Desde mi celda doméstica
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viernes, 1 de julio de 2016

FE Y SOCIEDAD.... 9

Acerca de Dios

Volvemos a hablar con el teólogo y filósofo jesuita, José Gómez Caffarena. Como el tema es absolutamente importante, nos previene diciendo que arrogarnos un conocimiento de la esencia divina sería no sólo ingenuamente pretencioso, sino incluso contradictorio, una especie de profanación del absoluto Misterio. De manera, que el enfoque lo desarrolla, más o menos, así:
1- El creyente monoteísta, más que "sobre Dios", habla "a Dios". Y este mismo hablar a Dios no es para él separable de toda una actitud en la que "vive ante Dios, con Dios y desde Dios". Vive un clima cuya clave de comprensión es una constante alusión al "Tú absoluto". Es decir, habla de todo desde una perspectiva que incluye esencialmente a Dios. 
2- Citando a Wittgenstein, aconseja que "sobre aquello de lo que no se puede hablar, mejor es callar". Hablar sobre alguien es atribuir predicados a un sujeto. Eso nos previene cuando intentamos hablar sobre Dios. Pero, preguntado qué entiende por "Dios", un cristiano puede y debe responder algo así: "Aquél a quien Jesús se refería como Padre, Aquél de cuyo reinado hablaba, Aquél en cuyas manos se confió al morir y por quien creyeron los primeros cristianos había sido resucitado". Si alguien en la historia humana ha sabido de qué hablaba cuando decía "Dios", ése era Jesús de Nazaret.
3- La fe es una actitud que incluye una dimensión asertiva, referida audazmente al Misterio Absoluto tenido por Agraciante, es decir, incluye una afirmación de la Realidad última como Amor. Pero la actitud de fe no es viable si dicha dimensión no está envuelta en otras dimensiones, si el Misterio Absoluto no es el "Tú" decisivo de la existencia creyente. La fe que ha aprendido en la experiencia y en la confrontación con las otras posturas humanas, se hace amiga del silencio. Y esta actitud silenciosamente adorante es también la más adecuada para acoger ese otro silencio, que para el no creyente tantas veces es escándalo y en el que el auténtico creyente tiene la piedra de toque de su fe: el "silencio de Dios". La vida de Jesús, al ser una vida real y humana como la nuestra, es una parábola por si misma creíble, el mayor apoyo de nuestra fe, y encarna la posible verdad humana sobre Dios.
De ahí, terminaba diciendo, que el mismo creyente está constitutivamante llamado a ser el narrador, a seguir escribiendo en la historia humana, con su vida hecha seguimiento de Jesús, la salvadora parábola sobre el Dios que es amor.

Alfonso Gil González
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