Desde mi celda doméstica
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lunes, 13 de julio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Trigesimoséptimo)



Capítulo XXXVII


Nueva experiencia laboral

En junio de 1990, fuimos a la boda de Juan Antonio y Tere, dos jóvenes que tuvo el padre Alfonso en el grupo de Confirmación. Se celebró en la capilla del San Antonio, del palacio de Negralejo, entre San Fernando de Henares y Mejorada del Campo. Durante la Comunión, canté el “Ave María” de Schubert. En los días siguientes, Ralph Chiocco me ayudó a la preparación de un buen curriculum que me facilitara un próximo trabajo, aunque de nada sirvió. El 16, intervine en un programa de Radio Exterior de España, en el que se hablaba sobre parapsicología, espiritismo, etc… Estuve demoledor contra los partidarios de esos temas. Dos días después, asisto, con mi amigo de la embajada americana, al Teatro Monumental, al concierto que daban los virtuosos del violín del Teatro Bolshoi de Moscú. El 25, me presenté en el Center Washington Irving, para hablar con un tal Fisher, pero, como no sabía si me convendría trabajar allí, dejé en manos de Dios toda decisión. Otros amigos, como Carlos Cabañas, hicieron gestiones para que entrara a trabajar en la Editorial Anaya. Lo cierto es que, posteriormente, encontraría trabajo donde menos lo esperaba.
En julio, no viendo posible el trabajo que me buscó Ralph, escribo en mi diario: “Todo está en tus manos, Señor, y Tú sabrás dónde colocarme en este próximo futuro”. Mientras, estoy dando clases particulares de latín. Y dos días después, el 7, añadí: “Estoy convencido que Tú, Señor, permitirás lo que más me convenga”. El 11, acompañado de otros sacerdotes casados, grabo un programa para Radio Exterior de España, en los estudios que ésta tenía en Prado del Rey. Al día siguiente, y tras la conversación mantenida con un tal Luis Garrido, veo la posibilidad de trabajar para OGARDE, como responsable del departamento de Promoción de la Biblia. Y, ese mismo día, Antonio Alcalá me ofrece la posibilidad de trabajar en su Editorial CEPE, y la directora del ELFO me vuelve a llamar invitándome a dar nuevamente las clases de religión. Por otra parte, mi amigo Juan Guerra Cáceres me empieza a buscar algún trabajo. ¿Qué pasará al final?



Para poder darse cuenta de la actividad desplegada, habría que sacar de mis apuntes lo correspondiente a cada uno de mi familia. Aquí sería aburrido enumerarla, pero, ciertamente, la atención que les dediqué, dentro y fuera de casa, es digna de todo elogio, y difícilmente superable por cualquier otro padre del mundo.
Tras las vacaciones agostinas en Cehegín, participo en una entrevista que me hace la famosa presentadora de televisión, Nieves Herrero, en su programa “de tú a tú”, que realizaba semanalmente en Antena-3 Televisión. El conflicto bélico en el Golfo Pérsico se agrava, y yo anotaré que esa locura expansionista del presidente de Irak podría llevar a una III Guerra Mundial. “Tú no lo permitas, Señor”, escribí. Se edita el libro “Centenario de los Terciarios Capuchinos”, en el que salgo citado dos veces y se me publican dos fotos que hice a Caldeiro.



En septiembre del 90, empiezo a trabajar en Ogarde, como arriba anoté. Iba a entrar con un mundo curioso: el de los promotores y vendedores. Dos grandes libros iba a proyectar al mercado eclesiástico: la “Biblia familiar” y “Siguiendo a Jesús”. A pesar de que reconozco que se me abre el abanico de posibilidades de mi nuevo trabajo, dejaré escrito que “el Señor es el único que puede hacer que se lleve a término”. El 14, intervine en un programa de Radio Popular para hablar de la Biblia. Esa emisora significará para mí un nuevo campo de apostolado, como luego diré. El 16, soy entrevistado por Juan José Ceballos para Radio Exterior, en Prado del Rey. Al día siguiente, mi trabajo pasa a las oficinas del Paseo de Pontones 13, donde seguiré buscando gente en paro que pueda ganarse un dinero en la promoción bíblica. Escribo: “Ya sé que Tú no quieres sacrificios humanos, Señor, pero daría mi vida por que mi esposa y mis hijos fueran siempre de tu agrado”. Acompaño al capellán de la Plaza de Toros, que asiste a una corrida aburrida. En realidad fue una novillada. Ocupó el n. 12 de la fila quinta, de la grada 3. El mes termina en casa con la celebración eucarística.



