Desde mi celda doméstica
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sábado, 2 de mayo de 2015

CORPOREIDAD SEXUADA


Corporeidad sexuada


Niños y jóvenes tienen derecho a ser informados, a ser educados en todos los campos. También en el sexual. El silencio sobre la realidad sexual sería un error. Así lo requieren los cambios fisiológicos, las nuevas formas de razonar, los nuevos sentimientos, los nuevos deseos matizados por las pulsiones sexuales, más intensos en una edad que en otra. Es, por eso, que ya nadie duda de que la sexualidad es una de las dimensiones fundamentales de la vida humana.
Desde el principio de los tiempos, la diferencia sexual del hombre y de la mujer aparece vinculada a dos funciones esenciales: la alteridad-complemento de los sexos y la fecundidad. Ambas funciones sitúan al ser humano en un contexto social. Ese misterio de alteridad y fecundidad no debiera ser mancillado o violado. Mas el corazón humano necesita, a veces, sanearse. De él brota, sí, la fidelidad; pero, también, los designios perversos, homicidios, adulterios, inmoralidades, robos, testimonios falsos, calumnias, etc… Como siempre, el Amor es la solución.
Las experiencias sexuales extramatrimoniales suelen ser producto de inmadurez, cuando no de desequilibrio psíquico. ¡Pero vaya usted a decirles esto a los que las realizan! A ello conducen, igualmente, algunos trastornos afectivos o situaciones neuróticas que, a veces, alcanzan un carácter compulsivo claramente patológico, una especie de droga, como huída de una existencia a la que no se encuentra sentido. Ello se cura con una afectividad más madura y una altruista dedicación que dé sentido a sus vidas.
Alguna vez escribí que el coito carnal, per se, no es ninguna prueba de amor., aunque debería serlo. Y es que no es lo mismo genitalidad que sexualidad. Muchos tienen sus genitales bien desarrollados, pero no así su sexualidad y, menos, su afectividad. Piénsenlo.

Alfonso Gil González

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