Desde mi celda doméstica
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sábado, 6 de junio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Undécimo)



Capítulo XI


Coadjutor en Alicante

Elegido el nuevo Provincial, éste me propuso mi traslado a Alicante. Allí iría destinado el 18 de agosto de 1972.  Alicante se me cayó encima por su falta de soledad, por su excesivo ruido. Tres frailes, desde Hellín, pasaron a la parroquia de san Antonio de Alicante. Yo sería el coadjutor desde el día 22. El día 29 entregué al nuevo encargado de las vocaciones el coche que tenía para tal servicio desde el 6 de mayo de 1970.
Muy pronto me iba a entregar a atender el despacho parroquial, que permitirá un contacto más personal con la feligresía, y seguir la lectura de los libros que llevaba, por ejemplo, el de Herbert Hang “El pecado original”, y “Epístolas a Timoteo y Tito” de Joachim Jeremias. 
Dio la coincidencia de que el primer enfermo que administré en Alicante, el día 1 de septiembre, era de Cehegín, mi pueblo natal. Mis primeras visitas fueron al Obispado y a la librería Manantial.
El día 3 de septiembre bauticé a cuatro niños. Era domingo. Ese día, y todos los domingos, era de una especial entrega a la pastoral.
Una vez que he tomado posesión plena de mi tarea parroquial, vuelvo a Cehegín para pasar las fiestas de la Virgen de las Maravillas. El día 6 de septiembre asisto al funeral y entierro de Luis el Sacristán de Santa María Magdalena de Cehegín. El más famoso de los sacristanes de la Diócesis de Cartagena. Asisto, también, a los ensayos con la Banda de Música, con la que participo en las Procesiones de la Patrona. El día 10, en la iglesia del convento franciscano, doy la 1ª     Comunión a mi sobrino Pedro Vicente. Tras la misa solemne del día 14, en Santa María Magdalena, se da sepultura en ella, después de 75 años, a los restos mortales del obispo Caparrós, que era ceheginero.
Regreso a Hellín, día 15, para ir, el 16, a Teruel. De allí, por Valencia, vuelta a Hellín. El 19, nuevamente viajo a Cehegín y regreso a mi comunidad de Alicante. En lo que queda de septiembre, además de atender la Parroquia, ayudaré al colegio que regentan los franciscanos, anexo a la misma. Parte de mi ministerio sacerdotal, en Alicante, iba a consistir en atender a los enfermos en sus casas. Los tres años que allí estaré me proporcionarán mil y una formas de darme a los demás, como veremos.
En octubre del 72, aunque algunos viajes cortos, intensificaría   atención espiritual a enfermos y moribundos, probé   las voces de los niños para la formación de un coro parroquial y me di   a la lectura: “Profetismo y profetas”, de Louis Monloubou; “Eclesiatés, Qohelet” de André Barucq; “El cantar de los cantares” de R. Tomay; “Enigmas de la guerra civil española” de Vila San Juan, y “Teología del Antiguo Testamento” de P. Van Imschootx. Libros todos que, junto a los citados y por citar, conservo en mi biblioteca familiar.
En el mes de noviembre no hice más que una corta salida hasta Cehegín, día 10, para asistir al funeral y entierro del padre de unos religiosos del pueblo. Leí   dos importantes libros: “La teología moral en San Juan”, de José María Casabó, y el “Estudio de los libros de Samuel”, de Georges Auzou. Lo demás será la tarea propia de la Parroquia, participando en un Cursillo de Iniciación Bíblica que se organizó.
El día 29 me llamó el Provincial para proponerme la dirección, en Madrid, de la JUFRA (Juventud Franciscana), pero el párroco y el superior de la casa de Alicante se negaron a que me fuera de allí. Yo, que estaba dispuesto a esa nueva misión, me sintí  halagado por la reacción de mis inmediatos superiores.
A primeros de diciembre del 72 hube de marchar, en bus, a Hellín y Albacete. Celebraría una boda que resultó extraordinaria. Pero más extraordinaria aún fue la llamada de una joven, para decirme: “Mi padre se acaba de suicidar con unas tijeras de cortar cuero”. Dejada la boda, me personé en la casa del difunto y, al día siguiente, 3, asistí  a su entierro. Se trataba de un hombre que sufría de depresión.
De regreso a Alicante, vida parroquial intensa, es decir, normal: bautizos, bodas, entierros, visitas en el despacho, atención a los enfermos, llamadas atendidas por teléfono… hasta el día 28 en que vuelvo a Hellín y Cehegín, donde acabo el año.




