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lunes, 28 de marzo de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XIX)


La España bélica (III)

1938-1939

Empezaba 1938 con un Teruel en manos republicanas, que pronto pasaría a las nacionales. En Burgos se constituía un Gobierno con departamentos ministeriales en sustitución de la Junta Técnica. La Presidencia la ostentaría el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos nacionales (El Norte de Castilla, 1 de febrero). Mientras, la coexistencia en Barcelona de dos Gobiernos, el republicano y el catalán, crearía problemas. Luis Companys hablaba en el Parlamento catalán de esas relaciones. Entretanto, la marina republicana torpedeaba al crucero “Baleares”, hundiéndolo (Claridad, 7 de marzo).
Al día siguiente, en el Boletín Oficial del Estado Nacional, salía la ordenanza de una educación para la infancia que obedecería a normas patrióticas y religiosas. Y, el 10 de marzo, en el mismo Boletín, se publicaba el Fuero del Trabajo, y las tropas nacionales iniciaban su ofensiva para llegar al Mediterráneo y cortar en dos la zona republicana. El periódico El Socialista daba parte de ello diciendo que el ejército de Franco atacaba en tres direcciones con gran poder artillero y de aviación. El 12 de marzo, Franco declaraba nulo el matrimonio civil.
Como se corriera el rumor de una paz negociada, los sacial-comunistas organizaron una manifestación en contra en Barcelona, con presencia de organizaciones, pancartas y banderas, según Frente Rojo del 17 de marzo. Por otra parte, la CNT y la UGT decidieron un pacto de acción común y apelaron a los obreros españoles para respaldarlo. Mientras José Díaz, secretario general del Partido Comunista, enviaba una carta a Mundo Obrero en la que decía que su organización luchaba por la República Democrática.
Pero las tropas nacionales tomaban Lérida y, desde Burgos, se declaraba abolido el Estatuto catalán. Era el 5 de abril. Ese día el periódico La Vanguardia decía que el Gobierno de Negrín se había reorganizado, excluyendo a Indalecio Prieto y dando entrada a la CNT. Mas las fuerzas del general Franco habían llegado ya al Mediterráneo por Vinaroz y Benicarló, y la España republicana quedaba dividida. No obstante, Italia afirmaba su deseo de retirar sus tropas y negaba la intención de conquistas territoriales en suelo español. Al tiempo, el Gobierno de Barcelona daba al general Miaja el mando absoluto sobre las tropas republicanas que se encontraban fuera de Cataluña (El Socialista, 17 de abril).
Mientras Negrín publicaba los trece puntos de los fines políticos y militares de su Gobierno, se restablece en la zona nacional la Compañía de Jesús “disuelta por las fuerzas secretas de la Revolución”(B.O. 7 de mayo), y Álvarez del Vayo solicitaba que la Sociedad de Naciones terminara con la política de No Intervención. Lo que fue rechazado por 2 votos a favor, 4 en contra y 9 abstenciones (13 de mayo). Nota curiosa del 21 de mayo, en el B.O., es la prohibición en la España Nacional del uso de nombres propios como “Emancipación”, “Armonía” y “Azar”, por no figurar en el santoral católico, y aquellos otros que significaran separatismo, como “Iñaki” y “Kepa”.
Las potencias aliadas de Franco discrepaban sobre cómo podría ser la paz: Alemania optaba por una paz de compromiso, pero Italia decía que en las guerras civiles no existe esa posibilidad. El generalísimo Franco desmentía la cifra de voluntarios dada por Álvarez del Vayo, y pronunciaba un discurso con motivo del segundo aniversario del Alzamiento Nacional en que presentaba a José Antonio como precursor de la Cruzada. Reconocía en el discurso que la contienda rebasa los límites de lo nacional, haciendo un elogio del Ejército de tierra, mar y aire, al tiempo que denunciaba los horrendos crímenes de la España roja con más de 70.000 asesinatos en Madrid, 20.000 en Valencia y 54.000 en Barcelona, por lo que su Régimen no sería un capricho, sino una Cruzada militar y monástica (ABC del 19 de julio). Y era El Socialista, de igual fecha, quien publicaba el discurso pronunciado por el Presidente de la España republicana. Al tiempo, ambas zonas de la guerra contaban la Batalla del Ebro, desconfiando Mussolini de la total victoria de Franco, preocupado por perder sus 4.000 millones de crédito al bando nacional. Y Juan Comorera, del PSUC, pedía una economía centralizada y disciplinada al servicio de la guerra. Pero esto ya era octubre de 1938.
Como en la Sociedad de Naciones se discutía sobre la repatriación de los voluntarios extranjeros en la guerra de España, desde Cádiz se despedía a los italianos que habían luchado con Franco, enviando éste sendos telegramas de agradecimiento al rey de Italia y al Duce (ABC, 16 de octubre), y desde Barcelona se despedía a los componentes de las Brigadas Internacionales, al tiempo que las tropas republicanas se retiraban al otro lado del Ebro (El Socialista, 17 de noviembre). Y 1938 acabaría con dos noticias curiosas y dramáticas: El Gobierno de Barcelona crearía el Comisariado General de Cultos para asegurar la libertad religiosa y se imponían penas de muerte para los doscientos que habían pillado en una red de espionaje a favor del Gobierno de Burgos (El Socialista, 16 de diciembre).
Es en enero de 1939 cuando cae Cataluña en manos de Franco, y de poco sirve que el Gobierno de Negrín intente proseguir la lucha desde Madrid, cuando ya el coronel Casado había intentado el poder con su Junta de Defensa, y republicanos y anarquistas se llevaban a matar contra los socialcomunistas (La Vanguardia Española  del 28 de enero). El Congreso republicano se reunía por última vez en Figueras. Eran sólo 62 diputados (Diario de Sesiones del 1 de febrero del 39).
En el ínterin, se dictaba en Burgos la Ley de Responsabilidad Política contra quienes habían apoyado al Frente Popular, exceptuados los menores de 14 años y los que hubieren prestado servicios al Movimiento Nacional (Heraldo de Aragón del 28 de febrero). Los Gobiernos francés y británico reconocerían al del general Franco como legítimo, al tiempo que la Comisión Permanente de las Cortes, reunida en París, aceptaba la renuncia de Manuel Azaña a la presidencia de la República (Diario de Sesiones del 3 de marzo).
En Madrid, el caos republicano era total, y Julián Besteiro dirigía una propuesta de paz al Gobierno de Burgos, cuyas negociaciones para la rendición son cortadas por la orden de avance del Ejército nacional (El Socialista del 28 de marzo). Con la sublevación de Cartagena a favor de Franco, el desastre republicano se precipita y entran las tropas nacionales en Madrid. Y Franco, el 1 de abril, firma el siguiente parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Alfonso Gil González

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