El incienso
Es una resina aromática que se quema para que exhale su aroma en señal de adoración o de veneración religiosa.
La "incensación", en la antigüedad, era un gesto de adoración en honor de los dioses, cuyo repudio acarreó la muerte a muchos mártires cristianos.
En el templo de Jerusalén, cada mañana y cada tarde un sacerdote de servicio hacía humear el incienso en honor de Yahvé sobre el altar de los perfumes.
Al ocaso del paganismo, la liturgia cristiana volvió a adoptar el uso del incienso, primeramente, para embalsamar la atmósfera de la asamblea; luego, como honra fúnebre a las reliquias de los mártires y, finalmente, como gesto de veneración.
En nuestros días, no sólo se inciensa el altar eucarístico, sino de todo lo que participa, en realidad o simbólicamente, de la gracia redentora de Cristo.
De todos los simbolismos que se han atribuido al hecho de incensar, el más sencillo es el de la oración que se eleva a Dios como el humo se eleva al cielo.
De todos los simbolismos que se han atribuido al hecho de incensar, el más sencillo es el de la oración que se eleva a Dios como el humo se eleva al cielo.