a los mares el río de mis dineros… podríamos cantar a coro los españoles. Tal vez parte de la peregrina teoría económica de que “el dinero público no es de nadie” proclamada por una Señora Ministra de esta tierra del Buscón y el Lazarillo de Tormes, oído lo cual, y al grito de, ¡tonto el que no corra!, nos lanzamos a una orgía de apaño y derroche que fue el pasmo de Europa. Apañaron más lo que más corrían, y un Ministro afirmó que España era el país en el que uno podía hacerse más rico en menos tiempo (lo sabía por experiencia propia, naturalmente) La Ley de Cajas de Ahorro de 1985 fue el “ábrete sésamo” que permitió a políticos sindicalistas entrar a saco en la cueva del tesoro y conseguir que el dinero acumulado en cien años de buena gestión no quedara más que polvo. Son un clamor las críticas de todos los españoles hacia nuestros dirigentes, con preferencia cuando gobierna la derecha, pues la izquierda es más complaciente con los suyos. Los que nutren ahora las algaradas callejeras parecen haber olvidado que los promotores del “desahucio exprés” y el invento de las “preferentes” fueron obra de otros ministros de gobiernos “progresistas” pero la memoria es flaca y aquella era todavía una época de vino y rosas. Pero a lo que iba, estamos decepcionados con el comportamiento de nuestros políticos, pero los políticos no caen de los árboles, salen de nuestras filas, estuvieron sentados con nosotros en los pupitres del colegio, los políticos somos nosotros mismos en unas circunstancias distintas. Mientras a los niños españoles no se les grabe en su tierno cerebro que copiar en los exámenes es una punible y el castigo es la expulsión del colegio todos seremos un remedo, más o menos fidedigno, de Guzmán de Alfarache. Ahora bien, la responsabilidad es directamente proporcional a la autoridad; no reviste la misma gravedad la corruptela de un guardia municipal, que la de un Ministro de Interior, la de un secretario de juzgado que la del Presidente del Tribunal Constitucional, o la de un obrero que la del Secretario General de su Sindicato. A mayor honra mayor deshonor. Y hasta para ser ladrón hay que tener clase; no es lo mismo asaltar el tren de Glasgow que robar el dinero de los parados andaluces. Ahora llegó el despertar y con él la resaca, no podemos abominar del que tarda en traernos la aspirina sino del que nos sirvió el whisky de garrafa. Somos pobres. España es un país pobre. Importamos a un precio muy alto cerca del 90% de la energía que consumimos. Cuando el primer gobierno socialista decretó el parón nuclear cerró a nuestra nación la puerta de entrada al siglo XXI. Francia tiene 59 centrales nucleares, España 6 incluyendo Sta María de Garoña que está a punto de cesar su actividad. Pagamos la energía a mayor precio que otras naciones de Europa no podemos competir en la producción industrial salva bajando los salarios. Podemos vender turismo, productos agrícolas, arte e ingenio. La inteligencia se cotiza muy alto y no nos falta, pero hay que cultivarla, como los tomates. Y hay que cultivarla en las Universidades y las Escuelas Especiales, pero hay que promover el esfuerzo y la excelencia: si la Universidad no es selectiva no es Universidad (esto lo oí de labios de Severo Ochoa). El arte y la ciencia son muy exigentes –el día en que todos los maletillas toreen en la Maestranza se acabó la Fiesta - . Las becas no son una obra de caridad son una inversión. Y en cuanto al derecho de todos los jóvenes españoles a tener estudios superiores ya se lo respetamos pagándoles el 75% de sus estudios, incluso a los que tardan diez años en terminar una carrera de cinco – y presiden luego una autonomía – o inician tres carreras y no terminan ninguna, pero triunfan en la política. Lo importante es la calidad no la cantidad. Una Universidad no son, simplemente, magníficos edificios en medio de un bucólico paisaje, una universidad es, en esencia, un grupo de hombres de ciencia con vocación de enseñanza rodeados de estudiantes ávidos de aprender. Nos faltan alumnos y catedráticos con afán de superación y nos sobran universidades y Sindicatos de Estudiantes que cobran cuantiosas subvenciones y, cuyo Secretario General, que ronda los treinta años, debía haber abandonado las aulas hace tiempo. En España hay 79 universidades y ninguna de ellas figura entre las doscientas mejores del mundo; en California hay 10 y tres de ellas entre las seis primeras. De igual forma, un aeropuerto no es una pista muy larga y un par de radio-ayudas; un aeropuerto son aviones despegando y aterrizando, son pasajeros y mercancías en tránsito. Y una estación es un lugar donde paran los trenes y suben y viajan viajeros. Pero se construyen aeropuertos donde no aterrizan aviones y estaciones de AVE donde nunca ha parado un tren. ¿Para qué están los estudios de rentabilidad? El construir obras públicas no es siempre beneficioso para un país, lo es cuando van a ser rentables aunque sea a medio y largo plazo, de no ser así es pan para hoy y hambre para mañana, salvo para algunos que se comen el pastel. El célebre “Plan E” fue una idea digna de los Hermanos Marx que para que anduviera el tren quemaban los vagones… ¡Más madera! Yo no diría ¡indignaos! Como Hessel, diría, ¡despertaos!, no escuchéis a los demagogos qué, como dijo Ortega, son los demoledores de las civilizaciones. Saldremos adelante con esfuerzo y trabajo, y recuperando lo que perdimos en una revuelta del largo camino hacia la Democracia: la decencia.

