Desde mi celda doméstica
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jueves, 14 de abril de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XXIV)

Los tres mosqueteros


Desde el pasado 20 de diciembre de 2015, España vive una situación desacostumbrada. No se había producido en los cuarenta años de democracia. A saber: Que tras las Elecciones Generales, ganadas de nuevo por el Partido Popular, aunque con mayoría relativa, se iban a confabular las izquierdas para no hacer posible que volviera a gobernar el Sr. Rajoy. Las izquierdas y el partido de Ciudadanos, que es como un apéndice de la derecha, que la molesta, que se erige en árbitro político y que pacta con su adversario.
Mariano Rajoy, viendo que su candidatura a la presidencia le resultaba insuficiente, se conforma, de momento, con ser Presidente en funciones del Gobierno español. Y, gracias a eso, España seguiría como si no hubiera pasado nada, confiada en que el hombre que la sacó de la crisis, a la que le llevó el socialista Zapatero, continuara gobernándola, eso sí, hasta la espera de unas nuevas Elecciones Generales, que se producirían seis meses después de las últimas citadas.
Como la torpeza de los tres candidatos a un gobierno tripartito no tiene límites, los tres tan bisoños en política como ambiciosos de poder, resulta que ni entre ellos se ponen de acuerdo; perdón, sí están de acuerdo en que Rajoy no vuelva a gobernar. Y éste, mientras, viendo que el panorama español se mueve en aguas turbias y turbulentas, espera en la Moncloa a que llegue el 26 de junio de 2016, a ver si España, por fin, despierta del atontamiento político que ahora le amenaza, le aturde, al tiempo que los avispados de siempre confían en sacar tajada, sea como sea.
Aquellos mosqueteros de Dumas estaban al servicio de la reina. Estos, sin que se me molesten, lo están también a los caprichos añorantes de una dama llamada República. Que ganen el 26 de junio, y verá España cómo vuelve a repetir su historia de pesadilla e infortunio, ahora que había salido de su letargo y que había visto, en sus amaneceres de democracia, aquella soñada aurora de libertad que tan felices ha hecho a sus hijos con sólo atisbarla en su diaria tarea.

Alfonso Gil González

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