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Teología

martes, 2 de junio de 2015

VIA CRUCIS (Octava Estación)



OCTAVA ESTACIÓN




Nada tengo de mí que pueda darte,
nada, Señor, excepto mis pecados;
lo demás son los bienes que, prestados,
me vienen cada día de tu parte.

Con mis ojos quisiera agradarte,
de vergüenza y en lágrimas bañados, 
sabiendo que mis males perdonados
están por querer tan sólo amarte.

Lloran, sí, las mujeres a tu paso, 
sin saber que merecen el tormento
que ellas y los suyos se ganaron.

Mas Tú les das amor y, por si acaso,
por que vivan, un día, tu contento,
les muestras la razón que equivocaron.




Alfonso Gil González