viernes, 23 de septiembre de 2016

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 135

Contentos musicales

De COPLAND, Variaciones para piano.
De EDUARD LALO, Rapsodia noruega. Notable sinfonista, supo afirmar en todas sus obras una personalidad nacional. Toca esta obra la Orquesta Nacional de la Ópera de Montecarlo, bajo la batuta de Antonio de Almeida.
De BACH, Cantata “Ich bin vernügt mi meinem Glücke”, BWV 84. Bach se encontraría con el Domingo de Septuagésima. Hizo para este Domingo cinco cantatas, de las que nos han llegado tres. Esta de hoy fue compuesta el 9 de febrero de 1727, sobre texto de autor desconocido. Tiene a la vista el Evangelio del día, que narraba la parábola de los viñadores. La lección para el creyente la hace repetir: “Estoy contento con mi dicha”, que es el título de la Cantata. 


Hay, después, unas breves muestras de algunas de las Misas compuestas por Bach para la Corte de Sajonia. A veces, las cantatas le servían de apoyo inspirativo para estas Misas.

Alfonso Gil

Copland
Laló
Bach

miércoles, 21 de septiembre de 2016

PERSONAJES DE LA BIBLIA... 42

Benaías

(Versión Autorizada, Benaiah; Kenrick, Banaiah; Hebreo, bnyhw, también bnyh, "Yahveh ha construido"—Gesenio; Griego Bavatas, Bavala; latín, Banaias, Banaia); el nombre de varios hombres mencionados en la Biblia. La ortografía varía, pero los elementos compuestos de las diversas formas son iguales.
El más famoso de todos los que llevaron este nombre fue “el hijo de Yehoyadá”---“el más valiente entre los treinta”---“capitán de la tercera compañía para el tercer mes” (1 Crón. 27,5-6). El significado del texto no es claro; él parece haber sido un sacerdote y uno de los principales oficiales de la corte. “Yehoyadá, hijo de Benaías” (1 Crón. 27,34) puede ser una variante falsa, en la cual los nombres fueron intercambiados. A Benaías se le atribuye tres notables hazañas que requirieron fuerza y valor: (a) mató a dos leones, o quizás dos valientes guerreros de Moab (“dos campeones de Moab como leones”---Gesenio, s.v. aryal; en Gr. y lat. la palabra hebrea es meramente transliterada, dejando el significadodudoso); (b) descendió a un pozo y allí mató a un león; (c) también venció y mató a un héroe egipcio de extraordinario tamaño y gran fuerza (2 Sam. 23,20-21 = 1 Crón. 11,22-23). Mandaba a los “keretos y los peleteos”, o “guardias del rey”---nota al calce B.D. (2 Sam. 8,18; 1 Crón. 18,17), o “keretitas” y “peletitas” (2 Sam. 20,23). La Biblia de Douay lo describe como “el primero entre los treinta, pero no igualó a los Tres; David le hizo jefe de su guardia personal” (1 Crón. 11,25). En 2 Sam. 23,23 el texto hebreo da la misma historia, pero en las versiones griega y latina las notables variaciones causan confusión. La V.A. lee: “He aquí, fue honorable entre los treinta, pero no alcanzó a los primeros tres; y David lo puso al frente de su guardia” (1 Crón.11, 25). Esto es del hebreo, pero “guardia” debe ser cuestionado (Gesenio traduce la palabra por “una audiencia”. “El primero entre los treinta” (B.D.) está lejos de ser exacto (Josefo, Ant., VII, 12).
Benaías apoyó el título de Salomón al trono contra las ambiciosas intrigas de Adonías (1 Ry. 1,32-38.44), a quien mató luego, por mandato de Salomón. Para alguna literatura rabínica, vea Jew. Encycl. s.v.

Fuente: Tierney, John. "Banaias." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02246a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.

Revisión textual y foto selecta: Alfonso Gil

GUÍAS DE AUDICIÓN... 42

JOHANN SEBASTIAN BACH

Concierto para violín y orquesta, en La menor, BWV 1041.
Conciertos para violín y orquesta, en Mi mayor, BWV 1042
Concierto para dos violines y orquesta, en Re menor, BWV 1043


Aunque, durante su estancia en Weimar, Bach estudió a fondo las formas italianas de la instrumentación, fue en la Corte de Köthen donde se dedicó con más plenitud, siguiendo el esquema vivaldiano del “concierto”. Aportó ideas nuevas a los modelos ya establecidos, pero no permitió que los solistas restaran belleza al conjunto orquestal en su sutil equilibrio. Además, demuestra que, aunque experto como nadie en el uso del órgano o del clave, conoce demasiado bien el manejo del violín, cuyos recursos explota de manera genial. Los grandes violinistas del mundo han recibido la alternativa con estos conciertos.

