Diana de Gales
Con motivo de su trágica muerte, en la noche del 30 de agosto de 1997, TVE publicó un documento importantísimo, que el tiempo cuidará de darle todo su valor, y que voy a atreverme a resumir aquí.
Alrededor del Palacio de la Reina había una multitud de personas que esperaban la salida del féretro y lo acompañarían hasta la Abadía Westminster, donde igualmente se contemplaba en su integridad los solemnes funerales por la esposa del Príncipe Carlos de Inglaterra.
La belleza de las imágenes televisivas contrastaba con la dureza y seriedad del momento que estaban viviendo los ingleses y el resto del mundo, atónitos ante lo inesperado de una muerte así.
Fue un Entierro y Funeral de Estado. Solemne. Pomposo. Elegante. El mundo se personó en Londres por medio de los máximos responsables de los Estados y Gobiernos.
El armón en el que iba el féretro estaba tirado de caballos. Junto a ellos, la Guardia Real precedida de la Policía a Caballo. La familia real y todos los magnates esperaban en la Abadía, incluida la Reina Madre. Tras el séquito, los hijos de Lady Di, el hermano, el príncipe Carlos y su padre.
Al entrar en la Abadía, el Coro interpretaba las mejores polifonías de Purcell: "Los Funerales de la reina Mary". Impresionante. Oficiaba el acto religioso el deán de la Abadía, Dr. Wesley Carr, con capa azul y oro, roquete blanco y sotana roja. Al órgano, el coro interpretó un solemne Himno. La hermana de la difunta hizo una lectura. El Coro de BBC interpretó una parte del "Requiem" de Verdi.
Con tan luctuoso motivo, la TV dio un amplio reportaje sobre la vida de la Princesa Diana de Gales; su infancia, sus estudios, sus amistades, su noviazgo, su boda..., su decepción, sus depresiones, sus hijos, sus entrevistas a los medios de comunicación, sus viajes, los personajes que conoció -entre ellos, a la Madre Teresa de Calcuta-, sus aficiones, su superación matrimonial, su muerte.
Cinco días después de la muerte de Lady Di, la reina volvió a palacio, donde pudo comprobar cómo se adoraba a su nuera en todo el mundo.
El ministro Tony Blair hizo otra lectura en los Funerales, y ¡con qué correcta devoción! La multitud, agolpada en los alrededores de la Abadía de Westminster, no pudo contener las lágrimas cuando Elton John cantó al piano en la ceremonia religiosa. Por último, leyó su hermano un breve mensaje de agradecimiento. "Fue una hermana -dijo- que me sirvió de madre". Fue un discurso valiente y creyente. Un fuerte aplauso rubricó esas hermosas palabras, dentro y fuera de la Abadía.
El coro cantó, inmediatamente, el "Cántico del Hermano Sol" de san Francisco de Asís. Luego, el arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia Anglicana, Dr. George Carey, a quien llegué a conocer y hablar personalmente, dirigió las preces responsoriales.
Fue un Funeral sólo posible en Inglaterra: los cantos asombrosos, la liturgia sublime, la participación masiva.
Y, terminado, la salida de la Abadía y el regreso del cortejo fúnebre hacia el lugar de su entierro: una islita en una finca, propiedad de la familia. Pero, ahora, en un simple coche fúnebre, escoltado por la Policía Motorizada, hasta su pueblo natal.
Poco a poco, las gentes fueron acudiendo al pueblo de Althorp, donde sería sepultada Lady Di. Pueblo que, desde entonces, perdía su tranquilidad para convertirse en lugar de masiva peregrinación.
Alfonso Gil González