Desde mi celda doméstica
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jueves, 17 de noviembre de 2016

CANCIONERO MUDO... 3

Los Reyes Magos

Siguiendo el texto del evangelista san Mateo, vemos que en el versículo 11 de su primer capítulo dice: Y entrando a la casa, encontraron al niño con su madre María. San Jerónimo lo hace así constar en La Vulgata: Et intrantes domum, invenerunt puerum cum Maria matre eius. El texto griego lo dice así: kai elzontes eis ten oikían eídon to paidíon metà Marías tes metròs autû.
Ciertamente, por lo que se colige del contexto, ya había pasado un tiempo -¿más de un año?- del nacimiento de Jesús y, por tanto, los Magos, que ya habían ido antes a Jerusalén a preguntar por el tal Niño, fueron orientados hacia su casa de Belén. 
El evangelista Lucas no narra este acontecimiento. Da por supuesto que sigue en Belén la sagrada familia. Pero Mateo nos continúa diciendo que, abiertos sus tesoros, y tras adorar al Niño de rodillas, le ofrecieron oro, incienso y mirra. Lo que después sucediera sigue en el misterio, porque el versículo 12 nos dice que habiendo recibido respuesta en sueños para que no regresaran a donde Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino. Así lo dice el texto latino: Et responso accepto in somnis ne redirent ad Herodem, per aliam viam reversi sunt in regionem suam. Y en griego: kaì jrematiszentes kat´ónar me anakampsai pros Eróden, di´alles òdu anejóresan eis ten joran autón.
No quiero desaprovechar la lección espiritual de ambos versículos: Cuando uno reconoce a Dios en su vida, que puede presentársele tras una sincera búsqueda, ésa su vida cambia forzosamente de signo y de orientación: ya no puede volver uno a las andadas, porque la vida ha quedado transformada por el amor de Dios.
Cuando estuve en Alemania, me acerqué a Colonia, en cuya catedral hay unas urnas en forma de catafalco que, dicen, contienen los restos de los Reyes Magos. ¡Vete a saber! Pero es ilusionante.

Alfonso Gil 
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