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lunes, 25 de enero de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... Cap. 3


REINO DE DIOS E IGLESIA


Para descubrir la verdadera vinculación entre Jesús y la Iglesia, hemos de buscar las relaciones que existen entre el reino de Dios y la Iglesia.
Los apóstoles reciben el encargo de seguir la obra de Jesús, por lo que cabría esperar que el reino de Dios fuese el centro de su predicación. Sin embargo, al leer los discursos apostólicos que aparecen en los primeros capítulos del libro de los Hechos, nos encontramos con que lo que anuncian los apóstoles es a Cristo muerto y resucitado. Estos discursos o anuncios de los primeros discípulos reciben el nombre de “Kerygma”, y constan de los siguientes puntos fundamentales:
· Jesús ha sido llevado a la muerte de forma impía.
· Dios le ha resucitado y no le ha dejado en la muerte.
· El Cristo resucitado ha sido constituido Señor de la historia.
· Los apóstoles son testigos de estos acontecimientos.
La primera comunidad, alentada por el encuentro con Cristo resucitado y por la fuerza del Espíritu Santo, intenta vivir y construir el reino de Dios. La Iglesia, que nace de esas experiencias de Pascua y Pentecostés, tiene como misión establecer el reino de Dios en el mundo, es decir, mostrar que el amor de Dios se ha manifestado definitivamente a los hombres en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Aunque son todos los apóstoles quienes reciben el espíritu y anuncian el Evangelio, en los doce primeros capítulos del libro de los Hechos el protagonista de la predicación es Pedro. A partir del capítulo 12, todo el relato gira en torno a la figura de Pablo de Tarso. Esta predicación de los apóstoles produce tres efectos fundamentales:
· Genera paz, alegría y confianza ante la realidad del amor que Dios ha manifestado a los hombres.
· Lleva a un cambio de vida, es decir, a la conversión y aceptación de los valores del reino.
· Hace surgir, en quienes entienden la buena noticia, el deseo de vivir la nueva vida en comunidad. 
Estamos en el nacimiento mismo de la Iglesia y ésta sólo debe entenderse desde los parámetros expuestos, si no queremos transformarla en una especie de ONG a asociación puramente humana. El resto de su historia tendrá que recurrir a estas experiencias fontales para no dejarse confundir con las demás sociedades humanas. Por eso, en el siguiente artículo vamos a ver en qué consistía la vida de las primeras comunidades cristianas.

Alfonso Gil González

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