Desde mi celda doméstica
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jueves, 30 de abril de 2015

EXISTENCIA Y EXISTENCIALES

Existencia y Existenciales


Lo que preocupa al pensamiento humano no es el problema que plantea la aparición del “homo sapiens”, sino el problema que tiene el homo sapiens y que se podría formular de esta manera: ¿Qué significa ser hombre? ¿Cómo existe el hombre? ¿En qué consiste ser hombre auténticamente? ¿Tiene algún sentido la vida humana? Veía yo a mis alumnos con cara de extrañeza. Les intentaba adentrar en la filosofía más honda, la que nace de nuestra propia existencia, pues debían reconocer que el hombre se encuentra consigo mismo existiendo. Y les recordaba la diferencia que hay entre saber en qué consiste la existencia auténtica y el vivir auténticamente. ¡Cómo se les abrían los ojos! Y es que la teoría no puede separarse completamente de la práctica. De modo, les decía, que si Sócrates nos dejó aquello de “Conócete a ti mismo”, eso equivalía a “Sé tú mismo”.
Pero cualquiera que sea la respuesta a la pregunta por el hombre, hemos de partir de esta evidencia: los hombres estamos aquí, en medio de nuestro mundo. Porque “estamos”, somos capaces de pensar y conocer lo demás. Somos, desde ahí, como la conciencia del universo. Tenemos que proyectarnos y realizarnos, sí, pero somos los únicos que existimos a sabiendas. Ello nos obliga a entender de nosotros mismos, incluso cuando nos desentendemos. Nos obliga a la autenticidad, es decir, a enfrentarnos con el problema de la existencia. Y la forma más auténtica de “estar” en el mundo es la de ser uno mismo para los otros. Si no, simplemente somos gente. 
Vi que se inquietaban y añadí: Mirad, cuando hablamos de la gente, nos referimos a los demás, ¿verdad? Pero todos somos gente, porque somos los demás de los demás. No apreciamos que, entre la gente, cada uno es el otro de los demás. Y nos supone una gran limitación que hay que asumir. Ahora bien –les dije- no sufráis por ello, porque uno es gente y nada más que eso cuando se desentiende de sí mismo hasta convertirse en uno cualquiera. De ahí que si consideramos a una persona como auténtica por serlo para consigo misma y para con los otros, la gente es la misma inautenticidad.
-Pero, ¿qué es en realidad lo auténtico? Se había puesto de pie una chica a la que todos miraban con cierta expectación. Y se sentó.
- Algo es auténtico cuando es realmente lo que aparenta. Sólo el ser humano puede ser auténtico o inauténtico. Ahora bien, como el hombre, más que ser, es un tener que ser, será auténtico cuando esté plenamente realizado… 
Y me vi obligado a hablarles de los existenciales, que son como modos de ser o de hallarse el hombre en el mundo, concreciones de la existencia en general. Por ejemplo, la preocupación que os supone ser vosotros mismos, viviendo responsablemente. Hay que llevar cuidado con ella para que no nos haga evadirnos de la realidad. Ya sabéis que existir es siempre coexistir. Sobre la base de coexistencia, podemos estar en soledad o en compañía, según las relaciones que mantengamos con los otros. Aunque seáis jóvenes, he de deciros que uno sólo está radicalmente ante la muerte. De ahí que si el morir no fuera dar la vida enteramente al Otro, que llamamos Dios, ¿qué sentido tendría la soledad de la muerte?
Ahora puede entenderse que hay otros “existenciales”, otras formas de estar en el mundo, como la solicitud o cuidado por los demás, o su contrario: la indiferencia. Y también están el miedo  y la angustia. Es difícil explicar qué sea el miedo a quien no lo ha experimentado. El miedo se pone en marcha cuando algo o alguien se cierne como una amenaza sobre nuestra existencia. Todos los miedos que pasamos, en realidad, encubren el miedo en que vivimos. No temeríamos nada si la propia vida no fuera ya un sobresalto. La “angustia” responde al agobio de la existencia. Caminamos entre la angustia y la esperanza. La esperanza no la suprime, pero ayuda a soportarla.
La realización de todos esos existenciales en nuestra vida se llama “actividad humana”. Cuando el ser humano vive en el aburrimiento o en el ocio, debería preguntarse si en realidad vive. La única alternativa a ambos es la responsabilidad, o sea, la apertura del espíritu y del corazón, la capacidad de asombro y de amor. Cuando volváis a vuestras casas os vais a tener que cuestionar por el sentido de vuestras vidas, Pero ya tenéis las claves para afrontar un tema que, sin duda, nos sobrepasa. Pero lo abordaremos.

Alfonso Gil González

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