Desde mi celda doméstica
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miércoles, 21 de octubre de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (128)

Los siete sellos


En Apocalipsis 5, leemos que el que estaba sentado en el trono tenía en su mano derecha un libro sellado con siete sellos. Nadie había digno de abrir tal libro, sino el león de la tribu de Judá, descendiente de David, es decir, el Cordero de Dios, que se acercó y cogió el libro de la mano del que estaba sentado en el trono. Al abrirlo, cuantos estaban allí entonaron un cántico nuevo diciendo que sólo el Codero es digno de abrir tal libro, pues con su sangre redimió a todos, haciendo de todo pueblo y nación, raza y lengua un solo reino y sacerdocio. Por lo que al que está sentado en el trono y al Cordero se debe toda bendición, honor, gloria y poder eternamente. Y todos dijeron AMÉN.
El primer sello era un caballo blanco, cuyo jinete llevaba arco y corona de vencedor.
El segundo sello era un caballo rojo, cuyo jinete llevaba un espada grande.
El tercer sello era un caballo negro, cuyo jinete llevaba una balanza.
El cuarto sello era un caballo pálido, cuyo jinete era la Muerte seguida del Infierno.
El quinto sello eran las almas de los mártires.
El sexto sello era una catástrofe general sobre la tierra y sus elementos.
El séptimo sello era un silencio celestial  de casi media hora, tras el que aparecieron siete ángeles tocando las trompetas.

Alfonso Gil González
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