Algún día llorarás
por haberme ido aprisa;
te dejaré mi sonrisa
con que el rostro alegrarás.
*
Cada vez que voy al "Centro"
al centro me voy centrando,
y regreso cavilando:
"Un día estaré yo dentro".
*
Comience yo cada día
un día de santidad,
y sea la Trinidad
el maestro que me guía.
*
Es difícil perdonar
cuando se tiene memoria.
Los horrores de la historia,
¿podránse un día borrar?
*
Es tu rostro, Señora, poesía,
música y canto que mi alma inspiras,
fúlgida luz de mis amaneceres,
y eres cálida y pura Avemaría
al mirarte en tu luz de atardeceres.
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He alcanzado el honor
de que no me hiera nada:
mi alma está inmaculada
de rencillas ni temor.
*
Los hijos que no maduran
hacen sufrir a sus padres
y, luego, las mil comadres
encima les importunan.
*
No le pidas a los meses,
que los meses no te dan
ni siquiera un trozo pan...
Tú pídele a los franceses.
*
No quiero vete llorar
por las cosas que te hagan;
reza por que no te hagan
lo que mereces llorar.
*
Quiero vivir en Cehegín
y comer donde "Domingo"
y no andarme cual pingo
yendo sin rumbo ni fin.
*
Ruega por mí San Francisco,
padre amoroso del pobre,
y haz que este pobre logre
que su vida no sea un cisco.
*
San Francisco me regala
cantar sus llagas benditas,
que son como margaritas
que su olor mi alma exhala.
*
Toda persona soporta
la cruz que nadie comprende.
*
Todos los días repaso
cómo me paso los días;
ya sé por qué no te fías
al comprender mi fracaso.
*
Voy mendigando sonrisas
en este mundo de locos:
los que sonríen son pocos,
los demás van con sus prisas.
*
Yo pensaba que la vida
era un camino de rosas,
mas hay no pocas esposas
que tienen el alma herida.
Alfonso Gil González