1973: exceso de trabajo

Fuera de la lectura de “Comentarios a los evangelios sinópticos” de Henry Troadec, y de algunos cortos viajes –entre ellos, uno a Teruel con mi madre- el mes de enero fue normal en mi quehacer alicantino.
En febrero, en cambio, reanudé la costumbre de Hellín de reunirme con los jóvenes, una vez a la semana, para revisar sus vidas. Y en el Colegio Calasancio dirigí  una tanda de ejercicios espirituales. Más tarde, día 15, participaría en la reunión de dirigentes de Cursillos de Cristiandad, y en otra, día 23, en Albacete, de franciscanos en cargados de parroquias.
En marzo, día 1, cumplía 30 años. Con ese motivo, hice una reflexión en mi “diario” sobre el tiempo que me queda de vida y mi entrega a Cristo, pero siempre con esperanza. En ese mi mes, asisto a dos ultreyas de cursillistas en Alicante, y leo tres libros: “Apuntando a la torre” de Juan Antonio Monroy, que es un inteligente ataque a las ridículas teorías de los llamados Testigos de Jehová; “Dios, ateismo y fe” de Adolfo Muñoz Alonso, y “El caballo de Troya en la ciudad de Dios” de Dietrich Hildebrand.
En abril, presido la procesión del Ecce Homo, que sale por Alicante en Lunes Santo. Pero, antes, tuve una convivencia en el Colegio Calasancio con las jóvenes a las que di  ejercicios espirituales. Y leí, en ese mes, algunos libros de espiritualidad, como “Cartas del desierto”, de Carlos Carretto, “Orar para vivir”, de R. Voillaume, y otros dos de Carlos Carretto: “Mañana será mejor” y “Más allá de las cosas”. Naturalmente, el Pregón pascual lo canté, como aún hoy sigo  haciéndolo, pues siempre puse mi voz al servicio de la Iglesia.
El cursillo de cristiandad dado en Alicante, entre los días 4 y 7 de mayo, que era el 127 alicantino, me reportó profundas amistades, a las que me dí en   cuerpo y alma. De ese cursillo surgirían equipos de matrimonios en Alicante y Elche, como veremos más adelante. Me quisieron y los quise.  En el cursillo desarrollé los “rollos” de “gracia habitual”, “obstáculos a la gracia” y “vida en gracia”. Luego,en la ultreya de clausura, hablé sobre “veinte siglos de experiencia cristiana”. Dos días más tarde, el 10, hablé en la escuela de dirigentes de cursillos de cristiandad sobre “la contemplación, meta del hombre”. Y en la misma escuela, siete días después, les hablé sobre “la presencia de Dios”. Tema éste que puede considerarse mi gran obsesión; estoy convencido que es la clave para poner las bases más sólidas de la fe cristiana, así como para cristianizar las zonas más hondas de nuestra psicología.
Otra de las tareas que ocuparon mis fuerzas espirituales fue la atención catequética de los niños. Esta dedicación a la catequesis, ya casado, me serviría para asumir el cargo de director de la Escuela de Catequistas, en Madrid, además de mis estudios de licenciatura sobre las ciencias catequéticas. Por si me faltaba tocar algún palillo, pronto me comprometí con APAEX para dedicarme a ayudar a los alcohólicos anónimos a superar su enfermedad, en terapias de grupo, invitado por el médico psiquiatra que las dirigía.
Casi a finales de mayo, llego a conocer personalmente al movimiento denominado “los niños de Dios” que, en un principio, me impresionó por su aparente sencillez evangélica, pero que, más tarde, siguiendo la evolución de sus vidas y pensamientos, me percaté de que era una de tantas sectas surgidas en las iglesias protestantes, sin calado sólido y profundo en el campo de la fe cristiana. El día 30, víspera de la Ascensión del Señor, pasé toda la noche en oración, en la iglesia de san Antonio de Alicante, con un grupo de unas veinte personas.
