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sábado, 2 de mayo de 2015

EL CATOLICISMO EN LA ESPAÑA ACTUAL

El catolicismo en la España actual
(Humilde aportación al momento presente)


Durante los siglos XVIII, XIX y XX  la historia de España y, más en concreto, la historia del catolicismo español, tiene algunos rasgos muy peculiares respecto al resto de Europa.
Durante los siglos XVI y XVII, mientras en Europa existen violentos enfrentamientos entre católicos y protestantes, en España se impone la unidad religiosa.
A partir del siglo XVIII se abre un proceso de división en el seno de la sociedad española. En el centro mismo de esta división y enfrentamiento entre las “dos españas” está el problema religioso. De un lado están los que consideran la unidad religiosa como el fundamento de la nación española, y rechazan radicalmente las ideas de los ilustrados europeos: son el grupo mayoritario. Por otro lado, surge un grupo minoritario que defiende los principios de libertad, racionalidad y tolerancia religiosa, propios de la Ilustración.
A medida que pasa el tiempo, las minorías van creciendo y las mayorías menguan, de forma que los enfrentamientos adquieren mayor importancia, hasta llegar a la explosión final con la II República y la Guerra Civil. Aunque este enfrentamiento entre las “dos españas” es una constante en los tres últimos siglos del catolicismo español, en cada una de estas centurias se dan algunas características específicas y algunos hechos significativos, que intentaré resumir seguidamente.
- Siglo XVIII.
Comienza con la dinastía de los Borbones y en sus gobiernos hay una amplia representación de ministros ilustrados.
Surge el regalismo o intento de intromisión del Estado en los asuntos eclesiásticos, lo que le lleva a rivalizar con la autoridad vaticanista. 
Tras unas tensas relaciones entre el Estado español y el Vaticano durante el reinado de Felipe V (1700-1746), se llega finalmente al Concordato de 1753 entre Fernando VI y Benedicto XIV. En este Concordato se reconoce a la corona de España el derecho de Patronato, es decir, la facultad de presentar a personas idóneas para desempeñar los cargos eclesiásticos, pero la confirmación de los nombramientos se reserva al Papa.
El sucesor de Fernando VI es Carlos III, que se convierte en el principal representante del “despotismo ilustrado”. Él y sus ministros (Aranda, Campomanes, Floridablanca y Jovellanos) desarrollan importantes reformas, tanto en materia económica como cultural y religiosa. En relación con la Iglesia, el hecho más polémico del reinado de Carlos III es la expulsión de los jesuitas de España y sus Colonias en el año 1767.
El siglo XVIII concluye reinando Carlos IV, que deja el gobierno en manos del ambicioso Godoy, el cual crea nuevos conflictos con la Iglesia. Pero un rasgo de este período es el auge de las cofradías, romerías, novenas, rogativas, etc… 
-Siglo XIX.
El siglo XIX español se abre con la invasión francesa y concluye con la crisis del 98. Es una centuria muy intensa en la que la Iglesia está íntimamente vinculada a las crisis, guerras civiles, revoluciones y cambios de régimen que se producen.
La guerra de la Independencia comienza como una sublevación popular contra el invasor extranjero y termina convirtiéndose en una guerra civil. Unos españoles defienden el liberalismo nacido de la Revolución Francesa, y otros, la España tradicional, a la que identifican con el catolicismo. En realidad, los dos bandos están formados por católicos, pero cada uno tiene una concepción distinta de las relaciones Iglesia-Estado.
Las Cortes de Cádiz proclaman en 1812 la primera Constitución de la historia de España. Se trata de una fórmula de compromiso en la que, junto a la declaración de la confesionalidad católica de España, se establece un Estado liberal sobre dos principios básicos: la soberanía popular y la división de poderes. Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz adoptan importantes reformas sobre temas religiosos: supresión de la Inquisición, restablecimiento, reducción y reforma de conventos, y comienza la desamortización de algunos bienes eclesiásticos.
Las reformas de las Cortes de Cádiz generan una brusca reacción de los católicos conservadores contra el liberalismo. Algunos autores (Inguazo, Alvarado y Vélez) difunden el mito del catolicismo antiliberal y contrarrevolucionario. Hemos de tener en cuenta que un tercio de los componentes de las Cortes de Cádiz eran también sacerdotes y obispos.
Fernando VII accede al poder en 1814 y suprime la Constitución de 1812 y las otras reformas de las Cortes de Cádiz. Restablece la Compañía de Jesús y la Inquisición e impone la unión del Trono y el Altar persiguiendo a liberales y masones. El general Riego da un golpe de Estado y restablece de nuevo la Constitución de 1812. Es el trienio liberal de 1820-1823.
En 1823, los monarcas europeos reunidos en Viena ayudan a Fernando VII, que vuelve al poder e impone y rígido absolutismo desde 1823 a 1833, la “década ominosa”. El rey aprueba muchas medidas absolutistas, pero no vuelve a restablecer la Inquisición, únicamente siguen actuando algunas juntas de fe, como la de Valencia, que en 1826 realiza la última condena inquisitorial contra el maestro de Ruzafa, Cayetano Ripoll. 
A la muerte de Fernando VII se produce una división entre los partidarios de su hija Isabel II y los de su hermano Carlos María Isisdro, los llamados carlistas. Éstos mezclan la cuestión dinástica con la defensa del catolicismo tradicional frente al liberalismo, y originan uno de los fenómenos más trágicos del siglo XIX español, las guerras carlistas.
Durante el reinado de Isabel II se suceden gobiernos de distinto signo, absolutistas y liberales, mientras la vida de la Iglesia española pasa por momentos de decadencia. Como hechos más significativos podemos destacar la “desamortización” de Mendizábal y el Concordato de 1851. Mediante este concordato se definen la confesionalidad católica de España y las relaciones entre Estado e Iglesia.
