La vuelta del destierro
Victorioso vuelve el Cid
a San Pedro de Cardeña
de las guerras que ha tenido
con los moros de Valencia.
Las trompetas van sonando
por dar aviso que llega,
y entre todos se señala
el relincho de "Babieca".
El abad y monjes salen
a recibirlo a la puerta,
dando alabanzas a Dios
y al Cid mil enhorabuenas.
Apeóse del caballo,
y antes de entrar a la iglesia,
tomó el pendón en sus manos
y dice de esta manera:
-Salí de ti, templo santo,
desterrado de mi tierra,
mas ya vuelvo a visitarte,
acogido a las ajenas.
Desterróme el rey Alfonso
porque allá, en Santa Gadea,
le tomé su juramento
con más rigor que él quisiera.
Las leyes eran del pueblo
que no excedí un punto de ellas,
pues como leal vasallo
saqué a mi rey de sospecha.
¡Oh, envidiosos castellanos,
cuán mal pagáis la defensa
que tuvisteis en mi espada
ensanchando vuestra tierra!
Veis: aquí os traigo ganado
otro reino y mil fronteras,
que os quiero dar tierras mías
aunque me echéis de las vuestras;
Pudiera dárselo a extraños,
mas para cosas tan feas,
soy Rodrigo de Vivar,
castellano a las derechas.
Laín Calvo
Siglo X