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martes, 5 de abril de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XXI)

La España actual


Estamos en 2016, en abril. España, tras las Elecciones Generales del 20 de diciembre pasado, está en un paréntesis gubernamental. En aquellos comicios decembrinos surgieron dos nuevas fuerzas políticas que asumieron espacios electorales propios de los ya tradicionales partidos de alternancia en el Poder. Por tanto, además del Partido Popular, que ganó las elecciones, y del PSOE, que quedó en segundo lugar, Podemos (extrema izquierda) y Ciudadanos (hija de la derecha) sacaron los suficientes votos como para conseguir que ni Rajoy ni Sánchez puedan gobernar por separado.
Así las cosas, el presidente Rajoy lo es en funciones y, mientras lo sea, no parece que el hundimiento económico de España pueda producirse. El aspirante Sánchez no consiguió su investidura en el Congreso de los Diputados, y anda de aquí para allá, flirteando con Ciudadanos y Podemos, a fin de conseguir, por fin, el sueño de su vida: llegar a Presidente del Gobierno Español. Cosa nada fácil, porque lo que es sueño para él y para la extrema izquierda, España barrunta que sería su pesadilla. Por otra parte, el Senado está en manos del Partido Popular. En caso de un hipotético gobierno de izquierdas, el Senado se cuidaría de que no llegaran a materializarse sus ocurrencias.
Parece que lo razonable será la repetición de las Elecciones Generales para el 26 de junio. Los españoles deberán elegir entre vivir o suicidarse, y me temo que el suicidio es una tentación cada vez más atractiva para los ya de por sí mortales. Entre los muchos fallos de la derecha, están, también, su capacidad históricamente demostrada de reflotar la economía, de su amor a la libertad, de sus miras patrióticas al tiempo que universales. Entre las virtudes de la izquierda, están, también, su falta de valores metafísicos, su tendencia al totalitarismo, su ramplonería de miras históricas. Y, mientras, España, curtida en tantas batallas y pruebas, está como a la espera de ver lo que va a pasar, desmemoriada en gran parte por los que no quieren mirar atrás, y envalentonada, al tiempo, por aquellos demagogos a los que tan sólo les importa sus deseos y ambiciones, tan propio de las almas mezquinas.

Alfonso Gil González

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