Alfonso Gil
BWV 1041
BWV 1042
BWV 1043

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 57


MARCO ANTONIO  

Julio César había llegado a la cima de su carrera política y ahora era el dueño de Roma. Se esforzó por consolidar su posición tratando de justificar por todos los medios su ascenso al poder. Puso por escrito su versión enLa Guerra Civil, cuya calidad literaria está a la altura de su relato de la Guerra de las Galias, si bien se echa de menos la sensación de objetividad e imparcialidad que transmitía éste. Las últimas campañas de la Guerra Civil no las planteó como tales, sino como intentos de rebelión de las provincias de África e Hispania que él se encargó de sofocar. En los triunfos que celebró, no hubo ninguna alusión a Farsalia. Esta propaganda recibió un golpe cuando Cicerón publicó su panegírico Cato, en el que ensalzaba sobremanera a Catón. César era consciente del peligro que suponía un mártir, así que se apresuró a responder con un panfleto titulado Anti Cato.En él se las arregla para desprestigiar a Catón sin faltarle al respeto a Cicerón. Por ejemplo, en alusión a éste decía: "No se pueden comparar las palabras de un soldado con la fuerza expresiva de un orador nato que además dedica todo su tiempo a la literatura."
En los dos últimos años César había demostrado que no sólo era un gran estratega, sino también un buen gobernante. Comprendió que era imposible que Roma gobernara ella sola sus extensos dominios, así que procedió a aumentar el número de senadores a 900 e incluyó entre ellos a representantes de las provincias. Además extendió la ciudadanía romana a la Galia Cisalpina y a algunas ciudades de la Galia Transalpina e Hispania. Además estableció cláusulas por las que los sabios podían obtener fácilmente la ciudadanía romana cualquiera que fuera su procedencia. Reformó el sistema de impuestos tratando de que fuera más justo, trató de fomentar la natalidad permitiendo que las madres usaran ornamentos especiales y aliviando los impuestos a los padres, reformó el calendario, inició la reconstrucción de Cartago y Corinto, repoblándolas con romanos y griegos, respectivamente. También creó la primera biblioteca pública de Roma. A su frente puso a Marco Terencio Varrón, que había luchado en España al frente de dos legiones Pompeyanas pero que, como tantos otros, había obtenido el perdón de César.
Además César esbozó grandiosos planes, como levantar mapas de todo el ámbito romano, desecar marismas, mejorar los puertos, reformar el código de leyes, etc., planes que no llegó a realizar porque no tardó en ser asesinado. Al parecer la conjuración la planeó Cayo Casio Longino. Éste se había casado con Junia, hermana de Marco Junio Bruto, y lo persuadió para que secundara sus planes. En 45 a. C., poco después de que César regresara de España, Bruto se había casado con su prima Porcia, hija de Catón y César lo nombró para un alto cargo en la misma Roma. Al parecer lo consideraba uno de sus favoritos. Otro era Décimo Junio Bruto, que había sido uno de los generales de César en la Galia y gobernador de la provincia durante algún tiempo. César lo había incluido en su testamento. Finalmente estaba Lucio Cornelio Cinna, hijo del Cinna que había sido cónsul con Mario y hermano de la primera esposa de César.
El motivo de la conjuración fue que había sospechas fundadas de que César planeaba ser elegido rey de Roma. Esto tenía sentido. La única diferencia entre ser rey o dictador vitalicio, como ya era, consistía en que como rey podría designar un sucesor y evitar así una sangrienta lucha por el poder. Es verdad que las monarquías orientales mostraban que tras la muerte de un rey lo más frecuente eran las sangrientas luchas por el poder, pero es plausible que César confiara en restaurar el respeto por la ley que tan arraigado estuvo en Roma durante la mayor parte de su historia.
En 44 César tanteó el terreno para ver cómo recibían los romanos la idea de tener un rey. En una fiesta celebrada el 15 de febrero, Marco Antonio le ofreció una diadema, que en oriente era el signo de la monarquía (el equivalente a una corona). Hubo un silencio tenso y César la rechazó diciendo: "Yo no soy rey, sino César". Hubo tumultuosos aplausos.
Sin embargo, todo el mundo estaba convencido de que César pensaba proclamarse rey en una reunión del Senado prevista para el día 15 de marzo (los idus de marzo, según el calendario romano). A la entrada del Senado, uno de los conspiradores retuvo a Marco Antonio en una conversación, mientras los otros, todos hombres de confianza de César, lo rodearon mientras éste se sentaba al pie de la estatua de Pompeyo. César estaba solo y desarmado cuando salieron a relucir los puñales. Al principio trató de defenderse, pero luego reconoció a Marco Junio Bruto entre los atacantes y en ese instante se rindió. Dicen que sus últimas palabras fueron Et tu, Brute? (¿tú también, Bruto?). Así César terminó muerto sobre un charco de sangre.
