LA ESPAÑA DEL SIGLO DE ORO
El llamado “siglo de oro” se extiende desde Felipe II a Carlos II, algo más de cien años. Las letras y las artes brillaron con luz propia y España engendró, en ese tiempo, una pléyade de escritores, artistas, sabios y santos.
Entre las Universidades destacaron la de Salamanca y la de Alcalá de Henares, que competían con las mejores de Europa. Es más, en la de Alcalá se compuso la famosa Biblia Políglota potenciada por Cisneros. De ellas salieron los grandes teólogos, como el dominico Domingo de Soto, el también dominico Melchor cano, los jesuitas Láinez y Salmerón, y Francisco Suárez. De ellas salieron los filósofos Juan Luis Vives, el humanista Pedro de Valencia, el doctor Juan Huarte de San Juan, el padre Baltasar Gracián, y el aristotélico Pedro Simón Abril. De ellas salieron los juristas fray Francisco de Vitoria, creador del Derecho Internacional, y otros como Juan López de Palacios, Baltasar de Ayala o Juan Ginés de Sepúlveda. De ellas salieron los científicos Blasco de Garay, Miguel Servet –descubridor de la circulación sanguínea-, Bartolomé Medina y Alvaro Alonso Barba, entre otros.
En el campo de las artes arquitectónicas sobresalieron dos estilos: el herreriano y el churrigueresco. Del primero, su creador fue Juan de Herrera –sobresaliente en la obra de El Escorial-; del segundo, fue José Churriguera –sobresaliente en la catedral y ayuntamiento de Salamanca-. Y otros muchos discípulos que, a veces, superaron a sus maestros, como Pedro Rivera o Narciso Tomé. En el arte imaginero destacaron Alonso de Berruguete, Nájera, Tordesillas, Giralte, los Morlanes, Tudelilla, Gaspar Becerra, Juan de Juni, Juan de Arfe, Lesmes Villafáñez, Gregorio Fernández, Montañés, Alonso Cano, Pedro de Mena, y un sinfín. En el arte de la orfebrería, destacamos a Forment y Lamaisont, Juan de Orna, Enrique de Arfe, Antonio de Arfe, y otros muchos. Entre los pintores, debemos señalar a El Greco, Juan de Juanes, Ribera, Murillo, Velázquez, Luis de Morales, Juan Fernández Navarrete, Antonio Moro, Alonso Sánchez Coello, Juan Pantoja de la Cruz, Francisco Zurbarán, Juan Valdés Leal y Claudio Coello. Y, en el arte de la música, señalamos al organista Fernández Salinas, a Cristóbal de Morales, a Francisco Guerrero y al incomparable Tomás Luis de Victoria.
En el campo de la Literatura, hay que reflejar a los poetas fray Luis de León, san Juan de la Cruz, Fernando Herrera, Baltasar Alcázar, Alonso de Ercilla, fray Diego de Ojeda, Bernardo de Balbuena, Luis de Barahona Soto, Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca; a los prosistas Mateo Alemán, Vicente de Espinel, Francisco de Quevedo, Vélez de Guevara, y la obra anónima “El lazarillo de Tormes”. Entre los novelistas, Miguel de Cervantes Saavedra con su inmortal “Don Quijote”. La literatura mística san Juan de Ávila, fray Luis de Granada, santa Teresa de Jesús, etc…, y la literatura histórica con Juan de Mariana, Diego Hurtado de Mendoza y Antonio Solís, entre otros.
En el campo de la SANTIDAD sería muy larga la lista, pero es obligado recordar, además de los ya mencionados, a san Pedro de Alcántara, san José de Calasanz, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, santa Rosa de Lima –peruana de padres españoles-, san Francisco de Borja, san Juan de Rivera, etc…
En el campo de la política, hay que recordar que Felipe III fue un mal rey, entregado a sus validos el Duque de Lerma y el Duque de Uceda. En su época se expulsaron a los moriscos. Se trasladó la corte a Valladolid, aunque por poco tiempo. Felipe IV fue casi tan mal gobernante como su padre. Se apoyó en el Conde Duque de Olivares, consiguiendo la sublevación de Cataluña y la independencia de Portugal. En estos reinados tuvo lugar, además, la Guerra de los Treinta Años, en Europa, entre católicos y protestantes, terminando con supremacía de Francia sobre España. Y el reinado de Carlos II fue aún más desdichado que el de los anteriores, nuestros ejércitos eran derrotados y España iniciaba su decadencia ante el mundo a causa, entre otras, de:
· Las cargas para sostener el Imperio.
· La ineptitud de reyes y validos.
· La influencia extranjera que iba mermando la misión de España en el mundo.
Lo político resultó ser el contrapunto negativo de nuestro Siglo de Oro. Las armas decaían mientras la cultura avanzaba. La molicie y el egoísmo de los gobernantes eran dramática contrapartida frente a los valores de santidad y heroísmo de los misioneros españoles, dentro y fuera de nuestras fronteras. Es difícil mantener la metafísica en todos los estratos sociales. Si ésta decae, la invasión materialista aprovecha la situación para adueñarse de la esfera social. Y así nos fue.
Alfonso Gil González