Sinfonismo ruso
En el verano de 1996, Wolfgang Sawallisch clausuraba, en Santander, su Festival.
"Scheherazade", de Rimsky-Korsakov, era la obra editada en el CD estival. Una maravillosa suite sinfónica que salía coeditada con la "Kovanchina" de Musorgsky. Claudio Toscani, Guido Salvetti y María Rosaria Boccuni escribieron sobre dichas obras, mezcla de historia y fantasía. Incluso Roberto Fertonani hablaba de las "fábulas de Oriente" o las tradiciones literarias de "Las mil y una noches", que se remonta al siglo XIII y que contiene elementos dispares. Y, lógicamente, había que mencionar al director Karajan, fallecido siete años antes.
En el "mundo del ballet", resaltaba la figura del compositor Sergei Diaguilev. Y el casco antiguo barcelonés acogía una iniciativa musical inédita en España, como era la de promocionar nuevos valores con música antigua.
Pepa Echanove intrevistaba al director Gómez Martínez, que acaaba de abandonar la Ópera Nacional de Finlandia buscando nuevas metas. En cuatro años la había logrado consolidar.
El verano se prestaba a ver la forma de combinar música y pedagogía a través de escuelas alternativas. En ello estaba el maestro Ros Marbá.
Tras el protagonismo indiscutible del Órgano entre los grandes instrumentos, no menor importancia histórica había llegado a alcanzar el piano de cola, en especial, el de la marca "Steinway". Según Lia Ruffino, el primer ejemplar se construyó en la cocina del ebanista alemán Heinrich Steinweg, en 1836. A continuación vino la fábrica de Nueva York, el éxito de la Exposición Universal de París, en 1867, y la confianza de los mejores pianistas del mundo. Su precio actual (1996) estaba entre los 6 y los 12 millones de pesetas.
Como Austria cumplía mil años de historia, era una buena excusa para acrecentar su siempre atractiva oferta musical. En palabras de Mariu Mariam, Austria era una gran fiesta en 1996.
Alfonso Gil González
Dudamel dirigiendo a Korsakov
Abbado dirigiendo La Kovanchina (completa)