Desde mi celda doméstica
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lunes, 5 de diciembre de 2016

CURSO CATEQUÉTICO... 5

Catequesis de la experiencia

Nos decía Pascual Maymí en sus clases que ha ido ganando terreno la idea de que la catequesis no tiene que ser algo nocional, esencialista, sino existencial, entroncada con la vida concreta del hombre de hoy.
- Un presupuesto de que partir: la antropología. El hombre es el tema fundamental de nuestra época no sólo en la filosofía sino también en la literatura, en el arte y en el mismo ateísmo. El hombre es centro y vértice de todo lo terreno. El hombre tiene una gran visión de sí mismo.
- Otro presupuesto de que partir: la teología. Mucho más cercano que el problema del ateísmo es el problema de la secularidad. Se establece un foso entre la fe y la vida, entre la conciencia cristiana y la conciencia secular. La Secularidad es la tendencia a colocar al hombre y el al mundo en una línea de autonomía creciente respecto a Dios. La secularidad nos obliga a repensar el sentido y alcance de la religión.
- Otro presupuesto es la misma Catequesis. Toda catequesis depende de una determinada antropología. Tanto el contenido como el método de la enseñanza catequística dependen de la imagen ideal del hombre que domina en cada época. Catequizar es educar para vivir en el mundo de hoy: un mundo técnico, positivo, democrático y que quiere ser profundamente humano.
- Existen varias maneras de entender la "catequesis de la experiencia":
* la experiencia sobrenatural, generalmente ajena y pretérita.
* la experiencia natural, que ha ido cobrando cada vez más importancia.
- Va surgiendo una catequesis como explicitación de la experiencia personal. Esta explicitación debe hacerse de modo sugestivo y vivo.
- En el plano teórico hay dos tipos: para unos, cualquier experiencia humana es válida; otros hablan de experiencias privilegiadas. Mención especial merecen las experiencias "negativas": la miseria, la finitud, la muerte, la culpa... En el plano práctico, la elección de las experiencias que se vayan a tratar debe estar en función de las necesidades reales.
- La explicitación de la experiencia tiene tres fases: la natural, buscando el qué, el cómo y el cuándo de la experiencia humana; la trascendente, buscando el sentido profundo de la experiencia humana; y la cristiana, viendo cuáles son las aportaciones del cristianismo respecto de las fases anteriores y centrándose en lo más esencial: el designio de Dios en Jesucristo.
-El cristianismo no es un saber, sino una vida. Se trata de descubrir la llamada de Dios y a través de las circunstancias concretas.
- El catequista tiene que ser el animador, no imponiendo el contenido ni el itinerario, y participando sinceramente en la búsqueda, haciendo que todos participen, resumiendo o explicando los resultados, y añadiendo luz o promoviendo más investigaciones.

Alfonso Gil
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