A MI ESPOSA
Pasóme el tiempo de la infancia mía,
también aquél de juventud dorada;
llegó la madurez tan anhelada,
y ahora la vejez de la que huía.
He viajado por toda Andalucía,
peregrino en busca de morada,
y todo otro viajar lo tuve en nada,
no hallando el corazón lo que él ansía.
Pero vine contigo a dar de bruces,
en tus ojos los míos se perdieron,
allá por el camino matritense.
Hoy, ciego de amor, aunque con luces,
lo bueno y bello que mis ojos vieron
reflejo son de tu faro lucense.
Alfonso Gil González
Alicante, 2013