Judas
Cuando el horror de su traición impía
del falso apóstol fascinó la mente,
y del árbol fatídico pendiente
con rudas contorsiones se mecía.
complacido en su mísera agonía,
mirábalo el demonio frente a frente,
hasta que ya, del término impaciente,
de entrambos pies con ímpetu le asía.
Mas cuando vio cesar del descompuesto
rostro la convulsión trémula y fiera,
señal segura de su fin funesto,
con infernal sonrisa placentera,
sus labios puso en el horrible gesto,
y el beso le volvió que a Cristo diera.
Juan Nicasio Gallego
Siglo XVIII