Genio y figura
Eso se decía de Karajan en los comienzos de 1994, mientras Solti participaba en el Festival de Música de Canarias, y Ros Marbá dirigía en Madrid "El cazador furtivo" de Weber. Y el barítono-bajo Hermann Prey ofrecía un recital en el Liceo de Barcelona.
El CD del mes de enero estaba dedicado a la SINFONÍA FANTÁSTICA de Héctor Berlioz, con sus "sueños y pasiones", "el baile", "escena en los campos", "marcha al suplicio" y "el sueño de una noche en el Sabbat". Kern Holoman escribía de ella que su papel en el mundo musical portaba un mensaje subversivo. Y el público la recibía con opiniones contrapuestas. Rossini dijo de ella: "Menos mal que no es música". Pero el admirado Schumann la definió como el "terror de los ignorantes". Lo cierto y verdad es que contiene paraísos artificiales, a causa de las relaciones del autor con Harriett Smithson.
En esta ocasión, la Sinfonía Fantástica estaba dirigida por von Karajan. Acababa éste sus treinta años de director de la Filarmónica de Berlín y se había refugiado en Austria, en constante búsqueda de la perfección musical.
En estos días iniciales del año, Viena ocupa siempre la atención del mundo por sus Conciertos de Año Nuevo. 1994 no podía ser menos. Del cielo de Viena cuelgan violines, dice una canción.
Se publicaba una entrevista con el maestro Gustav Leonhardt, clavecinista, organista y director de orquesta. Un holandés que se movía entre la rigidez de la disciplina y la libertad creativa, siendo uno de los mejores intérpretes de todos los tiempos.
Una película salía a las pantallas que tenía que ver mucho con la música, "Un corazón en Invierno" de Claude Sautet, que era como un debut musical del compositor Maurice Ravel, ya que algunas sonatas y tríos suyos expresaban las relaciones de los protagonistas Stephane, Maxime y Camille.
Israel David Martínez ganaba el último Premio Reina Sofía de Composición, y estaba preparando su ópera "Frankenstein", donde intenta abordar las peligrosas consecuencias de la creación artificial de la vida humana.
Se recordaba una memorable TRAVIATA en la Scala de Milán. Visconti y la Callas se habían unido para hacer una obra extraordinaria. Pero eran dos genios dominantes e imposibles.
Y Viktoria Mullova era el espejo de una nueva generación de violinistas, un alma de fuego que sacaba sonidos de cristal. La joven violinista rusa tenía interpretaciones intensas y brillantes.
Alfonso Gil González
Gustavo Dudamel dirigiendo la FANTÁSTICA de Berlioz