Bruto se levantó de un salto blandiendo su puñal ensangrentado y gritó a los senadores que había salvado a Roma de un tirano. Conminó a Cicerón a que reorganizara el gobierno, pero la ciudad se quedó paralizada, sin que nadie se atreviera en un primer momento a tomar decisiones. Marco Antonio decidió esconderse prudentemente hasta entender lo que había sucedido.
Por la noche empezaron las reacciones. Marco Antonio logró apoderarse del tesoro que César había recaudado para una próxima campaña militar y convenció a su viuda para que le entregara todos los documentos que la víctima guardaba en casa. Lépido, leal a César, entró en Roma con una legión. Los conjurados lograron finalmente el apoyo de Cicerón, que al día siguiente logró un compromiso en el Senado que Marco Antonio pudiera aceptar: el Senado ratificaría todas las acciones de César, su testamento se consideraría válido (a pesar de que no se conocía aún su contenido), pero los asesinos serían eximidos de toda culpa y se les asignaría el gobierno de diversas provincias.
Se celebraron honras fúnebres por el dictador. Marco Antonio se levantó para pronunciar una oración, y luego leyó su testamento, en el cual César legaba una pequeña cantidad de dinero a cada ciudadano romano, gesto que conmovió a la multitud. Marco Antonio siguió describiendo las heridas que César había recibido en recompensa a su grandeza y generosidad, y así logró que el pueblo clamara venganza contra los asesinos. Éstos tuvieron que andar con pies de plomo, y no tardaron en abandonar la ciudad rumbo a las provincias que les habían asignado: Marco Bruto fue a Macedonia, Décimo Bruto a la Galia Cisalpina y Casio a Asia Menor.
Mientras tanto, Ptolomeo XIV, el hermano menor de Cleopatra, cumplió los catorce años y quiso participar en el gobierno de Egipto, así que su hermana lo hizo envenenar, pero como una mujer sola no estaba en condiciones de gobernar Egipto, lo hizo con la ayuda de su hijo Cesarión, de tres años, que pasó a ser Ptolomeo XV César.
Salustio Crispo dejó la política y se retiró a una magnífica mansión llena de obras de arte y rodeada de jardines que había construido en el monte Quirinal con la fortuna que había amasado en Numidia. Desde entonces se dedicó a la literatura. Escribió un libro titulado La conjuración de Catilina y otro La guerra de Yugurta. También escribió una historia de Roma de la que se conservan sólo unos pocos fragmentos. Aunque no podía igualar la prosa de Cicerón y César, fue un historiador apreciado por la profundidad de sus análisis, que recuerdan a Tucídides.
En la turbulenta política romana apareció una nueva pieza clave: era Cayo Octavio, nieto de la hermana de César y su descendiente más directo (si prescindimos de Cesarión, cuya existencia, al parecer, era desconocida en Roma). En su testamento lo nombraba hijo adoptivo. Cuando César fue asesinado, Augusto se encontraba en Apolonia completando sus estudios (tenía diecinueve años), pero volvió inmediatamente a Roma a exigir sus derechos como heredero legítimo de César. Su familia trató de disuadirlo, pues era obvio que con ello entraba en un terreno muy peligroso. Ciertamente, a Marco Antonio no le hizo ninguna gracia encontrarse con un joven de aspecto débil y enfermizo que pretendía quedarse con una herencia que él consideraba se había ganado con su constante fidelidad a César. Logró anular la cláusula del testamento que nombraba a Augusto hijo adoptivo, pero Augusto la dio por válida y cambió su nombre según la tradición romana: pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano.
Cicerón pensó que el joven Octavio sería fácil de manejar y podría convertirse en un instrumento útil para enfrentarse a Marco Antonio, así que le prestó su apoyo y pronunció una serie de eficaces discursos contra Marco Antonio. Muchas legiones se pusieron de parte de Octavio, en gran parte por la fuerza de su nuevo nombre. Marco Antonio comprendió que necesitaba el apoyo del ejército y para ello se propuso vengar la muerte de César ejecutando a sus asesinos, lo cual se vendía bien. El más cercano era Décimo Bruto, que estaba en la Galia Cisalpina, así que se convirtió en su primer objetivo. Obligó al Senado a reasignarle la Galia Cisalpina y marchó hacia el norte con un ejército. Pero apenas hubo partido cuando Cicerón convenció al Senado para que Marco Antonio fuera declarado proscrito y se enviara a un ejército contra él. El ejército lo guiaron los cónsules, pero Octavio fue como segundo comandante. Así empezó la Tercera Guerra Civil.
