La visita del Verbo
Dichoso aquel en quien está el Verbo, que vive por él y que es movido por él.
¿Cómo he podido yo saber que estaba presente? Porque está vivo y eficaz; despierta mi alma adormecida, vivifica, enternece y excita mi corazón embotado y duro como una piedra.
Comienza por arrancar y destruir, por edificar y plantar, por regar mi sequedad, por iluminar mis tinieblas, por abrir lo que estaba cerrado, por inflamar la frialdad, y también por enderezar los senderos tortuosos y allanar las rugosidades de mi alma, de tal suerte que pueda bendecir al Señor y que todo lo que hay en mí bendiga su santo Nombre...
Por el movimiento de mi corazón me he podido dar cuenta que él estaba allí. He reconocido su fuerza y su poder porque mis vicios y mis pasiones perdían fuerzas.
San Bernardo de Claraval
(1090-1153)