Con la revolución de 1868 cae Isabel II y se abre un nuevo período llamado “sexenio revolucionario o democrático”, que incluye la I República. En este período se establecen la libertad de cultos y la tolerancia religiosa, se difunden más ampliamente por España algunas confesiones protestantes y ciertas sociedades secretas, como la masonería.
A partir de 1874, tras la caída del régimen republicano, se restaura la monarquía en la figura de Alfonso XII. La vida de la Iglesia española, en el último tercio del siglo XIX, se desarrolla en los marcos legales de la nueva Constitución, elaborada por Cánovas del Castillo, y del Concordato de 1851. Se suceden gobiernos conservadores y reformistas. La Iglesia apoya más a los conservadores, pero siempre hay algunas minorías católicas al lado de los reformistas. Aparecen también diversas instituciones religiosas dedicadas a la enseñanza y a tareas asistenciales (hospitales, colegios, asilos…).
-Siglo XX.
En las primeras décadas del siglo XX el pluralismo de la sociedad española desborda los marcos legales de la Constitución canovista y del Concordato de 1851. Los fenómenos culturales que ahora emergen, cuyas raíces estaban vivas en el siglo anterior, invalidad la tradicional identificación entre lo católico y lo español. En el complejo mundo religioso, social y cultural de la España del primer tercio del siglo XX podemos destacar los siguientes rasgos significativos:
- Los obreros se distancian del catolicismo y se afilian a sindicatos de signo anarquista y marxista (CNT y UGT). Únicamente pequeños grupos de obreros, especialmente en las zonas rurales de la meseta y del norte, forman sindicatos o círculos católicos.
- Los intelectuales más influyentes y una gran parte de los representantes de la cultura defienden los principios de libertad y tolerancia religiosa a la vez que se muestran críticos con la jerarquía de la Iglesia y con el catolicismo tradicional (Galdós, Unamuno, Machado, Pérez de Ayala, Valle-Inclán, Pío Baroja…).
- La Institución Libre de Enseñanza, que se había creado ya en el siglo XIX (Giner de los Ríos y Bartolomé Cosío) educa a importantes líderes sociales en los principios del racionalismo, la secularización y la tolerancia religiosa.
- La instrucción religiosa que se imparte en los centros de la Iglesia resulta desfasada respecto al avance de la cultura.
Todo ello da lugar a un proceso de descatolización de la sociedad española. De hecho, la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) no logra poner freno a estos fenómenos, aunque da un trato de preferencia a la Iglesia.
La II República (1931) irrumpe con la pretensión de implantar un Estado secularizado y un régimen de libertades. Pronto surgen enfrentamientos con la Iglesia, especialmente con los representantes más conservadores de la jerarquía, como el cardenal Segura, y con los grupos católicos más integristas, cuyo medio de expresión más conocido es el periódico “El Siglo Futuro”. La República cambia las estructuras legales para adaptarlas a la nueva situación social. Cambios que afectan a la situación religiosa, toda vez que: el Estado español se declara laico y aconfesional, se suprime la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas, se secularizan los cementerios, se aprueba el divorcio, se disuelve la Compañía de Jesús y se prohíben determinadas actividades a las restantes congregaciones religiosas.
En las elecciones de 1933 triunfan los partidos de derechas, que intentan contrarrestar la legislación anticlerical y laicista del bienio anterior, pero tienen muchas dificultades, pues no llegan a formar ningún gobierno estable. Así es que, en 1936, vuelven a ganar las elecciones las izquierdas y comienza un período de tensión y violencia. El general Franco se subleva contra el régimen republicano y se desencadena la Guerra Civil.
La Guerra Civil (1936-1939) constituye un episodio lamentable y sangriento de la historia de España, en el que los dos bandos fratricidas, las “dos españas”, cayeron en graves errores y atrocidades, obcecados por una violencia visceral. La jerarquía de la Iglesia española reacciona ante la persecución a que la somete el régimen republicano, y publica una carta colectiva en la que se adhiere al bando llamado “nacional”, formado por quienes se unen a los sublevados. La carta la firman 43 obispos y 5 vicarios. No la firman, por considerarla inoportuna, el cardenal de Tarragona, Vidal y Barraquer, y el obispo de Vitoria, Mateo Múgica.
Acaba la contienda civil, el catolicismo vuelve a ser impuesto como religión oficial de España y se vuelve a una unión entre Estado e Iglesia, propia del antiguo régimen, siendo el nuevo marco legislativo el Concordato de 1953.
Cuando el Concilio Vaticano II (1963-1965) proclama la libertad religiosa, se plantean algunas contradicciones en el catolicismo oficial español. La Iglesia española se convierte, a partir de esta fecha, en una importante fuerza de oposición al régimen franquista.
La Constitución de 1978 vuelve a proclamar la aconfesionalidad del Estado y la libertad religiosa. Para adaptar las relaciones entre Iglesia y Estado a la nueva situación democrática se firman acuerdos en 1979. Es en ese marco de régimen democrático y de sociedad pluralista donde la Iglesia española sigue desempeñando su misión. Es de esperar que el Estado no avance a posturas radicales que, sin duda, generarían reacciones del mismo signo, con lo que volvería a repetirse aquellos episodios de nuestra historia de los que todo hombre de bien se siente profundamente avergonzado.

Alfonso Gil González

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