Capítulo LXXXIV
Oración en el monte
Mi padre encabeza su diario de 2004 con la jaculatoria Laus Deo, alabanza o gloria a Dios. Es por este tiempo de primeros de año, cuando el grupo que con él se reúne los sábados, sale al parque o monte para orar y meditar, y reflexionar en diálogo orante, en contacto con la Naturaleza, huella de la presencia divina y de su providencia amorosa.
Asiste, el 11 de enero, a los actos de clausura del Año Jubilar de la Vera Cruz 2003, con la celebración de la Eucaristía presidida por el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid. Misa celebrada en la explanada del Santuario. Después, junto con mi madre, participó igualmente en el almuerzo celebrado en el Salón Castillo de la Cruz, con su bienvenida, entrantes, plato, postre y bebida.
Visita, el 22, la ciudad de Mula, para hablar con el párroco de la iglesia de San Miguel, Juan Prieto, sobre la próxima reunión de zona de las cofradías de Semana Santa. Y, al día siguiente, en que celebra su onomástica, invita a comer en casa a la familia Franco-Gil y al párroco del Salvador de Caravaca. Tres días después, el chache Pedro sería intervenido quirúrgicamente en el Hospital del Caravaca, estando todos nosotros pendientes de su evolución, pues –como dice mi madre- después de la Virgen de las Maravillas, el hombre más bueno de Cehegín es él. Eso lo decía como gratitud por las veces que acompañó a su hijo mayor, en Madrid, cuando estuvo enfermo de leucemia. Papá sería el chófer particular de su cuñado Franco durante los días de convalecencia en casa.
Volvería a Mula, el 1 de febrero, para dar una charla a la cofradía de la Virgen del Carmen, pero se le olvidó al cura citar a las cofrades. La “charla” se la llevó el cura, que le invitó a tomar un cafetito.
El 3, en plena calle, mantiene una conversación espiritual con su buen amigo Juanjo Gómez, hombre de un calado humano impresionante y que apoyaba a papá en todo momento y circunstancia. Juanjo Gómez y Juan Tudela, su cuñado, eran piezas claves en cuanto proyectaba mi padre espiritualmente. Y escribe en su agenda: Lamento no dar a tanta gente necesitada el alimento de la Palabra que da vida.
Su implicación en el periódico de la comarca le obligaba a estar en determinadas ruedas de prensa del Ayuntamiento ceheginero. Por otra parte, seguía manteniendo frecuentes reuniones con la Directiva de Betania y con la de la Semana Santa. Y, el 12, asiste en la Casa de la Cultura a la charla que da Jaime Peñafiel sobre la monarquía española. A todo esto hay que añadir que un tal Juan Martínez había creado un periódico local, llamado Todo Cehegín, y el padre Alfonso le ayudaba a corregir los textos de sus ediciones, pues el buen emprendedor tenía más voluntad que conocimientos literarios, siendo empleado del servicio de limpieza municipal. Pero aún así, dicho rotativo salió a la calle durante muchos meses.
El 18 de febrero, hay esta doble nota en su agenda: Mamá sale del trabajo con disgusto, por el clima de “violencia” y “locura” de esa casa . Y esta otra: ETA vuelve a chantajear a España, dando tregua a Cataluña por un nuevo gobierno tripartito que considera “independentista”. La situación política se agrava.
La jornada del 24 da prueba del trajín en que se mueve: A las 10 de la mañana, en Murcia, entrevista con Carlos Sabater Parejo, secretario sectorial de Acción Social, que resultó positiva. De vuelta a Cehegín, pasó por Pliego para dejarle a Pedro Díaz Melero el artículo para la revista de Semana Santa de ese pueblo. Por la tarde, vuelta a Murcia, con la directiva de Semana Santa de Cehegín, para invitar a Jesús Sancho Álvarez, de Onda Regional, a que presente el Acto del Pregón del próximo 20 de marzo. Y se acerca a AUDITECO, a recoger las Cuentas auditadas del Ejercicio 2003.
Al día siguiente, vuelve a Murcia y se entrevista con la consejera de Política Social, Cristina Robles, estando presente Basilio Gómez Castaño, director general de Voluntariado e Inmigración.
Febrero del 2004 lo concluye con la recensión al libro de su sobrino Francisco José Soler Gil, Aristóteles en el mundo cuántico. La relación con este su sobrino, catedrático de astrofísica en Alemania, lo era en el terreno del pensamiento religiosamente común a ambos. A partir de ahora, todos sus libros los iría recensionando y publicando en el periódico comarcal.
