JUVENTUD AJADA
¡Qué dos pícaros ojos se abolsaron,
tras en ellos mirarse tantas Evas,
a pesar de sus quince primaveras,
como Adanes en ellas se burlaron!
Antes joven, su rostro ya lo ajaron
con besos no de amor, que de culebras,
y dejando sus babas en rastreras,
la beldad de sus años profanaron.
Te muestras toda tú más aviejada,
más triste, macilenta y ojerosa;
no pareces ni tú, pequeña amada.
Debieras aprender que, más hermosa
que una vida en placeres desatada,
es atarse a la vida como esposa.
Alfonso Gil González
Madrid, julio 1991