Me tiene abrumado la hidalguía
de tu trato de amigo, Desiderio;
tu visita me supo a refrigerio,
y solaz tu soneto al alma mía.
No pude recibirte, cual cabía
a hombre tan cabal y sin misterio,
pues estaba sumido en cautiverio,
preso, sí, en mi gran melancolía.
Mas tus letras venidas de lo Alto,
do manan la verdad y la hermosura,
trajéronme manjar al alma falto.
Tu poema leí y, con premura,
este otro me vino al asalto.
Lleva aún de la tinta la frescura.
Alfonso Gil González
27 mayo 2018