Iglesia doméstica y bombas en Madrid
Mi padre mantuvo durante años que toda familia cristiana debía desarrollarse como iglesia doméstica, dentro de lo posible. Máxime, las familias creadas por los propios sacerdotes, cual era su caso. Aunque siempre nos inculcó, y fue su praxis, el participar de la Eucaristía dominical en la Parroquia a que se pertenezca, de vez en cuando él celebraba la Eucaristía en la propia casa, como fue el caso del 2 de marzo de 2004, en que, a las 11 de la noche, celebramos el quinto aniversario del tránsito de mi abuela Maravillas al cielo.
Es en este mes de 2004, cuando entra en contacto con Pepe García, un cura jubilado que ejerce en la parroquia de Librilla, y que, semanalmente, viene a ayudar psicológicamente a los usuarios de Betania. Bien joven sería cuando mi padre, por entonces –años 67/70- llega a conocerle por primera vez con el famoso tema de las banderas, anécdota que se registra en los archivos municipales, y que papá no suele recordar, pues procura olvidar lo que de negativo pueda haber en las vidas de las personas, y porque, a años vista, ya no vale hacer un juicio sobre lo que entonces sucedió en Cehegín.
El 9 de marzo, le llama su amigo Antonio el Puro para comunicarle que lea la perícopa del evangelio de Mateo 23, 1-12, que papá le confirma como absolutamente revolucionaria. Dice así: Entonces, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciéndoles: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced cuanto os dijeren, pero no hagáis lo que hacen; pues ellos dicen pero no hacen. Atan pesadas cargas sobre los hombros de las personas, mas sin que ellos muevan un dedo. Cuanto hacen lo hacen para que los vea la gente: ensanchan las filacterias de sus túnicas, prefieren los primeros puestos en los banquetes y en las sinagogas, y que los saluden por la calle, y que los llamen maestros. Pero vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no queráis que os llamen padre en este mundo, pues vuestro único Padre es el del cielo. Ni maestros, porque Cristo es vuestro único maestro. El mayor de vosotros, que os sirva, pues el que se humille será exaltado, y quien se enaltezca será abatido.
Día tremendo para España fue el 11 de marzo. El terrorismo produjo una masacre en Madrid, con el resultado de casi 200 muertos y 1.500 heridos. Millones de españoles manifestaron su solidaridad con las víctimas y sus familias, y su repulsa a tan magno asesinato, que tuvo por escenario tres estaciones de RENFE: la de Atocha, la del Pozo del tío Raimundo y la de Santa Eugenia. España pensó inmediatamente en ETA y en Al-Kaeda. El PSOE supo aprovechar la circunstancia para ganar las Elecciones Generales celebradas tres días después. En realidad, ganó el voto del miedo y de la rabia. El Ayuntamiento de Cehegín se sumó a los demás municipios españoles para guardar cinco minutos de silencio. En la catedral de Madrid se celebrarían –el 24- funerales de Estado por las víctimas.
Como Abel Moreno Gómez era el Pregonero de la Semana Santa ceheginera de este año, papá hubo de atenderle, junto con su esposa, y, con ellos, comió, fue a los toros y cenó. Al día siguiente, 21, les acompañó hasta la Estación de Calasparra, donde subieron al tren que les llevaría a su residencia en Madrid. Abel Moreno, recuerdo, era todavía el teniente coronel director de la Banda del Regimiento Inmemorial del Rey n. 1, y compositor ilustre. De hecho, el Pregón lo dio explicando el sentido religioso de sus marchas de procesión que, al tiempo, las iba interpretando la Sociedad Musical de Cehegín, en la iglesia del Paseo de la Concepción.
Este mes de marzo, lo mismo asistía a la convocatoria municipal de los presidentes de acequias y heredamientos, que iban a constituirse en Hermandad, que participaba en la charla dada por el cineasta, ya veterano, Luis García Berlanga, en la Casa de la Cultura. O marchaba a Murcia con el alcalde José Soria, para traerse al pueblo la imagen, ya restaurada, de la Virgen de los Dolores –madrileña del siglo XVI-, acompañados, igualmente por el presidente de la cofradía y por el capellán –Alfonso Fernández y Serafín Campoy, respectivamente-. O asistía, también en la Casa de la Cultura, al Concierto de la Orquesta de Jóvenes de Moldavia. Y es que el padre Alfonso tocaba todos los palillos, como suele decirse, haciéndose casi imprescindible, en aquella época que comentamos, en toda manifestación religiosa o cultural de su pueblo de Cehegín.
Para alabanza de Cristo. Amén.