Diálogo entre el alma y Cristo
¿A dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como un ciervo huiste,
habiéndome herido:
salí tras Ti clamando
y ya eras ido.
Pastores, los que fuereis
allá por las majadas al otero,
si por ventura viereis
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras,
plantados por la mano del Amado!
¡Oh prados de verduras,
de flores esmaltados!
Decid si por vosotros ha pasado..
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura,
vestidos los dejó de su hermosura.
San Juan de la Cruz