Desde mi celda doméstica
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martes, 20 de octubre de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Nonagesimosegundo)


Capítulo XCII


El Conde de Campillos

Agosto de 2006 despertaba con la noticia de su muerte. Este personaje ceheginero vivía en la capital de España. Julio acabó con él y él con julio. Era un gran bienhechor de la ciudad. Sus restos mortales fueron traídos hasta Cehegín, donde se le hizo el funeral, interviniendo mi padre en la lectura de la palabra de Dios y en el recital del Salmo, dentro de la Misa previa a su entierro en la Capilla del cementerio parroquial, adonde fue llevado desde la iglesia conventual franciscana.
En estas noches de verano, tenía la costumbre de salir a dar un paseo, después de cenar, por las calles del viejo Cehegín. Casi siempre se detenía, con mi madre, en la puerta de la casa del cura Tomás, citado anteriormente, y se sentaban a platicar un poco con los vecinos allí reunidos. Como pasa en los pueblos del Levante y de Andalucía, las gentes se sientan por la noche a tomar el fresco en las puertas de sus casas. Motivo este para que los vecinos dialoguen y se cuenten sus cosas. El cura Tomás, en esta ocasión del 5 de agosto, le entregó y dedicó el catálogo general de su obra pictórica.
Papá aprovecha estos días veraniegos para ir imprimiendo, de Internet, todo un material teológico y patrístico, maravilloso, que sirva de conocimiento a generaciones futuras que, ahora, apenas leen. Él, en cambio, aumentaba su capacidad lectora y sus reflexiones. La posibilidad con Internet de buscar documentación de las primeras comunidades cristianas era verdaderamente asombrosa. Papá añadiría: ¡Gracias, Señor, por este hallazgo siempre hermoso!
El 25, asistía, en la Sala Camelot, al Pregón de Fiestas, que pronunció el Presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia, Ramón Luis Valcárcel Siso. Luego, en el restaurante La Muleta, participó del refrigerio que ofreció el Ayuntamiento. 
El 1 de septiembre, escribe en su diario: Hace 52 años que ingresé en el Colegio Seráfico. Fue el inicio de lo más noble de mi vida: un seguimiento consciente de Jesucristo.
Al día siguiente, una vez más, presentó el Festival de Bandas de Música, ya el sexto, en la Sala Camelot. Vinieron de Mula (Murcia) y San Sebastián de los Reyes (Madrid). Y, después, participó en la cena común, dada en el restaurante La Fama. El 7, se produciría el tradicional Concierto de Banda y Coro. Esta vez, tuvo a Víctor del Castillo como barítono invitado. Vendría, el 8, a dar un hermoso recital el cantante Francisco. En la misma Sala, el 10, se representaría la ópera española Marina. 
El 14, apunta en su agenda: ¡Menudo tostón el de la música de esta madrugada en el parque donde está le feria de estos días festivos. Y, esa misma tarde, acude a la iglesia de Santa María Magdalena, donde se le nombró a Sor Concepción como “hija adoptiva de Cehegín”, y se hizo “caballero de la Virgen” al ilustre Pregonero de las Fiestas. La Misa fue presidida por el Vicario General de la Diócesis, quien aceptaría, a propuesta de mi padre, ser el próximo Pregonero de la Semana Santa. Debido a la lluvia de este día, la Procesión de la Virgen de las Maravillas, de regreso al Convento franciscano, se aplazó para el 16.
Pasadas las Fiestas, Cehegín volvía a la normalidad, a su habitual silencio nocturno, y mi padre seguiría trabajando en preparar dos tomos de partituras para coro a capella. Y las Clarisas de Hellín le comunicaban el resultado de las elecciones habidas en su monasterio, habiendo salido elegida, como Abadesa, Sor Clara María, y como Vicaria a Sor Inés.
El 20, encontró un puesto, en la Plaza del Alpargatero de Cehegín, que ofrecía material bíblico. Mi padre se acercó al mismo y, llamando al jefe, le dijo que esas “biblias” estaban mal traducidas. Cosa que, naturalmente, le negó el testigo de Jehová. ¡Pobre gente!
Asiste, el 26, acompañado de Pepe Sáez, que era presidente de los “blancos” de Semana Santa, y del tesorero de la Junta Central, Rufino Ruiz, a la exposición pictórica, en la Casa de la Cultura de Bullas, del ceheginero Guirao, con posterior vino español acompañado de dulces.
En estos días finales de septiembre de 2006, papá recibe varios correos electrónico de un brasileño, llamado Nelson da Silva, padre de una tal Mariana, compañera de universidad de mi hermano, a la que trajo varias veces a casa. Esa amistad con su padre se afianzó con el tiempo, como veremos más tarde.
Ahora debo destacar que el Padre José María Bustamante Lozano, compañero de papá en la vida religiosa, estaba sufriendo frecuentes crisis mentales que le impedían la normal celebración de la Misa, quedándose, a veces, con las formas eucarísticas en la mano, sin saber qué hacer. Como le pasó, el 28, al ir a dar la Comunión a los cantantes del Novenario a San Francisco, que quedaron sin comulgar, pues se retiró sin decir una palabra. Trasladado al  Convento de Orihuela, allí le visitaría la Hermana Muerte.



