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sábado, 9 de abril de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... 18


RENOVACIÓN INTERNA DE LA IGLESIA


De manera paralela a la Reforma protestante, se desarrollaba en el seno de la Iglesia católica un movimiento de renovación. Esta reforma católica no era sólo una respuesta a las críticas del protestantismo, sino que brotaba también de los deseos internos de conversión. Así, por ejemplo: el Oratorio del Amor Divino, la Orden de los Teatinos, la congregación de Clérigos Regulares, la Asociación de santa Ángela de Merici, las Ordenes Mendicantes y la Compañía de Jesús.
En la Iglesia española surge un importante movimiento de renovación en el que destacan figuras como san Ignacio de Loyola, el Cardenal Cisneros, Santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Pedro de Alcántara, san Juan de Ávila, etc…
El papa Pablo III reúne un concilio en Trento (1545), que se desarrolló, en fases, hasta 1563, abordando muchos temas dogmáticos y disciplinares que no habían sido definidos en el pasado. Entre las muchas conclusiones a las que llegó podemos destacar:
· Las fuentes de la fe son la Sagrada Escritura y la Tradición.
· Lo siete Sacramentos como acciones de Cristo en su Iglesia.
· El pecado no destruye totalmente la libre voluntad del ser humano.
· El Magisterio de la Iglesia interpreta y define la Palabra de Dios.
· La permanencia en sus lugares de obispos y sacerdotes.
· La creación de los Seminarios para la formación del clero.
· La visita pastoral de los obispos y la potenciación de las catequesis.
· La renovación de las Órdenes religiosas.

Hasta la llegada del Concilio Vaticano II, en pleno siglo XX, se mantuvo esa revisión tridentina de la vida de la Iglesia.

Quedaba así establecido el catolicismo moderno, tal y como nosotros, hasta el Vaticano II, habíamos heredado. Pero surgirían nuevos problemas, al querer la Iglesia permanecer con la misma estructura en contextos históricos muy diferentes, como fueron la excesiva jerarquización y clericalización, que el papa actual, Francisco, está empeñado en renovar según el espíritu del Evangelio.


Alfonso Gil González

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