Desde mi celda doméstica
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domingo, 19 de marzo de 2017

ESPIRITUALIDAD... 30

Cristianos de vanguardia

Para vivir la vida de hombres apostólicos, tenéis necesidad de una gran abnegación de vosotros mismos, y este espíritu de abnegación debe existir continuamente, porque la verdadera abnegación no se tiene en la variación de un fervor sensible. Este ni dura ni casi es seguro. Lo que se necesita es conservar el alma en paz, en alegría en medio de las continuas y apremiantes privaciones, no solamente en las privaciones corporales, que son muy fáciles de sobrellevar, sino también en las privaciones espirituales o morales.
Estas son mucho más dolorosas, entristecen, turban y desaniman a un alma débil y apegada a sí misma; pero dan valor, serenidad y un nuevo vigor al alma que es fuerte, con una sólida abnegación de sí misma y una adhesión perfecta a sólo Dios. Un alma fuerte y verdaderamente apostólica está siempre en calma, tranquila, imperturbable en medio de los trabajos y contrariedades. Jamás está triste, desagradable, agitada, brusca, desabrida, silenciosa, ni es carga para sí ni para el prójimo.
Todos estos defectos son propios de almas débiles, amantes de sí mismas, que desconocen la virtud de la cruz de Jesucristo, y que sobre todo no desean prácticamente participar de ella... Cuando tienen éxito, rebosan de entusiasmo, que a menudo les hace cometer faltas de imprudencia. Son fuertes y poderosas, capaces de acometer y sufrir todo, porque están arrastradas por la impresión viva que en ellas produce el éxito; son vivas y animadas, atrevidas y emprendedoras quizá más de lo conveniente. La humildad y la desconfianza de sí mismas están ausentes en esos momentos, y la confianza en Dios no está presente. En este estado de cosas, la contradicción y los obstáculos las irritan; quieren conseguir de un golpe lo que únicamente se logra con dulzura e insinuación...
Si supierais el valor de la paciencia entre las virtudes apostólicas, pondríais todo el empeño de vuestra alma en conseguirla. Si supierais actuar ahora con paciencia, tendríais seguro el éxito y un éxito sólido y estable. Estad persuadidos que todo lo que se logra al asalto ni es sólido ni duradero. La planta de Jonás creció en una noche y en otra pereció (Jonás 4, 6-7). Las hierbas que crecen rápidamente se desarrollan poco y pronto se destruyen. Los árboles de lento crecimiento se hacen grandes y robustos y duran siglos. Si en una misión lograseis un éxito pronto y fácil, temblad por esa misión; al contrario, si pide tiempo y presenta dificultades, buena señal, si poseéis la fuerza y la perseverancia de una santa paciencia. A la imaginación no le gusta la lentitud, pero un alma abnegada sabe sacarle provecho.
Si tenéis paciencia, estaréis seguros de conseguir esta prudencia, esta sabiduría de Dios en vuestra conducta y en vuestras empresas.

Francis Libermann
(1802-1852)
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