En Jesucristo ya hemos resucitado
La resurrección del Señor no acabó con su carne sino que la transformó.
Nuestra resurrección ha comenzado en Jesucristo.
Para nosotros no existe indecisión ni duda, no estamos colgados de una esperanza incierta.
La elevación de nuestra naturaleza nos alegra; ya poseemos el objeto de nuestra fe.
Que el ser que ha sido renovado no vuelva a la inestabilidad de su antiguo estado. Si ha puesto la mano al arado, que no interrumpa su esfuerzo; que vigile el grano que ha sembrado y no vuelva su mirada a lo que ha abandonado. Que nadie vuelva a caer allí donde se levantó.
Este es el camino de la salvación y ésta la manera de imitar la resurrección comenzada en Jesucristo.
Y puesto que una enfermedad antigua requiere cuidados largos y difíciles, apliquemos los remedios con tanta más prisa cuanto son más recientes las heridas.
San León Magno
Siglo V