Desde mi celda doméstica
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viernes, 31 de julio de 2015

VIDA DE ORACIÓN (Cap. 3)


ORACIÓN AFECTIVA Y DE SIMPLICIDAD


Ya estamos en los Grados Tercero y Cuarto de la Oración.
La "oración afectiva" es aquella en la que predominan los afectos de la voluntad sobre el discurso del entendimiento, sin dejar, por ello, de ser racional. Afectos que no deben forzarse, sino que deben brotar espontáneos del alma enamorada.
Ventajas de esta oración son: una unión más íntima y profunda con Dios, un desarrollo proporcionado de todas las virtudes, pues las estimula, y una excelente preparación para la "oración de simplicidad" o primeras manifestaciones de la contemplación interior.
Por tanto, nada de un esfuerzo violento para producir los afectos. El alma debe convencerse de que el verdadero fervor reside en la voluntad, no en la sensibilidad. Nada, tampoco, de creerse más adelantado en la vida espiritual de lo que en realidad se está. Ni gula espiritual ni dejadez y pereza del alma.
La prueba de que uno está en esta verdad de la oración afectiva es que tiene una práctica cada vez más intensa de las virtudes cristianas, a las que se añaden la pureza de intención, la abnegación y desprecio de sí mismo, junto con un mayor espíritu de caridad y entrega en el cumplimiento del deber.

Por otra parte, la "oración de simplicidad" quedó definida por Bossuet como una simple visión, mirada o atención amorosa hacia algún objeto divino. Es el tránsito exacto de la ascética a la mística.
El alma no debe adelantarse ni atrasarse a la hora de Dios, pero debe tener preparada de antemano una materia determinada como si se tratara de una simple meditación, dispuesta a abandonar ante el atractivo de la atención amorosa a Dios, suave y sin violencia, evitando distracciones y embobamientos ociosos.
Fruto indiscutible de haber adquirido este Cuarto Grado de Oración es la mejora general de la vida cristiana.

Alfonso Gil González

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