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sábado, 30 de junio de 2018

APUNTES TEOLÓGICOS... 13

Misticismo cristiano

El "misticismo cristiano" hace referencia a la experiencia humana sobre la realidad última y trascendente, es decir, sobre Dios. Esa es su esencia y es, por eso, que juega tan importante papel en la historia del cristianismo.
En los escritos de san Pablo y del evangelista Juan, el "Cristo-misticismo" es fundamental. Así lo hereda la Iglesia oriental, pasándolo a la occidental en la Edad Media, y llegando  en los siglos XVI y XVII a su máximo exponente.
El misticismo literario, pasa desde los escritos del Nuevo Testamento a las "Confesiones" de san Agustín, a la obra de Dante Alighieri, a la "Imitación de Cristo" de Tomás de Kempis, a los Sermones de san Bernardo, etc..., agrandando su esfera más allá del cristianismo. Hay experiencias y literatura mística en las religiones asiáticas y semíticas.
A su vez, la mística cristiana hunde sus raíces, a través de Jesús, en el profetismo judío, teniendo siempre como telón de fondo el amor de Dios, cuya unión con Él sólo se posibilita en la unión con Cristo.
El punto central de la experiencia mística es la contemplación. El ser humano queda como fuera de sí ante la presencia divina. Ya desde el siglo III se defendía el círculo humano-divino: los hombres proceden de Dios y a Él vuelven. Pero los gnósticos y los maniqueos no siempre entendieron bien este mensaje.
Sin embargo, se desarrolló una auténtica mística a partir del siglo IV, con san Gregorio de Nisa, aunque la influencia de la teología mística parece partir de Dionisio Areopagita, converso de san Pablo en su viaje a Atenas. Los monjes sirios generaron toda una tradición mística.
El misticismo occidental, en cambio, pasa a tener su origen con Juan Escoto Erígena, influido por la obra de san Agustín, muerto en el 430. De forma similar, se produce la influencia en el papa san Gregorio el Grande, extendida en los siglos VI y VII.
Más tarde aparecen las figuras de san Hildegard de Bingen y de san Bernardo, que influyeron poderosamente en la piedad del Medievo con Ricardo de san Víctor y san Francisco de Asís, fallecido éste en 1226. Pero, seguramente, el más profundo de todos los místicos de esta época fue el maestro Eckehast, muerto en 1329.
En el siglo XIV surge un misticismo inglés que tiene su origen el el culto al Santo Nombre de Jesús, que era devoción popular desde el siglo XII. Y pasa a Italia con santa Catalina de Siena (muerta en 1380), doctora de la Iglesia desde 1980, y con santa Catalina de Génova, fallecida en 1510.
Pero el más grande florecimiento de la mística nos viene dado, desde España, en plena Contrarreforma, con las figuras de santa Teresa de Jesús (doctora de la Iglesia desde 1970) y san Juan de la Cruz, en el siglo XVI.
El conflicto entre la doctrina mística y la autoridad eclesiástica se produjo en el siglo XVII, con el "quietismo" defendido por Miguel de Molinos y por Fenelón, arzobispo de Cambrais. Molinos es el autor de "La Guía Espiritual" (1675) que tuvo gran popularidad en Italia y en Francia. Este movimiento tuvo su reacción en ese siglo XVII y en el XVIII con los jesuitas.
Las tres grandes fases del proceso místico son: la "Introversión y Purgación" a través de la meditación; la "Iluminación" con visiones y voces; y la "Deificación" o "matrimonio espiritual". 
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