Desde mi celda doméstica
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sábado, 23 de diciembre de 2017

CANCIONERO MUDO... 35

Curación de un paralítico

Conocidísimo pasaje registrado en los sinópticos: Mt. 9,1-8; Mc. 2,1-12 y Lc. 5,17-26.
Y, subiendo de nuevo a la barca, pasó Jesús con sus discípulos a lo que Mateo llama "su ciudad", y Marcos especifica que es Cafarnaúm.
Todo el mundo se enteró que estaba en casa -¿en la de Pedro?- y vinieron fariseos, escribas y doctores de la ley de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de la misma Jerusalém.
Había tanta gente que ya no se podía ni cerrar la puerta de la casa. Todos querían escuchar a Jesús.
Trajeron entre cuatro a un paralítico para que Jesús lo curara, pero, como no podían entrar a causa del gentío, hicieron un boquete por el tejado o azotea y lo introdujeron hasta los pies mismos de Jesús. Jesús, al ver la fe de los portadores y del mismo enfermo, dijo a éste, tratándole como a un hijo, que sus pecados estaban perdonados.
Los escribas y doctores de ley pensaron para sí mismos que cómo podía decir Jesús semejante blasfemia o disparate, porque, según ellos, sólo Dios podía perdonar los pecados. 
Pero Jesús adivinó sus pensamientos y les preguntó que qué era más fácil: si decir al paralítico que se le perdonaban sus pecados, o decirle que se levantara de la camilla y echara a andar. Y añadió que, para que vieran que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados, le mandó al paralítico que se levantara, cogiera su camilla y se marchara a su casa. Y así lo hizo el hombre curado.
Todos quedaron estupefactos y daban gloria a Dios porque no habían visto nunca cosa semejante, y porque Dios había dado tal poder a los hombres.

Alfonso Gil

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