EL CATOLICISMO EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA
Durante los siglos XVIII, XIX y XX la historia de España y, más concretamente, la historia del catolicismo español, tiene algunos rasgos muy peculiares respecto al resto de Europa. Durante los siglos XVI y XVII, mientras en Europa existen violentos enfrentamientos entre católicos y protestantes, en España se impone la unidad religiosa. A partir del siglo XVIII se abre un proceso de división en el seno de la sociedad española, en el centro del cual está el enfrentamiento entre las "dos españas".
De un lado están los que consideran la unidad religiosa como el fundamento de la nación española y rechazan radicalmente las ideas de los ilustrados europeos. Por otro lado, surge un grupo minoritario que defiende los principios de libertad, racionalidad y tolerancia religiosa, propios de la Ilustración.
A medida que pasa el tiempo, las minorías van creciendo y las mayorías menguan, de forma que los enfrentamientos adquieren mayor importancia, hasta llegar a la explosión final con la II República y la Guerra Civil. Aunque este enfrentamiento entre las "dos españas" es una constante en los tres últimos siglos del catolicismo español, en cada una de estas centurias se dan algunas características específicas y algunos hechos significativos.
El siglo XVIII comienza con la dinastía de los Borbones, y en sus gobiernos hay una amplia representación de ministros ilustrados.Surge el regalismo o intento de intromisión del Estado en los asuntos eclesiásticos, lo que le lleva a rivalizar con la autoridad del vaticano. Tras tensas relaciones, durante el reinado de Felipe V (1700-1746), se llega finalmente al Concordato de 1753 entre Fernando VI y Benedicto XIV. Y se reconoce a la corona de España el derecho de Patronato, es decir, la facultad de presentar a personas idóneas para desempeñar los cargos eclesiásticos, reservando sus nombramientos al Papa.
El sucesor de Fernando VI es Carlos III, que se convierte en el principal representante del "despotismo ilustrado". Él sus ministros desarrollan importantes reformas, tanto en materia económica como cultural y religiosa. En relación con la Iglesia, el hecho más polémico fue la expulsión de los jesuitas de España y suis colonias en el año 1767.
El siglo XIX español se abre con la invasión francesa y concluye con la crisis del 98. Es una centuria muy intensa en la que la Iglesia está íntimamente vinculada a las crisis, guerras civiles, revoluciones y cambios de régimen que se producen. Unos españoles defienden el "liberalismo" nacido de la revolución Francesa, y otros, la "España tradicional", a la que identifican con el catolicismo. En realidad, los dos bandos están formados por católicos, pero cada uno tiene una concepción distinta de las relaciones Iglesia-Estado.
Las Cortes de Cádiz proclaman en 1812 la primera Constitución de la historia de España. Se trata de una fórmula de compromiso en la que se juntan confesionalidad católica y Estado liberal. Hay que tener en cuenta que un tercio de los componentes de dichas Cortes eran también sacerdotes y obispos.
Fernando VII accede al poder en 1814 y suprime la Constitución. Restablece la Compañía de Jesús y la Inquisición e impone la unión de Trono y Altar.
El general Riego da un golpe de Estado y restablece la Constitución. Es el llamado "trienio liberal" de 1820-1823.
En 1823, los monarcas europeos reunidos en Viena ayudan a Fernando VII, que vuelve al poder, impone el absolutismo, aunque sin Inquisición, y se produce la llamada "década ominosa" entre 1823 y 1833.
Muerto Fernando VII, se produce una división entre los partidarios de su hija, Isabel II, y los de su hermano, Carlos María Isidro. Y se producen las llamadas "guerras carlistas". Durante el reinado de Isabel II se suceden gobiernos de distinto signo y la Iglesia española para por momentos de decadencia.
Con la revolución de 1868 cae Isabel II y se abre el período llamado "sexenio revolucionario" que incluye la I República. A partir de 1874, tras la caída del régimen republicano, se restaura la monarquía en la figura de Alfonso XII, y la Iglesia vuelve a gozar de un tiempo estable y próspero en sus instituciones de caridad, enseñanza y atención a hospitales y ancianos.
En las primeras décadas del siglo XX, el pluralismo de la sociedad española desborda los marcos legales de la Constitución elaborada por Cánovas del Castillo, y del Concordato de 1851. Emergen fenómenos socio culturales que invalidan la tradicional identificación entre lo católico y lo español. Los obreros se distancia del catolicismo y se afilian a sindicatos de signo anarquista y marxista. Los obreros católicos se unen en los llamados "círculos católicos de obreros". La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) no logra poner freno a estos fenómenos, dando un trato de preferencia a la Iglesia. E irrumpe la II República (1931) con la pretensión de implantar un Estado secularizado y un régimen de libertades. Hay un bienio anticlerical y laicista al que sigue, en 1933, el triunfo de la derecha católica. Pero en 1936 vuelven a ganar los de izquierdas y comienza un período de tensión y violencia que desencadenará el levantamiento del general Franco y la consiguiente "guerra civil" (1936-1939).
Acabada la contienda, el catolicismo vuelve a ser impuesto como religión oficial del Estado y se vuelve a la unión tradicional entre Estado e Iglesia. El nuevo marco legislativo será el Concordato de 1953.
A partir de la celebración del Concilio Vaticano II (1963-1965) en que la Iglesia proclama la libertad religiosa, se plantean algunas contradicciones en el catolicismo oficial español, y la Iglesia española genera una importante fuerza de oposición al régimen franquista.
En 1978, con la nueva Constitución Democrática, se vuelve a proclamar la aconfesionalidad del Estado, firmándose en 1979 los acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, por los que la Iglesia española sigue desempeñando su misión en el contexto de un régimen democrático y de una sociedad pluralista y secularizada.
Alfonso Gil Gon
zález