Zarzuela y canción española
En febrero del 94, José Carreras era un canto a la vida. Se había librado de la leucemia. La música española era una parte muy importante en su repertorio. Igualmente, las romanzas de zarzuela. Volvía a una intensa actividad alentada por el calor del público. Hasta el director Marbá recordaba su colaboración con Carreras. Ambos eran sinónimos de buen hacer y de profesionalidad
Mientras tanto, se le rendía homenaje al pianista canadiense Glenn Gould, genio y extravagante.
En Madrid, en el Teatro de la Zarzuela, la soprano Gwyneth Jones ofrecía un recital. En Barcelona, en cambio, Nikolaus Harnoncourt dirgía a un Haydn esencial.
Miguel Zanetti ya era una vida dedicada al piano. Su preocupación por la difusión de la música era constante y aprovechaba cualquier hueco en su agenda de conciertos para elaborar su aportación al mundo de la música.
La genial obra de Cervantes, El Quijote, era una de las fuentes de inspiración en Strauss, Massenet, Ravel, Falla, Mendelssohn y Telemann. Y así lo demostraba una extensa discografía en las mejores marcas mundiales.
Desde Rusia aparecía la figura del director de la Orquesta del Kirov de San Petersburgo, Valery Gergiev, cuya batuta tenía las dimensiones de un palillo de la boca, o no la usaba. Un aspecto de abandono personal contrastaba con la pureza de sus interpretaciones hasta el día de hoy.
Y se celebraba el 150 aniversario del nacimiento de Edvard Grieg, "el bello canto de los fiordos noruegos". Dicho compositor era un sobresaliente exponente la música nacionalista.
Pero había otros "recorridos transversales", como el del compositor norteamericano, Philip Glass, considerado como fundador de la música minimalista. O como los Festivales de Aix-en-Provence, en Francia, y Bayreuth, en Alemania: lugares sagrados de las culturas europeas en materia musical.
Alfonso Gil González
Recital de Carreras en Granada, en 1990
Recital de Carreras en Berlín, 1987
Carreras cantando O SOLE MÏO
Carreras interpretando AL PAÑO FINO EN LA TIENDA