Visión barroca
Los meses de estío de 1995 fueron ricos en manifestaciones musicales de todo tipo.
La ópera COSI FAN TUTTE se presentaba en el VII Festival Mozart de Madrid.
Martha Argerich, en Peralada, una vez más, demostraba ser una pianista de excepción.
El violonchelista Yo Yo Ma ofrecía un recital en el festival de Ludwigsburg, en Alemania.
Se publicaba un CD con los Conciertos de Haendel para órgano y orquesta, y ello servía de excusa para la publicación de un artículo de Guido Salvetti sobre "el órgano en el teatro".
Asimismo, las vicisitudes artísticas de Haendel eran estudiadas por Rolando Segna. Y, por el mismo motivo haendeliano, la figura del clavecinista Trevor Pinnock se presentaba a los melómanos como fidelidad histórica y auténtico campeón en éxitos de sus CDs. Y, por supuesto, del organista Simon Preston.
El acontecimiento operístico en los países nórdicos tenía nombre de mujer: Lolita.
Edigio Ortona escribía sobre el anecdotario de Arthur Rubinstein, pianista excepcional que generó un torbellino de conciertos alrededor del mundo.
Y, hablando de virtuosos, la revista homónima dedicaba un trabajo crítico a la figura de Pietro Antonio Locateli, el músico bergamasco que era precursor de Paganini y optó por la vida privada y docente en la Amsterdam de 1729.
Se cumplía un siglo de relaciones entre música y cine (1895-1995). Josep Pascual resaltaba la efemérides de ese binomio, mientras la película AMADEUS hacía furores entre los amantes de ambas artes.
Y los Festivales de Salzburgo propiciaban los sublimes encuentros musicales de la ciudad de Mozart.
Alfonso Gil González
Concierto n. 1 para órgano y orquesta de Haendel
Concierto n. 3 para órgano y orquesta de Haendel
Conciertos haendelianos maravillosos