Desde mi celda doméstica
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lunes, 20 de julio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Cuadragesimoquinto)




Capítulo XLV


Poesías y silencio

En el terreno poético, volvió a componer sonetos de referencia bíblica: “El buen pastor”, “Betsabé”… Se encuentra uno, curiosísimo, sobre el omnímodo poder del Jefe del Estado que en España hubo entre los años 1936-1975. Y vuelve a escribir sobre Cehegín: “Recordatorio y canto”, “Respuesta”. Y hay uno dedicado a “Francisco”, el santo de Asís, y, por fin, otro a Cristo Crucificado, “Prerresurrección”. Y encuentro otro, que pertenece al año 1993, “Convalecencia”, referente a un triste suceso del que no sería justo hablar ahora. Algunos otros hallé posteriormente, que fueron escritos en el verano de 1992, cuando aún parecían lejanos e impensables los acontecimientos de 1993, de los que hablaré en su día. 
Nos adentramos en la primera decena de junio de 1991. Ya no habrá reflexiones escritas hasta los días 16 y 17 de septiembre. Y vuelta al silencio, en un año que, para él, fue laboralmente durísimo, con una crudeza que se prolongaría hasta muy entrado 1992.
1 de junio. Sábado:
“Teme a quien no es capaz de dudar. El tal ha llegado a la máxima ignorancia. Aunque el conocer te aumente las dudas, no desfallezcas. La verdad supone un largo recorrido de búsquedas y saberes. Ni siquiera llegamos a la Verdad, sino a través de buscarla y experimentar lo que antes creíamos verdad. Y siempre la hallamos en nuestro fracasar, en nuestra propia decepción. Cuando nos abatimos, surge como sol resplandeciente.”
Lunes, 3:
“Estamos tentados a decir “Soy así porque tengo mal carácter”. Y nos engañamos. Porque obramos mal, adquirimos ese mal carácter. Somos lo que hacemos, antes de hacer lo que somos. Somos el resultado de nuestra propia obra, aunque parezca paradójico. Y no deja de ser misterioso, pues que Dios todo lo hizo y lo hace bien.”
No pienses que el padre Alfonso dramatizaba. Sin duda, su expresión puede ser discutible. Pero siempre le oíamos decir que el ser humano se tiene inventado y fabricado un falso YO con el que se identifica casi siempre. Y estaba convencido que, si las personas fueran consecuentes con su verdadero ser, con Aquél que las identifica, que las autentiza, el mal desaparecería con la misma naturalidad con que lo hace la sombra cuando nada obstaculiza al sol.
Martes, 4:
“Otra gran tentación es la de “rehacer el mundo”. ¡Tarea hermosa y arriesgada! Mas, ¿podrás conseguirlo sin rehacerte a ti mismo? ¡Esa es la ingente labor que, con tal de no llevarla a cabo, te sientes impelido a la que te sobrepasa! Jamás verás al mundo de distinto color al de tus ojos. Si quieres que sea distinto, cambia de lentes. Y no es que las cosas sean del color con que las miramos, sino que no podemos percibirlas con ojos diferentes a los nuestros. Ya tienes tarea para toda la vida.”
Después de escribir sobre esas “tentaciones” humanas, va a dedicar dos páginas de su diario a lo que más le obsesionó en la vida, y lo que más admiró: la presencia de Dios y la bondad de los hombres:
“¡La presencia de Dios! Creía que consistía en pensar en Él lo más posible. Ahora puedo decirte que no es eso, simple o dificultosamente. En realidad, como dice san Pablo, es tomar conciencia de que “en Dios nos movemos, existimos y somos”. E intentar ser coherente con tal verdad: en la vida y en la muerte, del Señor somos.
