El día sin ocaso
Con un solo movimiento la pasión del Señor nos saca de los bajos fondos, nos eleva de la tierra y nos coloca en los cielos.
Entiéndelo: una vez aparecida la luz de Cristo, las tinieblas del diablo han emprendido la fuga y la oscuridad del pecado no vuelve más.
Las brumas del pasado han quedado disipadas por el esplendor eterno.
San Máximo de Turín
Obispo del siglo V