La vocación cristiana
El cuidado de mi oficio episcopal me preocupa sin cesar desde que se ha echado sobre mis espaldas esta carga de la que hay que dar una cuenta tan rigurosa.
Ayudadme con vuestras oraciones.
Orad para que yo sea fuerte.
Nuestro Señor Jesucristo no hubiera dicho nunca que su carga era ligera si no ayudase al que la lleva.
Si Él no lleva la carga con nosotros, sucumbimos; si Él no nos sostiene, caemos.
Nos encontramos envueltos en el torbellino de esta actividad como una mar inmensa.
Debo amar a mi Redentor y conozco su palabra a Pedro.
Pregunta sobre el amor, manda el trabajo, porque a mayor amor menos molestia.
¿Me atreveré a decirle que se lo devuelvo llevando a pacer a sus ovejas?
¿Dónde encontrar lo que me cuesta si él en todas partes me sale al paso?
Es que no se puede exigir ningún salario al que se ama gratuitamente, de no ser que el salario sea el mismo a quien se ama.
San Agustín
(354-430)