La experiencia del Resucitado
Ciertamente, para abrirse al Resucitado no hay que quedarse encerrado en el mundo de las apariencias. Y esto nos ocurre mucho más a menudo de lo que pensamos. Si en los ojos de la mujer que se ama no hubiera más que un poco de materia que juega consigo misma, ¿de dónde procedería en estos ojos la luz de la confianza y del verdadero amor? En el hombre hay algo más que el hombre. Basta para creerlo haber visto a un niño inventar una canción, a un gran matemático improvisar ante la pizarra, haber escuchado una música de Mozart o contemplado un icono o una vidriera de Chartres.
El hombre es algo muy distinto de un protozoario que se ha complicado. Es de la tierra, pero también es del cielo. Pesa por su peso de tierra, pero también por su peso de infinito. El hombre se abre a la vida profunda. El hombre está secretamente abierto al infinito, las generaciones lo han sabido, lo han experimentado desde siempre. Hemos dejado debilitarse nuestras facultades de contemplación en provecho de nuestras facultades de trabajo y de cálculo, de dominio racional del mundo físico...
Amar a alguien, ha escrito Gabriel Marcel, es decirle: "Tú no morirás". He aquí lo que nosotros podemos decir a los hombres, en Jesucristo: la muerte ha sido vencida, Cristo ha resucitado, hermano, tú estás vivo ¡para siempre!
Olivier Clement
Converso del siglo XX