Desde mi celda doméstica
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lunes, 19 de junio de 2017

ESPIRITUALIDAD... 38

La debilidad de Dios

A cada época le corresponde una debilidad de nuestro Dios y de nuestro Señor.
Esta debilidad de nuestro Dios encuentra nuestra infidelidad.
Dios nos espera como somos, nosotros no lo esperamos como es.
No lo hacemos mejor que los que crucificaron a Jesús: incansablemente estamos emprendiendo la misma tarea.
Soñamos con detener el tiempo para estar con él como Pedro. Pero el Señor en el mismo momento de la transfiguración nos remite a la agonía.
Todavía agonizaremos, pero en la serenidad de una mirada que se abisme en la seguridad infinita del Padre.
El niño que muere no tiene miedo: no comprende, pero no tiene miedo.
Cada época tiene su manera original de escarnecer al inocente, y con él a todos los pobres.
Y la única respuesta es la santidad: somos llamados a la santidad, en su debilidad infinita.
Señor, en este tiempo de escándalo en que tantos cristianos se dejan coger en los lazos del poder... En una época en que la prensa y los medios de información condicionan como nunca el pensamiento de los hombres... Que tu luminosa cruz, plantada en el corazón de nuestras vidas, haga de nosotros niños amasados con dulzura y debilidad, dichosos del gozo de Dios, capaces de bendecir a Dios en todas las cosas.

M. J. Le Guillou
Siglo XX.
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