Tuve la suerte de llegar a conocer a un hombre bueno. Se llamaba Cándido. Rezumaba bondad, comprensión, servicialidad, humildad, oración, laboriosidad, y otras muchas virtudes. Era como ver a Dios más cerca. Sé que conocerle me hizo mucho bien. Si te digo esto, es para animarte a que quien te vea pueda decir de ti lo que yo de Cándido.”
El 7y 8 de junio, vuelve a escribir:
“Hay quien se opone a toda opinión porque no es la suya, o porque a esa persona no se le ocurrió. Por eso, casi siempre anda errado, carente de verdad. Él ya tiene su propio parecer que, si puede, lo eleva a dogma. Y es que, dejando afuera a todos, él mismo se ha quedado aislado, en el “afuera” de los demás. Y todo, por un vicio que no supo cortar a tiempo: el de no escuchar a otros.
No dejes que ningún defecto arraigue. Pues, con el tiempo, podrías pensar que se trata de una cualidad con la que naciste. Y no es verdad. Ya dejó escrito Séneca que, “algunas costumbres de hoy no son más que vicios que comenzaron ayer”. Ni dejes que la costumbre te impida actualizarte, avanzar, haciendo de ti un nacido con retraso histórico.”
Esta serie de escritos la concluye el 10 de junio de 1991, haciendo una especie de inventario de la inmensa riqueza que supone la persona humana:
“¿Cómo hacer un inventario de los bienes que nuestros sentidos alcanzan? ¿Cómo medir el tesoro que nuestros ojos y oídos acumulan? ¿Cómo tasar la voz y nuestras manos? ¿Cómo darle valor a nuestros pies, que nos transportan? Todo hombre es un caudal de riqueza no pagable con dinero de los bancos.”
Y, desde el 11 de junio al 15 de septiembre, más de tres meses, no va a escribir una línea. Nos suponemos, ese tiempo, en Cehegín (Murcia), donde pasamos, como de costumbre, el verano. El día 16 volverá a escribir en su Diario:
“Vuelta de los chicos al colegio, a sus estudios y deberes escolares. El colegio ayuda a la familia en la formación educativa de los hijos, pero no la suple en tan responsable deber. Educarse no es tarea limitada a unos años colegiales, sino que, hoy, nos debe recordar la necesidad que tenemos de una formación permanente. Además, contamos con un Maestro de excepción, que no se toma vacaciones.”
Su último escrito de 1991 lo hace al día siguiente, el 17 de septiembre:
“Demasiada seriedad a nuestro derredor. Fíjate en la gente del autobús, del metro, del tren, de la calle… Rostros serios, tristes, preocupados, deprimidos a veces. ¿Es verdad que ser adulto conlleva la rigidez facial, la adusta mirada, el ceño fruncido? ¡Bendita infancia! Pero, ¿qué digo? Si ya no se ven niños que rían de verdad, jóvenes cuya alegría nazca de sanos corazones… No, no quiero ser pesimista. Sólo invitarte a sonreír más, a alegrar la faz de este mundo.”
¿Por qué dejaría el padre Alfonso de escribir durante otros tres meses más? La vida, su vida, seguía igual. Los vecinos volverían a reunirse con él, cada semana, para un rato de reflexión, de oración, de coloquio, o para una Eucaristía. Todo sería normal. Pero se olvidó conscientemente del Diario… ¡qué pena! Por la noche, eso sí, nos seguirá leyendo, al acostarnos, vidas de santos, libros formativos, y rezaríamos con él.



