BETSABÉ
Arte carnal de vertical factura
que vio David, atónito, bañarse;
cielo y tierra miraba moldearse
para dársele a él en tal figura.
De los astros la luz de su mirada.
Nubosa cabellera le cubría
sendos tarros de miel por que fluía
desbordante pasión tan anhelada.
Tamaña tentación su instinto reta:
nada más iniciarse la jugada,
jaque mate le da al rey-profeta.
No tuvo aquella noche su alborada,
pues, ciego de placer, buscó la treta
de enviudar a su presa ya casada.
Alfonso Gil González
Madrid, septiembre 1991