Mientras tanto, Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo que se había salvado en España, logró hacerse con una flota y se dedicó a la piratería. No tardó en adueñarse de Sicilia.
Décimo Bruto se fortificó en Mutina (Módena). Marco Antonio, con un enemigo dentro de la ciudad y otro fuera, no tuvo posibilidades. En abril de 43 tuvo que conducir su ejército en retirada a través de los Alpes hasta la Galia Meridional, donde se reunió con Lépido, que volvía de España con su ejército. No obstante, en la batalla contra el ejército enviado por Roma murieron los dos cónsules, así que Octavio volvió a Roma como único general victorioso. Lo cierto es que Octavio no tenía experiencia ni capacidad alguna como militar, pero nadie pareció darse cuenta. En Roma, respaldado por sus tropas, no tuvo dificultad en que el Senado ratificara su condición de hijo adoptivo de César y fue nombrado cónsul. Ahora pudo ser él quien dirigiera la venganza contra los asesinos de su tío abuelo. Volvió a la Galia Cisalpina, pero esta vez no para ayudar, sino para derrotar a Décimo Bruto. No le costó gran esfuerzo, porque una gran parte de los soldados de Bruto prefirieron pasarse al bando del heredero de César en lugar de defender a su asesino. Bruto escapó, pero pronto fue capturado y ejecutado.
Mientras tanto Marco Bruto y Casio estaban reuniendo en sus provincias hombres y dinero. Lépido comprendió que si Marco Antonio y Octavio seguían enemistados los asesinos de César vencerían, así que se esforzó por conciliar a dos hombres que, más o menos, perseguían el mismo objetivo y el 27 de noviembre de 43 se formó el Segundo Triunvirato, integrado por Marco Antonio, Octavio y Lépido. Los triunviros establecieron un sistema de proscripciones como había hecho Sila, donde cada cual puso en la lista a sus propios enemigos. Marco Antonio puso, naturalmente, a Cicerón, que tanto se había esforzado en atacarlo en favor de Octavio. Curiosamente, y a causa de un incidente personal, Marco Antonio también reclamó la muerte del viejo Verres, que aún vivía en el exilio en la Galia.
Una vez más, muchos ciudadanos acomodados fueron ejecutados en Roma y sus posesiones fueron confiscadas. Cicerón trató de escapar en barco, pero vientos contrarios lo devolvieron a la costa y no pudo hacer nada contra los soldados enviados para matarle.
Una buena parte de los judíos toleraba mal el gobierno de Antípatro. Ciertamente era judío, pero también era idumeo. Los judíos siempre se habían considerado superiores al resto de los mortales, pero en especial superiores a sus vecinos más próximos. Según la Biblia los judíos descendían de Jacob, mientras que los idumeos descendían de su hermano gemelo Esaú. Jacob logró arrebatar a su hermano los derechos que Dios había conferido a Abraham. La Biblia profetizaba que Jacob dominaría a su hermano, pero que algún día Edom se impondría sobre Judá. Probablemente el autor de esta profecía nunca pensó que se llegaría a cumplir. Era una forma de mantener a los israelitas en guardia frente a sus vecinos para no permitir nunca que se escaparan de su yugo. Sin embargo, no hay como dejar pasar mil años para que toda profecía mínimamente plausible acabe cumpliéndose. Para muchos judíos era una humillación ser gobernados por un idumeo, y Antípatro acabó envenenado. Sin embargo, por estas fechas Judea estaba bajo el poder de Casio, el cual no estaba para rebeliones de judíos. Tomó medidas rápidamente y los hijos de Antípatro, Fasael y Herodes, recuperaron el poder.
Con Roma bajo control, los triunviros llevaron su ejército a Macedonia en 42, donde encontraron al ejército unido de Casio y Bruto junto a la ciudad de Filipos (Octavio cayó enfermo en Dirraquio y tuvo que ser llevado en litera). Casio opinaba que debían esperar, pues sus enemigos estaban mal abastecidos y era probable que la espera les debilitara, pero Bruto no pudo soportar la incertidumbre y optó por atacar. La batalla fue igualada, pero Casio se asustó pensando que la derrota estaba próxima y se suicidó. En realidad el resultado fue un empate. Unas semanas después Bruto forzó una segunda batalla en la que fue derrotado por fuerzas superiores y también terminó suicidándose.
Una vez cumplida su misión, finalizada la Tercera Guerra Civil, los triunviros pensaron que lo mejor era separarse. Acordaron que Lépido gobernaría las provincias del oeste, Marco Antonio las del este y Octavio iría a Roma.
Según era costumbre, algunos soldados veteranos fueron recompensados tras la batalla de Filipos con tierras en Italia, que fueron expropiadas al efecto. El hijo de uno de los expropiados había adquirido cierta fama como poeta. Se llamaba Publio Virgilio Marón. Uno de los generales de Octavio, llamado Cayo Asinio Polión, era aficionado a la poesía y había oído hablar de él. Su intercesión logró que al padre de Virgilio le fuera devuelta su granja.