El coro Santa Helena

Se abre octubre de 2006 con estas palabras de mi padre: Es difícil dialogar cuando no se usa el mismo lenguaje; pero se puede.
El 4, día de San Francisco de Asís, vinieron unos amigos de Madrid, Maite y Ramón Perea, que estaban pasando unos días en los baños de Archena. Con ellos fue por Cehegín y Caravaca. De Archena (Murcia) marcharían a Santa Pola (Alicante). Al día siguiente, mis padres se acercaron a Murcia para asistir al recital que dí en la Sala FA, en la calle Mesegueres, 6, como semifinalista del concurso CREAJOVEN patrocinado por el Ayuntamiento murciano.
El 9, se celebraba la Eucaristía en casa. Antes, se nos había llamado desde Elche para comunicar al padre Alfonso el fallecimiento de Javier Mínguez Peral, hijo de sus amigos Manola y Pepe Mínguez, matrimonio de los que llevaba en sus tiempos de destino en Alicante. La llamada la hizo Pedro Coll. De modo que, el 12, viajó hasta la ciudad de la Dama para asistir al funeral que se celebró en la capilla del Colegio de los Salesianos. Aprovecharía para saludar a algunos matrimonios de los que él atendía treinta años antes.
Se acercó, al siguiente día, a Caravaca, al Centro de la Tercera Edad, pues estaban interesados en la creación de un coro de personas mayores, a propuesta del director del centro y de la concejala de sociales del Ayuntamiento caravaqueño. En casa se encargaría de sacar partituras de música, especialmente de canciones populares. Papá llegó a crear un coro de unas cuarenta personas, y empezó a enseñarles polifonía de todo tipo. Con el tiempo, se llamaría Coral Santa Helena. Les explicó el funcionamiento coral. Les probó la voz. Les dio una partitura sencilla de Mendelssohn, y otras nueve con que haría el Concierto inaugural.
Hace, el 17, sendos viajes a Murcia y a Madrid. A Murcia, acompañado de Pepe Sáez, entonces Vicepresidente de la Semana Santa de Cehegín, para llevar al Vicario General de la Diócesis, Miguel Angel Cárceles, su nombramiento de pregonero semanasantero. A Madrid, por la tarde, para acompañar a mi madre a su revisión médica. Volverían al mes siguiente para recoger los resultados, y aprovecharon para, en Caldeiro, asistir la Misa de celebración de los 25 años de sacerdocio de nuestro amigo, terciario capuchino, José Luis Castillejo.
Ya en Cehegín, asiste a la inauguración del Centro de Día San Francisco, junto al convento franciscano. En su iglesia, el 25, tuvo lugar la Misa corpore insepulto de la mujer de Antonio “el puro”, llamada también Antonia. Asistió la mujer del presidente de la Comunidad Autónoma. Papá estuvo, igualmente, en el cementerio nuevo, donde fue enterrada junto al nicho de su hijo Vicente.
El 26, le visita José Silvente, presidente de la asociación de exseráficos de Cehegín. Le acompañó al restaurante Argos, a Canara, a casa de su común amigo y colega Cristóbal “el manino”, al Instituto Alquipir que era el antiguo Colegio de los Franciscanos. Y le dijo que no debía sustituirle en el cargo, sino que era mejor se creara un equipo dirigente. 
Al día siguiente, invitado por su amigo Antonio Agustín González,  hijo de Antonio González “Motolite”, asiste en el Auditorio de Murcia, al Concierto de la Orquesta Toscanini, dirigida por Lorin Maazel. En el descanso saludaría a su amigo y compañero Francisco Torres Monreal, que también era un melómano impenitente. Volvería en noviembre para escuchar a la Orquesta y Coro Sinfónicos de San Petersburgo, que interpretó la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler. ¡El no va más! Días más tarde, escucharía, en el mismo Auditorio, la Sinfonía n. 9, igualmente de Mahler.
El 5 de noviembre, acudió a la reunión plenaria de la Delegación de Hermandades y Cofradías, celebrada en Guadalupe (Murcia), bajo la presidencia del obispo diocesano. Comieron en la misma Casa de Ejercicios de las monjitas allí residentes. El 15, en Cehegín, asistiría a la inauguración del Servicio de Estancias Diurnas, ubicado en el Palacio de la Tercia. Al acto, además del alcalde, acudieron la Consejera de Trabajo y Política Social, Cristina Rubio Peiró; la Secretaria Autonómica de Acción Social, Mercedes Navarro Carrió, y la Directora General de Familia y Servicios Sectoriales, María del Socorro Morente Sánchez.

En alabanza de Cristo. Amén
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