TCHAIKOVSKY
Patético paisaje de sonido
que al alma del melómano trasporta,
sinfónico vergel en que se acorta
con su aroma la vida del sentido.
Idílico soñar atardecido,
dulce sopor que todo mal aborta,
o luz de la fanfarria que comporta
alegre despertar amanecido.
Tu música es así, Tchaikovsky ruso,
de un brillante cantar de los violines,
de un grave melodiar de violoncelos.
Ninguno como tú jamás compuso
las notas con que a Dios los serafines
contigo tañen ya allá en los cielos.
Alfonso Gil González
Madrid,
julio 1991