En octubre, con tan poco tiempo en el nuevo trabajo, no veo muy claro mi futuro en el Centro de Promoción Bíblica, pues mis objetivos derivaban un tanto del puro mercantilismo. Como, el 17, veo que el papa Juan Pablo II ha permitido la ordenación sacerdotal de dos hombres casados, añado: “El mito del celibato no tardará en desvanecerse”. Al día siguiente, acompañado de Luis Garrido y Manuel Celada, fuí a entrevistarme con el nuncio de Su Santidad en España, Mons. Tagliaferri. El 23, anoto en mi diario: “Vivimos de milagro. Nuestros ingresos son insuficientes. En esta nuestra pobreza, ¿cómo es que no carecemos de nada? Gracias, Señor”.
Llama María, la mujer de Raimundo Paniker, para facilitarme direcciones de Orientales Uniatas en España. “Habrá que mover hilos de apertura, dado el desconcierto vaticanista en materia celibataria” –escribo-. Y añado: “¡qué pena!”.
Octubre concluye con la visita que me hacen los de Informativos de Antena-3 para entrevistarme sobre el futuro del cura en la Iglesia.



En noviembre, el 9, voy a Sevilla, acompañando al matrimonio Chiocco, para asistir al entierro y funeral de la madre de nuestro común amigo y compañero Chaparro, en Villaverde del Río. La Embajada americana nos puso un coche para que pudieramos trasladarnos a dicha población. En Sevilla, me puse en contacto con un terciario franciscano anglicano, rogándole que la “Sociedad de San Francisco”, que dirige, tenga mayor carácter ecuménico. Y le entregó al padre Alfonso unos apuntes para que los corrigiese según su mejor entender. Allí tuvo ocasión de participar en una Eucaristía anglicana, y visitó el convento franciscano de Nuestra Señora de Loreto. 
El 16, ya en Madrid, se me confirma como responsable del Centro de Promoción Bíblica, y recibo carta de la Nunciatura en Madrid estimulándome en esa nueva tarea. El 28, escribo: “De vez en cuando, me doy cuenta de mi propia debilidad espiritual. Jamás la fortaleza física puede suplir ese fallo. Como me doy cuenta de la tendencia del ser humano a excusarse y autojustificarse”.
En diciembre, el deterioro de las relaciones entre jefes iban a influir en la marcha del Centro Bíblico. El 19, Celada y yo nos entrevistamos con el Secretario de la Conferencia Episcopal, en la calle Añastro 1. Nos animó a seguir promoviendo la lectura bíblica. Al terminarse el año, volveré a dar gracias a Dios y pediré que 1991 sea para su gloria.

El año sin noticias

Me sorprende grandemente que este año, 1991, esté carente de noticias para el padre Alfonso. Él sigue trabajando en la promoción bíblica, él continúa llevando la administración de Colomer 5, él participa del consejo escolar de Caldeiro y es el responsable de liturgia del consejo parroquial, él sigue reuniéndose con los sacerdotes casados… Y es más, viajará, y mantendrá el contacto con los amigos y compañeros de siempre. Pero, ¿por qué no dedica, este año, ni una línea a su vida social? ¿Por qué no dice nada de la vida familiar? Sin duda, entre el año anterior y el próximo, podrán extraerse datos que afecten solamente a este 1991, pero no los va a escribir expresamente. Una vez más, ¿por qué? A estas alturas, ¿lo sabe él mismo? El va a proseguir con sus catequesis vecinales, va seguir cantando en las eucaristías del domingo, o las va a celebrar en casa. Va a participar en programas de radio y de televisión. Repito: nada de eso sabemos por su “diario” que, este año, lo va a dedicar a la poesía y a pequeñas reflexiones. Y no los doce meses; solamente hasta el diez de junio. Me da la sensación de que, para él, fue un año sabático, donde se fortaleció en lo interior, sin saber el duro caminar de los siguientes 24 meses, posteriores a 1991. Como él diría, Dios será quien conozca todos los porqués.
Puesto que esa fue su voluntad, este 1991 puede ser un capítulo precioso en medio de estas largas memorias, para que conozcamos cómo era realmente el padre Alfonso. Yo voy a trascribir sus escritos, porque sé que puede hacer mucho bien a quienes los lean. 
Saludé el Año Nuevo con un soneto que iniciaba así:
Año Nuevo, feliz y venturoso…
Conforme avanzaba 1991, hice el intento de “sonetear” pasajes y figuras del Antiguo Testamento, de mi pueblo de Cehegín, de algunos amigos y familiares, de personajes, de virtudes, etc… Refiriéndome al Paraíso Perdido, comienzo de este modo:
Engendras desde Ti la obra inmensa…
Más tarde, la lectura meditada de la historia de Caín y Abel, me hace escribir:
Abeles y Caínes han nacido…
El soneto dedicado al Diluvio lo abro así:
Afán de los afanes caprichosos…
Dedico un soneto, igualmente, a la aventura de Babel, iniciándolo de esta manera:
Soberbia torpe del poder humano…
El libro-diario en que plasmo estos versos no lleva fecha concreta. Y, leyendo cada uno de esos sonetos, me percato de que ese libro lo empleo anacrónicamente., pues hay un soneto dedicado a mi hijo Israel, que forzosamente hubo de escribirlo en 1993 –el año fatídico-, tras la experiencia durísima que vivimos en casa a partir del 6 de enero. Pero ya hablaré de ello a su debido tiempo.
Los siguientes capítulos, por tanto, referidos, sin duda, a este 1991, son un tesoro poético y espiritual de primer orden. ¡Dichosos los que puedan leerlos!

Para alabanza de Cristo. Amén.

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