Al Cristo de la Paz
La paz que llevas Tú, y que Tú eres,
guardada en el sagrario de tu pecho,
la muestras a Cehegín, oh feliz hecho,
la noche vesperal del santo jueves.
Paseas tu silencio, nos conmueves,
dormido como vas en ese lecho
de brazos del amor en Ti deshecho,
cual es el de los hombres por quien mueres.
Y el latido cordial hace una pausa,
que preludia tu entrada al templo añejo,
escuchando la música latente,
seguros de lo hermoso de tu causa.
Y vamos junto a Ti por lo más viejo
del casco de este pueblo penitente.
Alfonso Gil González
Madrid, 1997