Inicio el mes de junio con la lectura de “el precio de la gracia” de Dietrich Bonhoeffer. Este pastor evangélico alemán me caía muy bien, entre otras cosas, por haber muerto martirizado por las SS del nazismo. Asisto y hablo en la clausura del 128 cursillo de cristiandad de Alicante. La ciudad levantina me absorbe por completo, aunque del 18 al 22 estuve entre Cehegín, Caravaca, Hellín y Albacete. Antes de regresar a Alicante, pasé por la consulta de un médico hellinero que me recetó Versapén y Anginovac, pues había cogido una faringitis. Hice, también, desde Alicante una breve salida a Hondón de las Nieves, para llevar a un misionero del Japón, compañero del franciscano Isidro Martí.
El 7 de julio visito Elda para dar una charla a un grupo de matrimonios. El día 10 viajo a Cehegín, en cuya notaría firmé con mis hermanos la cesión de los bienes heredados de mi padre Juan a favor de mi hermana mayor, que los adquiere por compraventa simbólica. Ella haría, así, frente a las deudas dejadas por mi padre. Leo el libro de Claude Gefree “Un espacio para Dios”, y asisto, el 24, a la clausura del 129 cursillo de cristiandad para hombres.
Agosto lo inicio recibiendo regalos de discos de música clásica, pues la gente creía que el día 1 era mi onomástica, cuando en realidad es el 23 de enero. Durante la primera quincena leo el de Henry de Lubac “El drama del humanismo ateo”. Como el párroco está de vacaciones, asumo todo el trabajo parroquial con gran ánimo.
Mis vacaciones, cogidas en septiembre, van a consistir en estar, los nueve primeros días, en las Clarisas de Mula (Murcia), donde di  unos ejercicios espirituales con 23 charlas. Del 10 al 17 estuve en mi pueblo de Cehegín. Como el pasado año, allí participé de las misas solemnes y de las procesiones en honor de la Patrona maravillense. Del 18 al 22 estuve en Hellín, donde atendí  e hice visitas. Del 23 al 27, nuevamente en Cehegín. Y los tres últimos días de vacaciones, en Teruel, adonde fuí con mi madre y mis dos hermanos menores. Allí casé, el 30, a la hija de mi madrina de ordenación sacerdotal. El banquete se celebró en el hotel “Mora de Aragón”, sito en Mora de Rubielos. La ceremonia religiosa se había celebrado en la iglesia franciscana de Teruel.
Incorporado, ya en octubre, a mis tareas parroquiales de Alicante, las reanudo dedicándome de corazón al Movimiento Familiar Cristiano, cuya primera reunión la tengo el día 10. La primera de una serie ininterrumpida de reuniones con los matrimonios alicantinos, hasta que    cumplí  mi estancia en la parroquia de San Antonio.
En noviembre del 73, voy         abriendo el campo de apostolado por los pueblos alicantinos. En Elda y Petrel, asisto y participo en las ultreyas locales de cursillistas de cristiandad. En Elche intensifico las reuniones con los matrimonios. De algunos otros lugares me visitan para revisar sus vidas y para pedirle consejos. 
En diciembre, clausura del 130 cursillo de cristiandad para hombres. A los matrimonios los llevo a Albacete para una convivencia. Me persono en las ultreyas de Orihuela. En   Cehegín doy un retiro espiritual a los seminaristas franciscanos –seráficos-. Marcho a Cieza, donde hago cinco bautizos en la parroquia de San Juan Bosco, día 16. Me acerco a Almansa para llevar a un fraile. Y participo, concelebrando, en la misa de ordenación de Rafael Bonet Camarasa, en Alicante.

Para alabanza de Cristo. Amén.

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