Otro literato afectado por la guerra fue Quinto Horacio Flaco. Había sido oficial en el ejército de Bruto, pero durante la batalla de Filipos huyó del combate en lo que, de acuerdo con los cánones de la época, se podría llamar un acto de cobardía. Salvó la vida, pero perdió sus posesiones en Italia. Marchó a Roma y encontró un trabajo como escribano.
A mediados de 41 Marco Antonio llegó a Tarso, en la costa sur de Asia Menor. Allí decidió que Egipto había sido demasiado neutral en la última guerra y ordenó a Cleopatra que fuera a entrevistarse con él. Probablemente, Marco Antonio sólo estaba buscando excusas para obligar a Egipto, la región más rica de su radio de acción, a pagarle un sustancioso tributo. Cleopatra acudió puntualmente, pero entonces tenía veintiocho años, y su capacidad de persuasión estaba en su apogeo. Después de pasar un tiempo con ella, Marco Antonio decidió que no merecía pagar tributo. Al contrario, decidió tomarse unas vacaciones en Alejandría. De estas vacaciones nacieron dos gemelos: Alejandro Helios y Cleopatra Selene.
Esto no hizo ninguna gracia a Fulvia. Había estado casada con Clodio, luego con Escribonio Curio y finalmente se casó con Marco Antonio. Además de sus objeciones obvias a las distracciones de su marido en el este, también le reprochaba que hubiera consentido que Octavio se quedara con Roma. A la larga, esto le podría dar una enorme ventaja sobre los otros dos triunviros. Por ello persuadió a Lucio Antonio, hermano de Marco Antonio, que era cónsul ese año, para que llevara un ejército contra Octavio. No tenía muchas posibilidades, pero su objetivo real era que Marco Antonio se viera obligado a luchar contra Octavio por defender a su hermano.
Por esta época Octavio había buscado el apoyo de dos antiguos compañeros de estudios. Uno era Cayo Cilnio Mecenas, que fue su consejero durante cerca de veinticinco años; el otro era Marco Vipsanio Agripa,que suplió la práctica nulidad de Octavio en cuestiones militares. Agripa empujó a las tropas de Lucio Antonio a la ciudad italiana de Perugia y poco después, en 40, se rindieron. Fulvia se vio obligada a huir a Grecia, donde murió al poco tiempo. Marco Antonio volvió a Italia a defender a su hermano, pero cuando llegó todo había terminado prácticamente y se puso de acuerdo con Octavio para renovar el triunvirato. Ahora Lépido ya no pintaba nada, y se hizo un nuevo reparto: Marco Antonio conservaba el este, pero Octavio se quedaba con Italia, la Galia y España. Lépido tuvo que conformarse con África. Para confirmar el acuerdo, Marco Antonio se casó con Octavia, la hermana de Octavio. Por estas fechas Octavio se casó también con Escribonia, con la que pronto tuvo una hija llamada, naturalmente, Julia.
Pero los problemas no habían acabado. Después de la batalla de Farsalia, un oficial de Pompeyo llamado Quinto Labieno huyó al Imperio Parto y ofreció sus servicios al rey Orodes II. Ahora Labieno conducía un ejército parto con el que no tardó en apoderarse de Siria y Judea, y avanzaba hacia Asia Menor. Con él iba Antígono Matatías, el hijo del rey Aristóbulo II de Judea, que había escapado de Roma años atrás y que finalmente había llegado al Imperio Parto. Aunque Fasael y Herodes se mantuvieron firmemente del lado romano, los judíos pensaron que los partos les permitirían librarse del yugo idumeo, y no tardaron en capturar a Fasael y al sumo sacerdote Juan Hircano II. Al primero lo mataron y al segundo le cortaron las orejas, lo cual bastaba para inhabilitarle como sumo sacerdote, pues Dios no quería mutilados a su servicio. El nuevo rey y sumo sacerdote fue, naturalmente, Antígono Matatías, con el que la dinastía de los Macabeos recuperó el trono, aunque fuera como satélite del Imperio Parto.
Herodes, el otro hijo de Antípatro, se casó con Miriam, hija de Alejandro, el hermano de Antígono, y huyó hacia el sur. Pasó al país de los nabateos, de allí a Egipto y de Egipto a Roma. Allí logró el apoyo de Octavio y Marco Antonio. El Senado reconoció su lealtad a Roma y lo confirmaron como rey de Judea, incluyendo Idumea, Samaria y Galilea. El único problema era que Roma no estaba en condiciones de reconquistar su reino para él. Eso tendría que hacerlo por su cuenta.
Por esta época Virgilio fue presentado a Mecenas por Polión. Sus mejores obras hasta entonces eran las diez Bucólicas. Mecenas le animó a instalarse en Roma y publicarlas. A instancias suyas, Virgilio trabajó los años siguientes en las Geórgicas, en las que ensalza la vida campesina, en consonancia con la política de Octavio de fomentar el interés de sus conciudadanos por la antigua y sencilla forma de vida romana.
