Desde mi celda doméstica
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sábado, 27 de agosto de 2016

ESPIRITUALIDAD... 16

Las ilusiones del Ego

Tercera Parte

(continuación)

- Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo, es decir, lo aparente, y el pensamiento divino. Por ello, cualquier sistema de pensamiento que confunda a Dios con lo aparente, con el cuerpo, no puede por menos que ser demente. El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. Ésta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnerabilidad del cuerpo es su mejor argumento de que no podemos proceder de Dios. De ahí que el ego crea que es una ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede proceder de Dios.
- Lo único que le confiere al ego poder sobre ti es la lealtad que le guardas. El ego no es más que una parte de lo que crees acerca de ti. Nadie que aprenda por experiencia propia que cierta elección le brinda paz y alegría, mientras que la otra le precipita al caos y al desastre, tiene más necesidad de persuasión.
- Conocer a tu hermano es conocer a Dios. El amor no conquista todas las cosas, pero sí las pone en su debido lugar. De ahí que la salvación sea una empresa de colaboración. No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación.
- El ego es aquella parte de tu mente que cree que lo que define tu existencia es la "separación", o lo que él llama el "mal". Su comunicación está controlada por la necesidad que tiene de protegerse, e interrumpirá la comunicación siempre que se sienta amenazado. El espíritu, en cambio, reacciona de la misma manera a todo lo que sabe que es verdadero, y no responde en absoluto a nada más. Él sabe que lo único que es verdad es lo que Dios creó.
- Nada real puede incrementarse excepto compartiéndolo. Por eso es por lo que Dios nos creó. Dios se deleita compartiendo. Eso es la que significa la Creación. Dios es alabado cada vez que una mente aprende a ser completamente servicial. Los que son verdaderamente serviciales son a su vez invulnerables, porque no protegen sus egos y, por lo tanto, nada puede hacerles daño. Su espíritu servicial es la manera en que alaban a Dios, y Él les devolverá las alabanzas que le hagan porque ellos son como Él, y pueden regocijarse juntos.

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