De lo visible a lo invisible
Cuando nos da estos signos o, como los llama él hablando de esas mismas realidades, "mis obras" que provocan la fe e introducen en este mundo totalmente nuevo para nosotros, es su persona, tan extraordinariamente grande y misteriosa, tan próxima y tan humana, la que Cristo nos descubre.
Nadie mejor que San Juan nos introduce en la vida íntima de Jesús, en sus misteriosos intercambios con su Padre.
Leyendo a San Juan, los discípulos y los lectores quedan introducidos en el seno mismo de la Trinidad y descubren que ellos mismos son el objeto de estos intercambios divinos.
Roger Poelman
Siglo XX