En 39 Marco Antonio envió a uno de sus generales, Publio Ventidio Baso, a expulsar a los partos de Asia Menor. Originariamente, Ventidio había sido un hombre pobre, que alquilaba mulas y carros. Llegó a general con César en la Galia y se mantuvo siempre fiel a él. Tras el asesinato, se unió a Marco Antonio. Cuando llegó a Asia Menor los partos se retiraron. Luego libró una batalla en la parte oriental de la península, obtuvo la victoria y obligó a los partos a abandonar sus conquistas. Poco después Herodes desembarcó en Judea con un pequeño ejército romano al que se le sumaron tropas idumeas. Con ellas inició una larga lucha contra los judíos, que apoyaban a su nuevo rey Antígono Matatías.
Mientras tanto, Sexto Pompeyo amenazaba seriamente el abastecimiento de Roma, pues no sólo dominaba Sicilia, que era uno de los principales proveedores de Roma, sino que sus barcos piratas interceptaban frecuentemente los barcos procedentes de Egipto y otros lugares. Los tribunos se reunieron con él en Miseno, un promontorio cercano a Nápoles, y llegaron por necesidad a un acuerdo: Pompeyo sería gobernador de Sicilia, Córcega, Cerdeña y el sur de Grecia, y a cambio se regularizaría el comercio por el Mediterráneo.
Octavio repudió a su esposa Escribonia por "la inmoralidad de sus costumbres". Poco después, en 38, se casó con Livia Drusila, una romana de buena familia que lo aconsejó bien durante toda su vida, al contrario de lo que le sucedía a Marco Antonio, a quien Cleopatra trataba de manejar para sus propios fines. Livia tenía diecinueve años, estaba casada, tenía un hijo y estaba embarazada de otro, pero su marido, Tiberio Claudio Nerón, no puso objeciones al divorcio cuando Augusto se lo "pidió".
Virgilio había conocido a Horacio en Roma, se interesó por él y se lo presentó a Mecenas, que se convirtió en su protector. Mientras que Virgilio desarrollaba un verso cada vez más refinado y personal, la especialidad de Horacio eran las sátiras, la ironía y la crítica. Su poesía es jovial, y al mismo tiempo muy cuidada. Probablemente ha sido el más popular de los autores clásicos.
Los partos intentaron ocupar de nuevo Asia Menor, pero Ventidio los derrotó en Siria más rotundamente que el año anterior, mientras Herodes hacía progresos en Judea con alguna ayuda de las tropas de Marco Antonio.
En 37 el rey parto Orodes II murió envenenado por su hijo, que pasó a ser el nuevo rey, Fraates IV. Ese año Marco Antonio volvió al este. Después de pasar un tiempo en Alejandría relevó a Ventidio y lo envió a Roma a recibir un triunfo, mientras se preparaba para atacar el Imperio Parto él mismo (obviamente buscaba la fama).
Herodes tomó Jerusalén y así recuperó en la práctica el reino que Roma le había entregado en teoría. Hizo ejecutar a Antígono Matatías, pero puso como sumo sacerdote al último Macabeo que quedaba (aparte del mutilado Juan Hircano II). Se trataba de su cuñado Aristóbulo III, hijo de Alejandro, el hermano de Antígono. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que el pueblo obedecía al sumo sacerdote Macabeo en lugar de al rey idumeo, así que en 36 lo hizo ejecutar y el sumo sacerdocio dejó de estar vinculado a una familia fija. A partir de entonces fue ejercido por miembros de las diversas familias saduceas. Esto hizo que la institución perdiera parte de su prestigio y que los fariseos fueran ganando poder.
Marco Antonio cruzó las fronteras del Imperio Parto. Los partos evitaron en todo momento presentarle batalla, pero no dejaron de acosarlo en las montañas, sometiéndolo a un lento desgaste. Finalmente, salió con la mayor parte de sus hombres muertos y sin haber librado ninguna batalla.
Octavio logró reunir una flota que puso en manos de Agripa. Luego buscó un pretexto para iniciar una guerra contra Sexto Pompeyo y envió la flota tras él. Agripa sufrió pérdidas, parte por los combates, parte por las tormentas, pero finalmente acorraló a Sexto cerca del estrecho que separa a Italia de Sicilia y obtuvo una victoria completa. Sexto logró escapar y se dirigió a Asia Menor. Lépido había desembarcado tropas en Sicilia para ayudar a Octavio. Con ello esperaba quedarse con el gobierno de la isla, pero sus soldados desertaron para unirse a los ejércitos de Octavio, con lo que Lépido perdió la poca influencia que le quedaba.
En 35 los soldados de Marco Antonio capturaron a Sexto Pompeyo, y poco después fue ejecutado. Marco Antonio trató de lavar su reputación tras el desastre frente a los partos invadiendo Armenia. Allí capturó y se llevó prisionero al rey Tigranes II, nieto de Tigranes I y que sólo era un niño. Ese año murió el escritor Salustio.
www.uv.es/ivorra/Historia/Indice.htm
Revisión y foto escogida: Alfonso Gil