La experiencia radiofónica

Nada más abrir su Diario de 1992, me encuentro con unas tarjetas de visita, que el padre Alfonso había colocado tras la tapa primera. Dos son de la Difusora Bíblica General, que él había puesto en marcha con unos amigos y compañeros del sacerdocio casado: en Ávila, un tal Gaspar Campos Jiménez; en Elche, Juan Valverde Belmonte. Y una tercera tarjeta, remitida por un tal Guillermo Ramón Rodríguez, al que conoció en su época de Alicante, allá por 1972/75, y que, ahora viviendo también en Madrid, en el barrio de Santiago Apóstol, le escribe en el anverso: “Esperamos se decida de una vez a venir por ésta, y estar en la casa sin preocupaciones de nada. Sería una bendición para nosotros. Saludos de mi familia, y no se olvide, alguna vez, pedir por nosotros”. Ese respeto en el trato, y esa confianza, indican lo mucho que debió quererle ese tal Guillermo, cuando se conocieron en Alicante, cuando cuidaba de los cursillistas de cristiandad. Creo que ya no se volvieron a ver, cosa que le fue muy dolorosa. Las grandes ciudades, como Madrid, acarrean esos inconvenientes. Cierto estoy de que el padre Alfonso rezaría por Guillermo y su familia, como por tantos otros a los que ya no vería desde el día en que tomó la decisión de casarse, si bien es verdad que hizo lo posible por mantenerse en contacto con todas aquellas personas que, un día, le fueron confiadas. En todo caso, la oración fue la ininterrumpida conexión con todas ellas en el altar eucarístico.
El 1 de enero de 1992 era miércoles. Como cada inicio de año, lo ofrenda al Señor:
“Sé que este año será en verdad tuyo, Señor, si no me dejas, y nos dejamos proteger por Ti, si Tú nos iluminas, si construimos tu Paz.”
Luego, a la noche, al ir a acostarnos, nos leyó la oración sanfranciscana “Señor, hazme un instrumento de tu Paz”. Fue un día de llamadas y visitas para expresar los deseos de un Año Nuevo Venturoso. Y escribió en su Diario: “Aunque la sombra no tenga entidad propia, ella testimonia la entidad del sol.” No menos bella la frase del día 3: “¿Quieres ver a Dios? Mira hacia el hombre. ¿Quieres experimentar su amor? Ama al hombre.” El día 4, escribe: “Estas fiestas tendrían sentido si el dinero gastado para los “nuestros” fuera destinado a los más necesitados de este mundo”.
El día 7, al volver al trabajo de la Difusora Bíblica, su amigo Rafael Ruiz, de la COPE, le confirmó que iniciaría con él un programa religioso para altas horas de la madrugada. Al día siguiente, fallecía, en accidente de coche, el arzobispo de Valencia y anterior obispo de Murcia, Mons. Roca. Nos habló del amor de Dios, y escribió: “Sólo el amor que se compromete habla de Cristo”. El 10 de enero, añade: “No preguntes al cielo si está Dios, cuando no eres capaz de verlo en la tierra”. Al día siguiente fue su debut en la COPE, a las 3 de la madrugada, en un programa titulado “Y se hizo Hombre”. Y apuntó en su Diario: “No te fíes de los ojos que no ven en el interior”.
El día 13 de enero de 1992, determina dejar a Manuel C., con quien trabajaba en el Centro Bíblico Católico, y decide unirse a los hermanos Ramos, con quienes crea una distribuidora de Ediciones, que él abortaría, meses después, por su afán de potenciar el material bíblico. 
El 16, empezaba su nuevo trabajo. Al pie de página de este día, escribe: “Los ojos enfocan la mirada, pero el cerebro es el que ve”. Los días inmediatos los dedica a equipar su oficina.
El 18, habla en la COPE sobre “las excusas”. Las muchas llamadas de los oyentes daban una idea del nivel de audiencia que el programa iba adquiriendo. El 19, anotó en su Diario: “Si viéramos más allá de las apariencias, cuántas veces pediríamos estar ciegos”. El 21, añade: “Apenas te enteras de lo que lees, si no conoces a quien lo escribe.”
El grupo “Paz y Comunidad”, compuesto por las familias Recio, Mora y la nuestra, se reunió en una comida fraterna, en el restaurante Gómez, cerca de casa, y se concelebró la Eucaristía. Desde que se formó el grupo, los contactos con los de Huelva, Sevilla y Madrid se han sucedido con frecuencia, sintiéndonos todos una gran familia.
El 25, volvió a reunirse, en el CEFOR de Moratalaz, con los delegados del Movimiento por el Celibato Opcional.
El 31 de enero recibe su primer pago en DISTRINUMEN, y en su Diario anota lo siguiente, que será toda una premonición: “Israel está triste últimamente”.

Para alabanza de Cristo. Amén.

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