MÚSICA INFRECUENTE... 35

De Telemann a Tunder

De Telemann, "El maestro de escuela", "La felicidad campestre", "La Pasión según san Marcos"...
De Theile, "Pasión según san Mateo".
De Tomas Marco, "Albayalde" y "La soleá".
De Tomasí, "Variaciones en forma de sonatina".
De Tomassek, "Deutsche Harmonia Mundi".
De Torroba, "Piezas características".
De Touzet, "Alegre". Y...
De Tunder, "Preámbulo en Sol".

Alfonso Gil
Telemann
Tomas Marco
Torroba
Touzet



ESPIRITUALIDAD... 19

La acusación de sí mismo

Seguimos con las conferencias de san Doroteo de Gaza. Concretamente, con la séptima. La foto que he escogido es muy significativa. La Iglesia hoy tiene un papa excepcional. Permite que resuma las palabras de aquel monje del desierto:

- A veces es por desprecio por lo que no nos perturbamos, y esto sería manifiestamente un desastre. Pero la causa de la perturbación, si la buscamos cuidadosamente, es siempre el hecho de que no nos acusamos a nosotros mismos. Aunque hubiéramos realizado mil obras buenas, si no guardamos este camino, no cesaremos de sufrir y de hacer sufrir a los demás, perdiendo así todo mérito.
- Sucede también que un hermano, creyendo mantenerse en paz y tranquilidad, se ve perturbado por una palabra ofensiva que acaba de decirle un hermano y juzga que la razón es suya, diciéndose en su interior: "Si este hermano no hubiese venido a hablarme y perturbarme, yo no habría pecado". Es una ilusión, un razonamiento falso. Se creía en paz pero había en él una pasión que ignoraba. Una sola palabra de su hermano ha puesto en evidencia la podredumbre escondida en su corazón.
- A medida que el alma crece, se hace más fuerte y más capaz de soportar todo lo que le sucede. Así nos es de gran ventaja, una fuente abundante de paz y progreso, el hacernos a nosotros mismos responsables, y a nadie más que a nosotros de lo que pasa, tanto más cuanto que nada puede pasarnos sin la providencia de Dios.
- Debemos siempre mirar a lo alto, ya recibamos un bien ya un mal, y dar gracias por todo lo que nos sucede, sin cansarnos jamás de acusarnos a nosotros mismos y repetir con los Padres: "Si nos pasa algo bueno es por disposición de Dios, y si algo malo es por causa de nuestros pecados."
- Cada uno se justifica, cada uno se descuida sin cumplir en nada, y pidiendo al prójimo que rinda cuenta de los mandamientos. Por esto no nos habituamos al bien: por poco que recibamos alguna luz inmediatamente pedimos cuenta al prójimo criticándolo. Todas las virtudes han entrado en esta casa menos una, y sin ella le cuesta al hombre mantenerse en pie: acusarse de sí mismo.
- Nada atrae más la misericordia de Dios sobre el alma que las tentaciones, sobre todo aquellas que suceden en tiempo de agobio y persecución.

Alfonso Gil

martes, 20 de septiembre de 2016

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 134








Dos pianistas

Dos pianistas van a ejecutar estas piezas de CHOPIN. Se trata de Moura Lympany y Abbey Simon. Y las obras son estas:
Vals n. 2, en Do sostenido menor.
Vals n. 1, en Sol bemol.
Vals n. 2, en Si menor.
Polonesa n. 1, en La.
Berceuse en Re menor.
Estudio n. 11, en La menor.
Mazurca n. 3, en Do sostenido menor.
Mazurca n. 1, en Si bemol.
Mazurca n. 3, en Do.
Mazurca n. 4, en La menor.
Mazurca n. 1, en Si.
Mazurca n. 1, en Fa sostenido menor.
Mazurca en Si bemol.
Mazurca n. 3, en Fa menor.
Mazurca n. 3, en Re bemol.
Barcarola en Fa sostenido. Y


Estudio n. 4, en Do sostenido menor.

Alfonso Gil
Moura Lympany
Abbey Simon

AMOR DE MIS AMORES

AMOR DE MIS AMORES

*

Tarde te amé, amor de mis amores, 
Cristo mío por mí crucificado; 
tarde hallé tu cuerpo inmaculado, 
tras buscar en los otros sus favores.

Un mundo recorrí de pecadores, 
al salir de tu casa, Padre amado; 
de todos ese fue mi gran pecado; 
buscarme, la mayor de tus labores.

Mas ya estoy aquí, en tu regazo, 
al calor del hogar de tu costado, 
libre de mí mismo en el olvido.

¡Qué gozo da sentir que tu abrazo 
toda huída posible me ha cortado, 
y por siempre seré tu redimido!



Alfonso Gil González
Cehegín, 2013



GUÍAS DE AUDICIÓN... 41

JOHANN SEBASTIAN BACH
Conciertos de Brandemburgo n. 2, en Fa mayor,BWV 1047; n. 3 en Sol mayor, BWV 1048, y n. 5 en Re mayor, BWV 1050.


Bach nace en 1685 y muere en 1750. Entre 1717 y 1723 es maestro de capilla del Príncipe Leopold de Anhalt.Köthen, aficionado a la música, que le puso una buena orquesta a su disposición. Bach, muy feliz, compuso en esa época gran parte de su producción instrumental, en el que se encuentran estos “conciertos”, que dedicó al margrave de Brandemburgo. Reflejan la magnificencia y la alegría de la Corte. De gran inspiración, están considerados entre los primeros de su género.
De acuerdo con la forma establecida por Vivaldi, Bach los divide en tres Movimientos. El Concierto n. 5 es el más famoso de la serie. 
*

Alfonso Gil
n. 2
n. 3
n. 5